Pax
Christi
“Mundo, ábrete para Cuba. Cuba, ábrete para el mundo”,
fueron las palabras que pronunció el Papa Juan Pablo II
a todo el mundo durante su visita a Cuba. Luego de su viaje, comenzó
en Cuba un período en que el régimen introdujo algunas
medidas orientadas hacia el mercado.
Sin embargo, Menno Vellinga, catedrático que dicta la materia
Geografía de Desarrollo en Utrecht opina que “los procesos
que ocurrieron en Europa Oriental mostraron cuán difícil
es predecir el futuro en una situación semejante”. Vellinga
también tuvo sus dudas sobre el eventual papel que la Iglesia
podría desempeñar para lograr la tan anisada democratización
en Cuba. Más de seis meses después de la visita
del Papa, Vellinga afirmó que “ya veremos hasta qué
punto la Iglesia Católica Romana, la única institución
que el partido comunista no controla, funcionará como punto
de cristalización para la disidencia”.
Muchas veces, se considera que los procesos de democratización,
que ocurrieron después de la caída de las dictaduras
en Europa Oriental, y en Chile, Nicaragua y España, pueden
ser un marco de referencia para la futura transición de
Cuba. Con respecto al eventual papel de la Iglesia Católica
en la democratización, las organizaciones internacionales
se refieren a menudo a la experiencia que se vivió en Polonia.
Sin embargo, las opiniones difieren respecto hasta qué
punto dicha experiencia puede servir de ejemplo para Cuba.
El supuesto ‘efecto Polonia’
Para muchos observadores, los orígenes polacos de Carol
Wojtyla y su lucha fervorosa contra el comunismo fueron motivo
para relacionar la visita del Papa en 1998 con el así llamado
‘efecto Polonia’.
En 1979, cuando el general Jaruzelski detentaba el poder en Polonia,
el Príncipe de la Iglesia Católica visitó
su país natal comunista por primera vez desde que había
asumido como Papa un año antes. “Su visita causó
una revolución nacional. [...] Polonia se sublevó
y los comunistas no pudieron hacer otra cosa que ceder. El 30
de agosto de 1980, los huelgistas celebraron un acuerdo con el
gobierno, a cambio del derecho de tener un sindicato libre e independiente,
y poder ejercer derechos políticos y religiosos. El líder
de la huelga, Lech Walesa, firmó el acuerdo de manera provocativa;
utilizó un enorme bolígrafo con en su interior una
imagen del Papa”.
Además
del apoyo moral por parte de Roma, la Iglesia Católica
polaca también desempeñó un papel importante
en la resistencia contra el poder. La iglesia del Santo Stanislaw
Kostka en Varsovia, la capital polaca, fue una importante base
de salida y refugio para los disidentes. El popular sacerdote
Jerzy Popieluszko pagó su hospitalidad con la muerte. Los
disidentes como Walesa y Adam Michnik fueron detenidos con regularidad.
El historiador británico Eric Hobsbawm explica cómo,
en los años ochenta, Polonia pudo desarrollarse como la
“parte más vulnerable” del “talón de Aquiles de
la Unión Soviética”.
“Esto se debió a la coincidencia de tres factores. La opinión
pública polaca era unánime, no sólo en cuanto
a su antipatía hacia el régimen, sino también
en cuanto al nacionalismo dirigido contra los rusos (y los judíos),
y a favor de la Iglesia Católica Romana. La Iglesia mantuvo
su posición independiente como organización nacional;
y, desde los años cincuenta, la clase obrera había
demostrado, regularmente, por medio de huelgas de masas, que disponía
de poder político”.127 Por otra parte, la Iglesia polaca
desempeñó este papel no solamente durante la ocupación
soviética. “El patriotismo popular polaco surgió,
especialmente, en torno a la Iglesia Católica nacional.
En la época en que Polonia se encontraba dividida entre
Rusia, Alemania y Austria, la Iglesia Católica fue el único
lugar donde uno se podía sentir polaco.
[...] Durante más de 120 años, la Iglesia Católica
fue un refugio para el orgullo nacional herido”.
Hobsbawm describe cómo la Iglesia ejerció, simultáneamente,
un papel disidente y pacificador. “En 1980, la victoria del movimiento
sindical Solidaridad, […], demostró claramente dos cosas:
que la supremacía del Partido Comunista en Polonia estaba
por concluir, y que no era posible derrotarla por medio de una
revuelta de masas. En 1981, la Iglesia y el Estado acordaron,
en silencio, que se anticiparían al peligro de una eventual
intervención soviética (que no era para nada improbable),
colocando a Polonia bajo mando militar”. De esta manera, fue relativamente
fácil reestablecer la tranquilidad. El gobierno, que no
sabía cómo resolver el malestar económico,
no podía hacer nada contra la oposición, la que
tenía el apoyo de casi toda la población. El régimen
entendió que la Unión Soviética debía
intervenir o que el partido comunista debía renunciar a
su poder.
Pero la situación no llegaría a tal punto. En 1985,
en la Unión Soviética, Mikhail Gorbachev asumió
la presidencia general del Partido. Dos años más
tarde, el Papa visitó Polonia por tercera vez y dirigió,
de nuevo, palabras críticas contra los comunistas. En 1989,
los mandatarios polacos lograron una solución pacífica,
por medio de deliberaciones y la mediación de la Iglesia
Católica: Polonia se transformó en una democracia
con un mercado libre. La revolución polaca se convirtió
en un catalizador para los procesos de democratización
en los demás países del bloque del Este.
¿Un
‘efecto Polonia’ en Cuba?
“No es en absoluto posible comparar la Cuba de hoy con la Polonia
de aquel entonces”, escribió el periodista del diario holandés
De Volkskrant, Art van Iperen, en el último día
de la visita del Papa. Un importante argumento es que la base
de la Iglesia y de la religión católica es mucho
más fuerte en Polonia, y que no es posible compararla con
el sincretismo del catolicismo cubano. Según Van Iperen,
el conservatismo y la predominancia blanca de la Iglesia Católica
no corresponden con la sociedad multiétnica de Cuba. Además,
Fidel Castro es más popular que Jaruzelski.
Antes de la visita de 1998, Jan van der Putten, que en aquel entonces
era corresponsal de De Volkskrant en Roma y que también
es ex corresponsal en Latinoamérica, expresó sus
dudas sobre la esperanza del Papa en un ‘efecto Polonia’. “El
Papa había esperado que, después de la desaparición
del comunismo ateo, renaciera la antigua espiritualidad de Europa
Oriental.
En lugar de ello, apareció un capitalismo inquebrantable,
sin ninguna norma, que no giraba alrededor de Dios, sino del dinero.
Si la alternativa para el régimen actual es un régimen
conservador de los ricos anticastristas de Miami que sólo
quieren revancha, la Iglesia prefiere negociar con el comandante
en jefe”.
Modelos de transición de la Unión Soviética
y Europa Central y Oriental
La derrota del comunismo en Europa Central y Europa Oriental y
en la Unión Soviética siguió distintos caminos
en los diferentes países. Se pueden distinguir más
o menos tres categorías:
“Un modelo dirigido por el orden dominante (el modelo de la reforma),
el modelo de la
reconciliación o de la concertación y el modelo
de conflicto. Si aplicamos estos modelos a la situación
que impera en Cuba, el modelo de la concertación o del
conflicto parecen menos probables.” La oposición se encuentra
demasiado dividida, el régimen no está dispuesto
a negociar y los cubanos que viven en Miami se moderan cada vez
más, y, por lo tanto, ya no significan una verdadera amenaza
para el régimen.
Según Van der Zwan y Bakker “no es posible aplicar a Cuba
los escenarios que ocurrieron en la mayor parte de los Estados
de Europa Oriental, por ejemplo, el modelo de reconciliación
que vivió Polonia o Hungría, o el modelo de colisión
de la República Democrática Alemana, Checoslovaquia
o Rumania”. Las fuerzas armadas llevan las riendas en Cuba, y
parece ser que es más probable que ocurra un proceso de
transición lenta, dirigido desde arriba. Este proceso será
definido por un consenso entre facciones y grupos de interés
que forman parte del orden existente, marginando, en lo posible,
a la oposición. “En relación con los eventos de
1989, esto nos hace pensar, más que nada, en la ex Unión
Soviética”.
En su libro El escaparate vacío, Van Iperen argumenta el
por qué Cuba no puede seguir “los escenarios más
exitosos de los demás ex Estados comunistas”:
1. El pueblo cubano no dispone de ejemplos extranjeros que puede
seguir para su modelo político futuro. Los europeos del
Este podían tomar Europa Occidental como ejemplo, pero
los cubanos tienen poca afinidad con Europa. Fidel Castro puede
utilizar ejemplos de sociedades latinoamericanas y de Europa Oriental
para convencer al pueblo de las ventajas de la situación
que rige actualmente en Cuba. La propaganda estatal desacredita
sistemáticamente a la alternativa norteamericana, sobre
todo, a la de Miami, donde viven muchos cubanos emigrados; por
lo tanto, para los cubanos no es una opción política.
2. Cuba no dispone de suficientes alternativas a nivel nacional.
“La existencia de una fuerte oposición no fue una conditio
sine qua non para las revueltas que ocurrieron en el bloque del
Este, pero sí las facilitó. […] El surgimiento de
organizaciones coordinadoras (como Charta77 en Checoslovaquia,
Solidaridad y la Iglesia en Polonia) que canalizaban las protestas
de las masas contra el gobierno, fue crucial para las revoluciones
en Europa Oriental”. Las decenas de grupos de oposición
en Cuba siguen siendo pequeños, como “árboles bonsai”.
3. El régimen cubano tiene más legitimidad que los
países del ex Pacto de Varsovia. Fidel Castro asumió
el poder mediante una revolución y siempre ha podido operar
de manera más independiente de Moscú que los países
del bloque del Este.
4. Cuba es una isla; por su aislamiento geográfico, el
virus democrático se propagará con menos facilidad
que en Europa Oriental.
5. Por el clima moderado que impera en la isla, no es necesario
que los cubanos deban soportar crudos inviernos, como por ejemplo,
los rumanos en la época de Ceaucescu.
La relevancia de las experiencias europeas para Cuba Durante el
seminario que se llevó a cabo en abril de 2003, Tomas Pojar,
líder de la fundación checa People in Need, reconoció
las diferencias que existen entre Cuba y la ex Checoslovaquia.
“Es difícil hablar sobre las lecciones que dejaron la Revolución
de Terciopelo (noviembre de 1989) para Cuba. En primer lugar,
es necesario analizar qué tipo de revolución o cambios
se producen en Cuba, antes de decidir cuáles de las lecciones
de la Revolución de Terciopelo se pueden aplicar para Cuba.
Esperemos que se puedan aplicar las lecciones de la mesa redonda
que se organizó en Polonia.”
A pesar de dichas restricciones, Pojar opina que los cubanos sí
pueden aprender algo de la experiencia europea. “Sobre la base
de la experiencia de los disidentes checos, People in Need siempre
ha fundado su política en dos baluartes. El primero, en
colaborar directamente con los miembros de la oposición.
No se trata solamente de dar un apoyo material, sino también
de brindar un apoyo moral e intercambiar conocimientos. Siempre
hemos trabajado afuera de la isla. Esto significa que tratamos
de llegar hasta el gobierno checo, los periodistas, las ONG y
los representantes checos, así como a las ONG en Europa
Central, Oriental y Occidental”.
Uno de los checos más destacados que se dedica en este
momento a realizar un trabajo de lobby, es el ex presidente Václav
Havel, ex líder del movimiento de los Derechos Humanos
Charta 77. Václav Havel trata de convencer a la UE sobre
la necesidad de endurecer la política europea para con
Cuba. Entre otras cosas, escribió un artículo de
opinión sobre el levantamiento de la así llamada
common position de la UE, a principios de 2005. “Los nuevos miembros
de la UE (que ingresaron en mayo de 2004) no olvidarán
su experiencia con el totalitarismo y la resistencia pacífica
contra el mal, y dicha experiencia se manifestará en su
comportamiento en los distintos órganos de la UE. Puede
ser que ésta sea la mejor contribución que puedan
brindar a las bases comunes, morales y políticas de una
Europa unida”, dijo el ex disidente, símbolo de la Revolución
de Terciopelo y ex Presidente de la República Checa.
También el obispo Václav Malí, uno de los
signatorios de Charta 77, salió en defensa del movimiento
disidente en Cuba y visitó el país en mayo de 2003,
después de conocer a Oswaldo Payá en 2002 en Praga.
Payá describió la ola de arrestos de marzo de 2003
como la “Primavera de Cuba”, remitiéndose a la Primavera
de Praga, de agosto de 1968, que acabó con la invasión
de las tropas del Pacto de Varsovia, encabezadas por Moscú.
Especialmente los países de Europa Oriental fueron los
que lucharon para que se entregara el premio Sacharov, que ofrece
el Parlamente Europeo, a Payá.
Modelos de transición de Chile y Nicaragua
En los años setenta y ochenta, Latinoamérica tenía
varios regímenes dictatoriales. Muchas veces, se trató
de dictaduras militares conservadoras, que recibieron apoyo de
Estados Unidos, por ejemplo, Chile. También existieron
algunos regímenes inspirados por el socialismo y orientados
contra Estados Unidos, por ejemplo, Nicaragua. El Papa Juan Pablo
II visitó ambos países. Tanto en Chile como en Nicaragua,
el Papa desaprobó a los mandatarios militares, pero esto
no produjo su caída. Pinochet cedió un poco, pero
los sandinistas se mantuvieron firmes en el poder.
El papel de la Iglesia en Chile dictatorial
En abril de 1987, el Papa visitó Chile. Después
de un golpe de estado contra el presidente socialista Allende,
el dictador Augusto Pinochet estuvo casi catorce años en
el poder y Chile se aislaba cada vez más del resto del
mundo. Igual que en Cuba, el Papa tenía dos mensajes para
Chile: describió al gobierno militar conservador como “dictatorial”.
Según un testigo, el Cardenal Angelo Sodano (que fue Nuncio
en Santiago de Chile y ahora es el segundo hombre
en el Vaticano, con su cargo de subsecretario), se produjo la
siguiente discusión entre el Papa y Pinochet:
- Pinochet: “¿Por qué es que la Iglesia siempre
habla sobre la democracia?¿Vale
realmente esta forma de gobernación más que las
otras?”
- Juan Pablo II: “No. Pero la gente tiene derecho a sus libertades,
aunque se equivoca cuando ejerce sus derechos.”
Algunos días después, al Papa apareció, junto
con Pinochet, en el balcón del Palacio Presidencial en
Santiago de Chile. En Roma, los católicos romanos de izquierda
colocaron fotos de este evento en toda la ciudad, en forma de
protesta. Sin embargo, el Vaticano afirmó que el objetivo
de la visita fue promover la reconciliación en Chile. En
Latinoamérica, los católicos conservadores utilizaron
las fotos para contrarrestar a los teólogos de la liberación.
Pinochet dejó un poco en paz a la Iglesia Católica.
En algunos casos, la Iglesia pudo transformarse en una base de
resistencia y de Derechos Humanos. “La Iglesia obtuvo gran prestigio,
brindando refugio y ayuda a los perseguidos por el régimen
militar, y por el trabajo humanitario de la Vicaría de
la Solidaridad, que se fundó en 1976. Dicha organización
recibió, en 1978, el Premio de la paz de la ONU.”
Esto no quita que los líderes superiores de la Iglesia
brindaron abiertamente apoyo a la dictadura de Pinochet (1973-1990).
En agosto de 1990, el Cardenal Jorge Medina, quien fue en aquel
entonces obispo de Rancagua y, más tarde, obispo de Valparaíso,
y un vehemente adversario de la teología de la liberación
manifestó: “La democracia no significa automáticamente
que Dios quiera llevarla a la práctica”. Cuando Pinochet
fue arrestado en Londres, en 1998, a pedido de jueces españoles,
el Vaticano desaprobó la eventual extradición de
Pinochet a España, y solicitó al gobierno británico
que le dejara volver a su patria. “La petición estaba fundada
en motivos humanitarios (edad y salud de Pinochet), políticos
(impulsar la reconciliación en Chile) y jurídicos
(respeto a la soberanía jurídica de Chile).”
El
papel de la Iglesia en Nicaragua revolucionaria
La visita del Papa a Nicaragua, en 1983, comenzó con un
pequeño escándalo. En aquel momento, el gobierno
de Nicaragua era la Junta de Daniel Ortega, cuyo Frente Sandinista
de Liberación Nacional (FSLN) había ganado la guerra
civil contra la dictadura militar conservadora de
Somoza, en 1979. El padre Ernesto Cardenal, también Ministro
de Cultura del gobierno sandinista, recibió al Papa en
la pista de aterrizaje y allí recibió una reprimenda
del Príncipe de la Iglesia, ya que, a pesar de ser sacerdote,
formó parte del gobierno ‘revolucionario’ de Ortega. En
una entrevista con las emisiones internacionales de la BBC, en
2004, Cardenal miró hacia atrás y se remitió
a la visita del Papa que había causado tanta confusión.
“El Papa cometió ese error creyendo que Nicaragua era Polonia.
Había dicho que Nicaragua era su segunda Polonia. Cuando
llegaba a Polonia, todo el pueblo lo aclamaba, un pueblo mayoritariamente
católico ante un gobierno comunista, que era antirreligioso.
En Nicaragua tenía un pueblo católico, pero también
revolucionario y, en vez de aplaudir al Papa, le protestó
y defendió su revolución. Esa fue una prueba de
fuego que tuvo la Revolución. Si el pueblo hubiese ovacionado
al Papa el gobierno caía esa misma tarde.”
Existían determinadas tensiones entre la Iglesia y los
sandinistas, pero también hubo
cooperación, por ejemplo, por la participación política
de los sacerdotes. De pronto, por la revolución nicaragüense,
Cuba tenía un aliado revolucionario a una distancia de
apenas dos horas de vuelo. Se inició un intenso intercambio
entre habitantes de ambos países. En Nicaragua, los cubanos
vieron que no necesariamente la Revolución y la Iglesia
deben estar enfrentadas, sino que pueden cooperar.
En 1984, Ortega convocó a elecciones, las que ganó.
Los sandinistas mantuvieron el poder hasta el 1990. En 1996, el
Papa visitó Nicaragua otra vez. Habló con satisfacción
sobre la transición del país de un “tablero de ajedrez
para las superpotencias” hacia una democracia pacífica.
El ex Presidente Daniel Ortega, ahora líder de la oposición,
le dio la bienvenida con anuncios en los dos mayores diarios del
país. Según algunos observadores, Ortega lo hizo
para engatusar a los católicos antes de las elecciones.
El
modelo de transición español
Entre 1939 y 1978, España estaba bajo el régimen
autoritario del General Franco. A nivel internacional, se considera
que la transición democrática relativamente tranquila
de España y Portugal fue un éxito. Ambos países
lograron “poner en marcha una serie de reformas legales, en el
marco de leyes e instituciones ya existentes. La gran ventaja
de este procedimiento es que existen
garantías para la posición del orden establecido
y que se evita que se produzcan represalias. El orden dominante
pudo desaparecer sin más comentarios y pasar la posta a
una generación más joven”.
Sin embargo, parece que será difícil aplicar el
modelo español a la situación cubana. La diferencia
más importante tiene que ver con la situación económica.
A diferencia de Cuba, España y Portugal tenían iniciativas
empresariales libres y lindaban con la CEE. Un factor que facilitó
la rapidísima transformación hacia un país
moderno y democrático, fue que la ‘izquierda’ (los republicanos
de la guerra civil), encabezada por el Primer Ministro socialista
Felipe González (1982-1996), no miró hacia atrás
con ira y España pudo afiliarse a la CEE.
Con la entrada de España en la OTAN, el aislamiento del
país se redujo aún más. El gobierno centralista
de Cuba causa atrasos estructurales para el país. Para
romper dicho atraso, Cuba podría comenzar a seguir el camino
de China, o sea, una reforma “bajo la dirección del orden
dominante” que implementa conscientemente reformas económicas
selectivas.
Franco, al igual que Castro, utilizó el turismo de masas
para obtener divisas para su Estado totalmente quebrado. De esta
manera, Franco logró, provisoriamente, prolongar su supremacía,
pero, al mismo tiempo, el turismo quebró el aislamiento
internacional de España.
Este cambio todavía no se ha producido en Cuba, porque
el régimen logra separar al pueblo cubano de los turistas
extranjeros.
Conclusiones: el ‘efecto Polonia’
Durante las últimas decenas del siglo pasado, distintos
países, católicos o comunistas, pasaron por un proceso
de democratización. El papel de la Iglesia Católica
nunca, o raramente, ha sido inequívoca. En algunos países,
hubo sacerdotes y religiosos que apoyaron directa o indirectamente
a la oposición democrática. En algunos otros, como
en España, la jerarquía eclesiástica apoyó
(pasiva o activamente) a las dictaduras establecidas. Sin embargo,
algunos líderes eclesiásticos, entre otros, el Papa,
actuaron como instigadores en algunos casos, o, como mediadores,
en otros, en las negociaciones entre la oposición y los
gobernantes.
Es difícil indicar qué enseñanza podría
sacar Cuba de los distintos procesos de transición que
se produjeron en Europa Oriental. Por el momento, sólo
se puede especular sobre el momento y la manera en que se producirá
la transición democrática en Cuba. Ni siquiera se
sabe si habrá más abertura después de la
muerte de Fidel Castro. A Cuba le falta todavía un líder
como Gorbachov, que comprenda la necesidad de poner en marcha
una versión cubana de la Perestrojka y Glasnost. Sólo
cuando llegue un momento con mayor abertura (democrática),
será posible analizar e incidir en el proceso. Sin embargo,
para
preparar el proceso es útil intercambiar conocimientos
y apoyo moral y material con los ex disidentes europeos. Su experiencia
ampliará y enriquecerá la visión de los disidentes
cubanos aislados.
Se pueden inferir, al menos, tres posibles procesos de transición:
un modelo dirigido por el orden dominante (el modelo de reforma),
el modelo de reconciliación o de concertación y
el modelo de conflicto.
Sobre la base de análisis internacionales, es posible plantear,
de manera tentativa, las
siguientes suposiciones:
- El modelo de transición más deseable, pero, lamentablemente,
menos probable para Cuba es el modelo de reconciliación
que vivieron Polonia y Hungría.
- Un escenario de democratización que es más probable
para Cuba es un modelo bajo la dirección del orden establecido,
al igual que el proceso que ocurrió en la Unión
Soviética a partir de 1995, bajo la dirección de
Gorbachov.
- No ocurrirá una verdadera transición en Cuba si
no hay uno o más líderes reformistas que tomen el
poder.
- Existe el peligro de represalias después de una transición
democrática en Cuba, entre otras cosas, por los cubanos
que viven en Miami. Los líderes reformistas podrían
evitar represalias, si pusieran en marcha reformas legales dentro
del marco jurídico existente.
- Para una transición exitosa en Cuba, es casi imprescindible
implementar profundas
reformas económicas. España pudo relacionarse relativamente
fácil con la CEE, por su economía capitalista. Cuba
podría tomar como ejemplo las reformas económicas
que se implementaron en China.
- Una futura abertura democrática en Cuba sólo podrá
sobrevivir, si la sociedad civil
desempeña un papel destacado en la transición, y
si recibe apoyo internacional.
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