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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |
Agente Secreto. Parte I

Por Julio Soto Angurel

No me ha resultado fácil comenzar a escribir sobre este tema que me ha tocado muy profundo durante años de mi vida.

Aún no sé si repudio o acepto orgullosamente este capítulo de mi vida que transcurrió trabajando entre agentes secretos o encubiertos y cuando yo mismo me convertí en uno de ellos.

Comencé a adentrarme en este mundo de misterios, mentiras, realidades a medias, verdades, simulaciones, traiciones, lealtades, comprobaciones constantes, desconfianza eterna, entrega total, idealismos, basura y porquería entre otras muchas cosas mas, cuando trabé contacto con un oficial operativo de la llamada Policía de Investigaciones Criminales o Departamento Técnico de Investigaciones (DTI) de la Policía Nacional Revolucionaria de Cuba (PNR) que dirigía, operaba y manejaba agentes secretos o encubiertos dentro del mundo de la delincuencia en la Habana.

Su nombre: Arsenio Saavedra Candelario. Conocido en los bajos mundos como ¨Felo¨, ¨Felo el duro¨. Esto fue por los inicios de la década de los 70.

ARSENIO SAAVEDRA CANDELARIO.

Arsenio Saavedra Candelario había sido un exitoso agente secreto o encubierto que realizó magníficos trabajos de infiltración y penetración contra las diferentes formas delincuenciales que se manifestaban en ese entonces en la ciudad de La Habana, era un hombre muy joven, creo que tendría unos veintiséis o veintisiete años cuando yo lo conocí. Muy bien parecido, muy valiente y se corrían muchas historias de las cosas que había realizado. Unas provenían de los hombres que habían trabajado con él en el Trabajo Operativo Secreto (TOS) dentro de las filas de la Policía Nacional Revolucionaria y otras, de los mismos delincuentes.

El asunto es que estaba creando un grupo operativo de Búsqueda y Captura donde él mismo se encargaba de escoger el personal con quien pensaba trabajar y había recibido una gran confianza por parte de su mando.

Este era su primer trabajo como agente público, hacía muy poco tiempo que se había quemado, (en la jerga policial cubana significa que había sido descubierto) y le estaba entrando al trabajo con gran denuedo.

Buscaba hombres valientes, que no traicionasen, que no vacilaran en entrar en combate y que jamás manifestaran una expresión de cobardía ante el enemigo.

Él se encargaba de darnos las instrucciones, nos daba clases, nos comprobaba constantemente a unos con otros y enviaba a delincuentes a que nos hicieran comprobaciones. No le gustaba utilizar a sus propios agentes secretos infiltrados para comprobarnos porque sabía que se los podíamos descubrir.

Conocíamos que tenía una excelente red de informantes, personas de confianza o puntos de apoyo, agentes encubiertos o secretos y cuando creíamos que habíamos quemado a alguno de sus agentes secretos estrella, con una maestría increíble sabía desvirtuar nuestras sospechas.

Un día me dijo que yo iba a ser el hombre que le llevaría la documentación secreta y mecanografiado de sus informes que procedían del trabajo operativo con sus agentes secretos o encubiertos y que además tenía que continuar con las tareas de verificaciones, detenciones, búsquedas y capturas e infiltraciones en ciertos lugares así como el control del potencial delictivo flotante.

Aquello fue tremendo, tuvimos tiroteos, persecuciones en autos y motocicletas, usábamos los nunchakus (instrumentos contundentes de la panoplia de armas japonesas) y todos los días, cualquiera de nosotros incluido el mismo Saavedra podíamos tener hasta tres broncas a puñetazos con diferentes tipos que nos podían hacer frente aunque se suponía que debíamos ser finos y delicados con la gente.

Por ser posiblemente el más fino y delicado del grupo un día me escogió para que me hiciera pasar como el manager o capitán del Hotel Habana Libre, antiguo Habana Hilton y estuvimos todo un año alojados en una suite del mismo con una oficina operativa donde llevábamos a las personas que deteníamos por estar en alguna actividad de nuestra incumbencia, se le interrogaba y si procedía se le presentaba a los tribunales competentes.

Allí mismo nos tropezábamos constantemente con otros grupos operativos que actuaban permanentemente en ese lugar que se conocían como L y M que eran de la Contrainteligencia e Inteligencia así como operativos de la Contrainteligencia Militar (CIM) que también tenían sus intereses de trabajo.

Muchos nos conocíamos unos a otros aunque sabíamos que existían algunos operativos muy secretos de buroes que operaban allí pero ni idea de quienes eran y sus objetivos. Siempre hubo una gran cooperación entre todos, gran respeto y nunca se interfería con el trabajo de nadie.

En Hotel Habana Libre había una gran actividad de diplomáticos y extranjeros que se hospedaban allí o que utilizaban esas instalaciones para convenciones o reuniones de carácter nacional e internacional.

Aunque tuve un acceso prácticamente ilimitado al Trabajo Operativo Secreto del entonces Teniente Arsenio Saavedra Candelario, éste tuvo siempre la extraordinaria agudeza para no quemar jamás a ninguno de sus agentes secretos de los cuales no conocimos nunca su verdadera identidad. Esto solo ocurría después que alguno de ellos se quemaba y se hacía público.

Guardé siempre y guardo un gran respeto y admiración hacia su figura por su valentía, integridad, constancia en el trabajo, lealtad constante hacia todos sus subordinados y una tremenda limpieza en sus manos que no le permitió nunca una traición ni ninguna debilidad.

Nunca le vimos hacer ningún trabajo sucio contra ningún ciudadano ni permitía que se hicieran incluso contra los mismos delincuentes, no le gustaba maltratar a la gente ni al ciudadano común y mas bien le exigía al grupo mantener normas de cortesía y urbanidad para con los ciudadanos en general.

Era un excelente esposo y padre, aunque pasaba poco tiempo con su esposa y su hija por razones de su entrega total al trabajo, me constaba que era muy hogareño y cariñoso con su esposa y mostraba verdadero candor en sus relaciones con su hijita a quien vi. casarse con un oficial de la Contrainteligencia.

Fumaba y tomaba más que nada cuando el servicio lo requería, era asediado por las mujeres, de quien se tenía que esconder porque no daba abasto con ellas.

En Cuba no pasa lo mismo con las mujeres que en Estados Unidos. (Por lo menos en la época a que me refiero, recuerden que los valores morales cambian, y que cambian porque el grupo político dominante utiliza el sexo y la moral para controlar a la población).

En mi país se rinde o se rendía culto a la valentía o como se diría en buen cubano, al hombre con cojones, esto daba como resultado que el ser valiente, decidido, fino y cortés en las relaciones públicas tenía una contrapartida decisiva en el culto que las mujeres nos dedicaban y rendían por nuestra condición masculina, pienso que esto es una herencia legítimamente española.

Las mujeres rendían culto al macho, a la testosterona, por esto no era de extrañar que el tener una forma de comportamiento social que diera como resultado ser asediado por las mujeres, no era de ningún modo una forma extravagante o estereotipada de comportamiento social, sino el resultado lógico de cómo las mujeres percibían a los hombres y viceversa.

Grupo de Búsqueda y Captura.

El trabajo del grupo policial bajo las órdenes del entonces Teniente Saavedra se desempeñaba por una parte en las tareas públicas de recolección de información, control constante del potencial delictivo, toma de sus huellas digitales, fotografiado de cada una de las personas que pertenecían al potencial delictivo con un expediente actualizado de sus generales y la actividad a la que se dedicaban, colocación contra éstos de los Puntos de Apoyo cuando convenía (mas adelante explico que son los puntos de apoyo como personal de confianza), chequeos, verificaciones de informaciones señales de alguna actividad ilegal y cuando llegaba alguna información de los agentes secretos infiltrados, de algún hecho delictivo que habría de producirse, que se estaba produciendo o que se había cometido y que era de nuestra incumbencia operativa actuábamos para neutralizarlo y también el estudio y los perfiles de los candidatos a agentes secretos o encubiertos que era una tarea que solo el Tte. Saavedra conocía.

Así pues, nuestro grupo operativo constaba de los agentes públicos que actuaban para impedir o neutralizar la realización de hechos delictivos y de agentes secretos de infiltración que informaban de la realización de esos hechos para impedir que éstos se consumaran o se persiguieran si ya se habían consumado.

El ámbito de esos agentes encubiertos infiltrados podía ser el de las drogas, robos, violaciones, juego, asesinatos, distintos tipos de tráficos perseguidos por los códigos legales vigentes, etc.

En aquella época no existían las mini computadoras y mucha de la gente no tenía ni la más remota idea de que existían ni para que servían, por el contrario yo tenía conocimientos de los trabajos que sobre la Teoría de la Información había escrito Norman Wienner y mi trabajo de bibliotecario y el manejo de esas técnicas ayudó mucho a mejorar el volumen del trabajo a realizar en cuanto a catalogar e indizar manualmente usando descriptores y epígrafes el universo de información que se nos presentaba con el potencial delictivo que controlábamos, su chequeo y las operaciones que efectuábamos sobre ellos.

El trabajo del grupo requería mucha coordinación, Saavedra lo sabía hacer muy bien, y el grupo que lo rodeaba se crecía y lo secundaba. Pero siempre como en todas las cosas humanas existían las descoordinaciones que daban como resultado situaciones de mucho peligro que podían poner en riesgo la vida de cualquiera de nosotros o echar a perder un trabajo muy elaborado.

Los errores del trabajo operativo.

Voy a narrarles un desliz que cometí que dio como resultado que el entonces Tte. Arsenio Saavedra Candelario estuviese a punto de perder la vida, de caer heroicamente en el cumplimiento del deber.

Nuestro grupo operaba permanentemente en el Hotel Habana Libre, aunque nos movíamos hacia otros hoteles en la zona turística de La Habana en dependencia de las necesidades de la situación operativa.

En este lugar como ya dije se realizaban convenciones nacionales e internacionales, recepciones diplomáticas de las embajadas acreditadas en La Habana, reuniones nacionales a las que asistían personas de alto nivel del gobierno cubano. Nuestro grupo operaba en todas, las cubría y apoyaba.

Una noche me dice el entonces Tte. Saavedra, -Julio, necesito que cubras el acceso a los elevadores del edificio porque se va a realizar una reunión importante con jefes de la policía y del Ministerio del Interior. Nadie puede subir. Habrá un elevador que solo se utilizará para subir al acceso de la suite donde vamos a estar. Las ascensoristas no subirán a nadie por el mismo, solo se harán con aquellas personas que sean autorizadas por ti en persona.- Y me informó de las personas que podrían subir. Nadie mas podría verlo salvo en caso de alguna urgencia. ? Oká jefe -. (En Cuba le decimos Oká al oquei [OK] de los americanos).

Comenzaron a llegar los participantes, hombres y mujeres. Algunos de los miembros de nuestro grupo quisieron subir pero la ascensorista se negaba a hacerlo si yo no lo autorizaba. Así continuó todo hasta que apareció una mujer joven elegante y fina que yo había visto algunas veces conversando furtivamente con Saavedra. A fuer de sincero yo pensaba que era una agenta encubierta del mismo pero no estaba seguro, por la capacidad que este tenía de enmascarar sus actividades clandestinas.

Es muy importante aclarar que no era de ningún modo un objetivo determinar quienes eran los agentes o agentas secreto/as del mismo, uno porque respetábamos el trabajo, lo respetábamos a él y por la natural compartimentación de conocer solo lo que nos era dado a saber, pero nuestra vida eran los agentes, los delincuentes y la clandestinidad así que sobre esa base, uno pensaba, deducía o inducía algunas cosas sin que fuera un objetivo del trabajo.

Pues bien esta mujer de marras, se me acercó y me dijo que tenía que ver al Tte. Saavedra, ella sabía que yo la había visto en algunos contactos rápidos conversando con él y que en alguna oportunidad se habían sentado o coincididos juntos en alguna mesa con otras personas.

Yo le dije que lo sentía mucho pero que el acceso estaba restringido, que nadie podía subir, ni verlo.

Ella respondió que era muy, pero muy importante que lo viera porque tenía que decirle algo y que solo a él se lo diría y que eso no podía esperar. Le argumenté que ella debía anticiparme algo para valorar de lo que se trataba y me contestó que solo era del conocimiento de Saavedra y me urgió de la necesidad de verlo, prácticamente me lo rogó.

Ante esto tenía que decidir, nosotros recibíamos informaciones duras que algunas anticipaban intereses operativos importantes así que autoricé a la mujer a que subiera diciéndole la suite donde estaba.

La mujer de marras subió y un rato después,... un rato después vino la catástrofe.

En realidad la mujer era una amante de Saavedra, ocurre que como él tenía la costumbre de enmascarar sus actividades dejó la suficiente cantidad de dudas sobre ella como para que no se pudiera decidir el tipo de relación que tenía con la misma, si nos decía que era una amante esto podía dejar el camino abierto a definir otras relaciones con otras mujeres desde el punto de definir quien podría ser una agenta encubierta y esto no convenía así que como siempre prefirió dejar las dudas bien abiertas. El asunto es que la dama que estaba bien enamorada de él lo agarró con otras dos mujeres una a cada lado que lo abrazaban y cortejaban en una gran diversión.

Se armó un gran escándalo. La dama enamorada de marras en cuestión, atacó a la mujer que mas tenía abrazado a Saavedra, ésta le ripostó el ataque, se revolcaron por el piso golpeándose furiosamente, se halaron manteles, se volcaron mesas. Saavedra se metió en medio por supuesto a contener semejante gresca, recibiendo arañazos y objetos que le tiraron.

Desgraciadamente pasó por allí un camarero que atónito trató de intervenir, llevaba una bandeja con quesos y jamones y además uno de esos cuchillos largos y muy afilados con los que se cortan las carnes y los sándwiches, la dama enamorada enloquecida de pasión y celos se apoderó del mismo y le tiró un tajo al cuello de Saavedra que le cercenó completa la corbata a la altura del nudo con parte de las solapas de la camisa.

La dama altamente enamorada pudo por fin ser contenida y dominada atrapada por dos fornidos y solícitos caballeros que la levantaron en peso mientras ella gritaba improperios y pateaba al aire dejando ver unas deliciosas y bien torneadas piernas que terminaban en un gracioso y semitransparente blúmer negro (en Cuba le llaman bloomers a los pantys).

Sus otras dos finísimas y delicadas rivales a su vez le respondían con otros no menos impúdicos adjetivos y siniestras palabrotas mientras se levantaban sus vestidos hasta la ingle mostrándole y señalando sus partes mas pudendas, recordándole que por allí se entretenía y divertía Saavedra cada vez que lo deseaba.

El escándalo fue vigueta y Saavedra afortunadamente salvó la vida.

La dama enloquecida de amor fue llevada a un enfermero para que la calmara y tranquilizase y la transportaron a su casa después que se calmó. Por supuesto que no se levantaron cargos contra ella. Uno porque fue un problema amoroso. Otra porque Saavedra siempre exponía su vida y esto era parte de ello.

Además aunque hubo un gran escándalo y recibió una gran reprimenda sus valores de macho se reforzaron enormemente y los jefes lo vieron con más respeto, había puesto muy en alto la masculinidad de los miembros de la policía y del Ministerio del Interior.

Arsenio Saavedra Candelario y yo nos distanciamos debido a mis idas al África y otros países en misiones militares internacionalistas, él a su vez también estuvo en el extranjero en el servicio exterior.

La última vez que lo vi. fue para decirle que me había reclutado la Contrainteligencia Militar como doble agente secreto para un probable movimiento de penetración contra la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos. Yo le aclaré que mi acto de quemarme con él se debía a que era tan alta la estima y el respeto que le tenía que no resistía la idea que fuera a pensar que en realidad estaba traicionando la causa.

Me dijo que lo comprendía. Nunca más nos vimos.

Habían en él dos rarezas, dos cosas que no las admitía: una, no le gustaba usar chalecos antibalas, decía que eso eran cosas de flojos, que los valientes se la jugaban y la otra, decía que el comer jamón era una desviación ideológica, que los comunistas no podían permitirse comer jamón porque les afectaba la ideología y personalmente vigilaba que donde estuviésemos comiendo no lo consumiéramos porque nos reprimía y nos analizaba políticamente.

Espero que haya cambiado.

Yo sé que el combate para muchos de nosotros era una diversión, pero guerrero muerto no se divierte. Además el chaleco antibalas es una prenda de vestir muy elegante y como atuendo guerrero se ve muy bien.

Y en cuanto al jamón y la ideología, yo mismo aquí en Estados Unidos que es el sancta sanctorum del capitalismo he comido muchísimo jamón y estoy cada vez más comunista.

Varios años después cuando yo me encontraba preso por mis actividades políticas en la prisión de Valle Grande en la provincia de La Habana escuché hablar por parte de algunos presos que había estado por allí el Coronel Arsenio Saavedra Candelario.

Sé que él conocía que me encontraba en ese sitio. De habernos visto habría sido muy penoso para ambos. Imagino como habría sido, mirarnos distantes, con mucha frialdad, nada de cordialidad. Cuando él enfrentaba a algún delincuente o enemigo invariablemente dibujaba una sonrisita de sarcasmo e ironía.

De mi parte, nunca, pero nunca pedir clemencia. Única forma de conservar el respeto.

Continua


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