Por
Bill Steigerwald
Poseer
un coche está prohibido a menos que usted pertenezca a
la élite en el poder. Los ordenadores son ilegales. También
el acceso a Internet.
Los precios de los productos básicos que necesita para
vivir son bajos. El alquiler de un apartamento urbano de tamaño
decente ronda los 10 dólares al mes. Pero todo lo demás
es extremadamente escaso -- de la comida a la gasolina, pasando
por bicicletas o préstamos bancarios.
Para ir tirando, tienes que complementar tus ingresos mediante
la prostitución, trabajando en el mercado negro, o recibiendo
partidas monetarias de parientes en el extranjero. El jabón,
el champú y el pollo son bienes de lujo.
Bienvenido a la República de Cuba, el estado policial detenido
en los años cincuenta que Fidel Castro y sus compadres
criminales han pasado los últimos 47 años "perfeccionando"
para los 11,3 millones de almas que han tenido la mala fortuna
de nacer aquí.
Bienvenido al país políticamente denigrado que los
izquierdistas americanos llevan adorando perdidamente, defendiendo
y excusando desde que Fidel ocupase el poder absoluto en 1959.
Uno de los cinco anacronismos comunistas que quedan hoy sobre
la faz de la tierra, Cuba es un lugar agradable para visitar,
pero a menos que sea suscriptor de la revista The Nation o afiliado
al Partido Comunista, usted no querrá vivir aquí.
Un único partido político, el Partido Comunista
de Cuba, controla el gobierno, posee todo lo de importancia, fija
los salarios, los precios, controla todos los medios, hace todos
los planes, redacta todas las leyes, presenta todos los
candidatos, gana todas las elecciones y encarcela o mata a los
disidentes.
Las libertades humanas fundamentales -- de expresión, de
acción, de propiedad o de comercio -- están escritas
en papel mojado o brillan por su ausencia en el paraíso
de igualdades gubernamentalmente coaccionadas y miseria compartida
propiedad de Fidel. En una variante del apartheid, los cubanos
tienen prohibido mezclarse con los turistas.
La principal economía de Cuba está sobre-gravada,
sobrerregulada, y es patéticamente improductiva. El peso
cubano -- alrededor de 4 centavos norteamericanos en La Habana
-- carece de valor más allá de las costas de Cuba.
Fidel y sus compañeros de viaje en América culpan
del lamentable estado de Cuba al embargo comercial que Estados
Unidos
impuso sobre el país en 1959. Y nunca omiten señalar
que aunque Fidel no es perfecto, al menos se ha asegurado de que
todo el mundo tenga seguridad social gratuita y una buena educación.
Y eso es más de lo que cualquier presidente norteamericano
ha hecho, suspira el socialista de andar por casa.
Cuando saltó la noticia de que Fidel estaba enfermo y que
había entregado el control a su hermano Raúl, los
exiliados cubanos de Miami bailaban en las calles y planeaban
su vuelta. Si el pueblo cubano tiene suerte, el dictador favorito
de la izquierda americana estará muerto ya.
Pero a menos que los neocon de la administración Bush hayan
preparado una fuerza expedicionaria que no nos priva, no es probable
que la muerte de Fidel traiga la libertad o la prosperidad capitalista
a Cuba. Algunos expertos creen que es más probable que
bajo Raúl, Cuba evolucione lentamente en un híbrido
comunista-mercado libre como China o Vietnam.
Cualquier cosa sería mejor que lo que ha creado Fidel --
un museo empobrecido, tambaleante y viviente de los males, las
estupideces y las ineficacias del socialismo soviético
en estado libre. Cuanto más lees acerca de la vida diaria
en Cuba, más obvio es que es víctima de muy poco
imperialismo yanqui, en lugar de demasiado.
Desafortunadamente, la caída de Fidel puede no ser suficiente.
Lo que el precioso pueblo de Cuba necesita desesperadamente es
que le liberen y lo metan en el siglo XXI -- libertad económica
y política, miles de millones en capitales de inversión
americanos, fábricas de Nike, Wal-Marts, una oficina de
la Liga de Béisbol en La Habana -- aún pueden tardar
décadas en llegar.
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