Por
jose Plasencia
Cuba
es uno de los lugares preferidos del turismo sexual, por eso uno
no puede evitar ver la sonrisa irónica del interlocutor
cuando le cuenta el próximo viaje que vas a realizar.
Pues
afortunadamente ese no es mi caso, me parece muy fuerte hacer
más de 7000 Kms para tener sexo, qué pena.
Me
sorprendió comprobar como seis chicas que eran vecinas
en mi asiento del avión pasaba luego a la acción
y las pude ver en la Habana abrazadas a seis mulatos ("el
mito erótico de algunas").
Bueno,
pero empecemos por el principio:
Cuando
se juntan un grupo de amigos para decidir un viaje se puede llegar
hasta la Antártida en esa reunión. Pero una vez
que llega el día X y la hora H, el único que factura
las maletas es el que os escribe. Evidentemente el plan que me
proponían de ir con una pareja pues como que no...
Decidí
ir 15 días a Cuba yo solito para conocer esa isla maravillosa,
de la que tanto oí hablar. Reconozco que mientras esperaba
para entregar el pasaporte en el aeropuesto Martí y al
llegar al hotel me empezaron ciertas dudas (si me pasa algo, a
quien recurro), en fin, mejor no pensar, con el teléfono
de la embajada en mano y de un cubano que era amigo de una amiga
española (un poco enrevesado pero era así), empecé
mi estancia en Cuba.
Elegí
el hotel Capri, hotel barato y cutre, pero un lugar limpio y habitable
era suficiente para dormir..., me hice amigo de la señora
de la limpieza (hay que tener amigos hasta en el infierno), y
al ser barato me daría menos apuro dejar la habitación
sola si viajaba.
Por
la mañana del primer día me dispuse a seguir los
pasos de una guía muy famosa sobre la Habana.
Una
vez pasado el miedo inicial de encontrarme solo, me dije "voy
a dedicarme quince días para mí", olvidándome
de la tele, de los problemas diarios personales, del horario e
iba a hacer lo que me diera la gana.
Empecé
haciendo caso al libro- guía que llevaba: fui a conocer
la zona de Miramar, donde están las embajadas, vale, grandes
avenidas pero bah, tampoco me gustaba mucho.
Luego
fui a ver la maqueta de la habana, es curiosa, pero nada más,
tampoco me merecía mayor atención. Y por último
fui a ver el acuario de la Habana.
Eso ya fue una tomadura de pelo, cada 10 minutos anunciaban que
la actuación con los delfines iba a empezar, luego que
se posponía, luego que iba a ser..., así hasta que
dije "me tendré que ir porque si no hoy, los delfines
no duermen", yo creo que no había ni delfines, pero
bueno.
Es
entonces, cuando me di cuenta que las guías están
muy bien para ver los sitios clásicos y conocer una poco
de historia del lugar, pero lo mejor es patear uno mismo todos
los lugares y empezar a vivir en la habana, algo que no viene
en ninguna guía turística y por eso empezamos el
capítulo
Vivir
el día a día de la Habana.
Cada mañana bajaba a ver el amanecer en el Malecón
(6-7 de la mañana), no creo que haya vista más hermosa
que ver amanecer en el Malecón desde el Vedado paseando
en dirección a la Habana Vieja.
Luego
subía a desayunar y preparaba mis bocadillos que luego
nunca me comía, porque cuando empezaba a hacerlo se me
acercaba alguna persona mayor y yo no podía consentir que
pasaran hambre, así que con mucho gusto se los cedía.
En
esta nueva restructuración de viaje, me dirigí andando
por el Malecón hacia la Habana Vieja. Antes he de decir
que en el Vedado existe un mercadillo donde se pueden comprar
cosas interesantes y sobre todo es un goce para los oídos
hablar con los vendedores, auténticos profesionales de
lo suyo.
Después
me dirigí, come decía, a la Habana Vieja. No lo
puedo explicar muy bien, pero no entiendo como un lugar tan abandonado
sea tan hermoso, nunca me había pasado. Contemplar todas
esas casas grandes y en declive, que parezcan tan bellas, es algo
sorprendente.
Me
aficioné a ir a comer al barrio chino (nada que ver con
el concepto de barrio chino que tenemos en España). Aparte
de comer espléndidamente y barato, me parecía totalmente
surrealista que una china me hablara con acento cubano total,
yo miraba y miraba estuperfacto, pero era una rara experiencia
que repeti cuantas veces pude.
A
todo esto, ya me habían ofrecido sus servicios una cuantas
señoritas samaritanas del amor, que yo fui rechazando,
no porque no fueran bellas (aunténticas modelos mulatas)
sino porque ese no era el objetivo de mi viaje.
Ah,
se me olvidaba: si vais por primera vez a la Habana es importante
preguntar lugares para comer o dormir a personas mayores normalmente,
y nunca permitir que al que preguntes te acompañe, puesto
que luego pedirá al dueño del restaurante su comisión,
que este a su vez, te la pasará a ti. Si se pone muy pesado
el acompañante, es preferible darle un apretón de
mano y adios.
Otra
cosa que yo no hice fue enviar correspondencia que te daba la
gente porque según ellos tarda mucho en salir la carta
de Cuba , quieren que tú te lleves la carta a España
y la envíes desde ahí, yo reconozco que me daba
un poco de miedo entre otras cosas porque no sé lo que
llevo y no quiero que me amarguen el viaje en el aeropuerto.
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