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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |
ESTAMPAS DE CUBA

Maria Argelia VizcainoPor Maria Argelia Vizcaino

Cuba Mía, una obra que se propone recoger para presentes y futuras generaciones el tiempo nuestro».
MIRTA IGLESIAS Y NINOSKA PEREZ CASTELLÒN

Cuba Mía – Hablan tus hijos

«Las últimas cuatro décadas han dejado huellas indelebles en el corazón de cada cubano. Hay sentimientos y recuerdos que tendrán una resonancia que nos acompañarán siempre. Cuba nos ha convertido en almas errantes aferradas a un recuerdo, en voluntades tan tercas como para mantener vivo el sueño de verla libre. Durante más de cuatro décadas los cubanos nos hemos visto marcados por la separación familiar, la represión, el presidio político, los fusilamientos, balseros que lo arriesgan todo por una libertad que jamás han conocido y por hermosos capítulos de historias que permanecen aún sin escribir. ¿Quiénes somos los cubanos hoy, dentro y fuera de Cuba, y qué tiene esa isla que nos atrae como un imán?».

Estos son los primeros dos párrafos de la misiva que recibí en marzo del 2003, invitándome a ser parte de un libro muy especial titulado «Cuba mía - Hablan tus hijos», una iluminada antología del pensamiento del exilio cubano recopilada por Ninoska Pérez Castellón y Mirta Iglesias.

Basados en la pregunta «¿Qué representa Cuba para ti?» había que elaborar una respuesta de menos de 100 palabras, y de esta forma nacieron doscientas cuarenta opiniones, que cumplieron el propósito de sus gestoras, porque así quedará para la posteridad el sentir de nuestro exilio y se demostrará la pobreza espiritual del sistema totalitarista que se ha empeñado en que se vea una imagen contraria, llena de falsedades y mitos. (Es cierto que muy inseguros de sus valores está todo aquel que tiene que recurrir a inventos para denigrar a su oponente).

Este libro es una obra balanceada, con participantes de todos los niveles y profesiones, que salieron del país por distintas vías, en diferentes épocas, unos muy conocidos como los cantantes Celia Cruz, Lissette Alvarez, Willy Chirino, Marisela Verena, Luisa María Güell; el músico y escritor Paquito D'Rivera; la congresista Ileana Ros-Lehtinen; Monseñor Emilio Vallina; el escritor premiado Guillermo Cabrera Infantes; los periodistas Humberto Medrano, María de los Angeles Montoya, Mario Vallejo, Liz Balmaseda, Araceli Perdomo; la presentadora y periodista Cristina Saralegui, etc. Donde encontré con alegría la opinión de viejos y apreciados amigos como de la joven Marisel Sánchez Walston, a quien los guanabacoenses errantes hemos adoptado; el historiador e infatigable escritor Octavio R. Costa; la pareja de cantantes Maggie Carlés y Luis Nodal; del valiente Gustavo Martínez, un sobreviviente del Remolcador 13 de Marzo; del legendario luchador anticastrista y ex preso político Roberto Martín Pérez; de Pepito Sánchez Boudy, abogado, profesor, investigador y escritor apasionado de la cubanía; la escritora Hilda Perera, mamá de mi amiga Hilda Luisa Díaz Perera, también escritora pero además cantante, compositora y antropóloga. Otros totalmente desconocidos pero que su testimonio nos estremece igualmente a todos.

La reconocida periodista Olga Connor que participó en la primera presentación del libro en julio del 2003, escribió en su crítica para el periódico El Nuevo Herald: «Fue una extraña y maravillosa velada patriótica y el libro Cuba mía un tributo emocionado a la isla, un descubrimiento precioso para lectores de cualquier país».

Y que acertada estaba. He leído en el periódico El Sol de México, de la ciudad de Chiapas, el 10 de julio, que la destacada periodista mexicana María Antonieta Collins se expresaba conmovedoramente lo significaba Cuba para ella: «Es mi familia política, mi marido. Cuba también es Miami, mi segunda patria, que tiene la cara moldeada por mis vecinos cubanos y mis amigos cubanos. Es mi acento caribeño que desterró al mexicano y que he trasplantado expiando la nostalgia por Veracruz, mi tierra, a fin de cuentas también muy cubana. (...) De estos cubanos he aprendido a vivir tragedia y esperanza. He aprendido a recorrer la fantasía de una tierra a la que retratan como paraíso, con noches como no hay otras. He aprendido a imaginar cómo será el regreso cuando todos puedan, sin pedir permiso. Por ellos conozco a Changó, a Babalú y a La Caridad, soñando ver un día a la verdadera, allá en su iglesia de El Cobre. »

Otro admirado escritor, Armando Alvarez Bravo en su crónica respecto al libro y publicada en www.lavozdecubalibre.com dice con sabiduría que es «un extraordinario inventario de vivencias en cuyo espectro figuran recuerdos, trabajos, luchas, dolores, sacrificios, triunfos, sueños y esperanzas. Un testimonio coral de la pendiente posibilidad cubana».

Agradezco infinitamente a Ninoska y a Mirta que me hayan permitido el honor de ser parte de su proyecto. Cuba mía es un libro para tener siempre en la mesita de noche y antes de ir a dormir repasar sus páginas que nos ayudarán a soñar en cubano y a no perder el amor por el suelo nativo. El público con seguridad dictará la tónica para que sigan otros tomos de antología como éste, y con esfuerzo se recojan otros pensamientos hasta de los que partieron sin ver la patria libre, pero que en su obra lo han dejado impreso como este que encontré de Heberto Padilla del 4 de junio de 1994 en el artículo titulado Nuestro Encuentro en Estocolmo, que definía: «Cuba para mi, actualmente es una mezcla de sueño y pesadilla». O quizás, con más suerte, podamos disfrutar la opinión de los que han quedado atrapados en la isla como Manuel Vázquez Portall, en estos momentos cumpliendo 18 años de prisión injustamente junto a setenta y cuatro hermanos más, que este fragmento de su artículo Dos Patrias que escribió el 20 de enero del 2000, serviría de introducción: «Padece nostalgia el que se va obligado por alguien que quiere imponerle una patria que no es la de él, y padece nostalgia el que se queda desandando una patria prestada, dibujada por otros caprichos y que le imponen a riesgo de perder la suya propia. Víctimas son los dos. Los que lejos añoran la patria que fue, los que desde dentro añoran la patria que sería. Víctimas son los dos porque ninguno tiene patria grande. Sólo la patria que permite el don natural de la patria íntima, merece el privilegio de llamarse patria. Y esa no es Cuba, o no es la Cuba mía».

Creo que me equivoqué; «Cuba mía - Hablan tus hijos», es en sí una iluminada antología, pero no solo del pensamiento, sino del alma del exilio cubano.


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