Desde
hace muchos años quienes son titulados como abogados defensores
en Cuba, de hecho son asalariados de la parte acusadora. Los letrados
cubanos devengan sus salarios de los llamados "bufetes colectivos",
que son una dependencia del gobierno.
Por regla general en los casos de juicios políticos quienes
actúan como supuestos defensores en los juicios por los
llamados "delitos contrarevolucionarios" no llevan a
cabo ninguna acción para tratar de invalidar o moderar
las acusaciones de la fiscalía. En Cuba los abogados de
los opositores, en algunos casos, solamente piden clemencia para
sus defendidos. La llamada "justicia revolucionaria"
incluye la postura patriótica que debe observar el letrado
defensor. En la mayoría de los casos esa posición
se expresa en el juicio con la acusación contra su defendido
del propio abogado defensor, quien debe probar ante el tribunal
que no se solidariza con su defendido en cuanto a combatir la
revolución.
En Cuba se ha llegado al extremo de que los realizadores del cine
cubano (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfica)
en la década de los 70 elaboraron un filme titulado "Ustedes
tienen la palabra". En esta película el abogado defensor
de los acusados por delitos políticos, con total impudicia,
elabora una acusación contra los reos que es aún
más dura que la elaborada por la fiscalía y pide
la pena de muerte por traición a la patria para su defendido.
Esta muestra del cine revolucionario cubano lo explica todo.
De esta manera queda bien claro que la justicia en Cuba ha sido
trocada por Fidel Castro en un instrumento de venganzas políticas
para aplastar a sus opositores o críticos y perpetuarse
en el poder. Se puede recordar el fusilamiento del General Arnaldo
Ochoa y de otros altos oficiales castristas por supuesto delitos
que ni aun contemplaban una sanción de pena de muerte en
el actual código penal cubano.
Desde los primeros años del poder castrista, cientos de
solicitudes como observadores de organizaciones internacionales
de derechos humanos y de abogados fueron descartadas.
Apuntes históricos sobre la pena de muerte en Cuba
La pena de muerte en la jurisprudencia cubana proviene del estado
de ley marcial permanente con que la colonia española gobernó
la Isla casi ininterrumpidamente. Aún en los períodos
de guerra, cuando la pena de muerte era debatida ante los consejos
sumarísimos españoles, los acusados contaron con
una defensa apropiada. El ejemplo más notorio fue el juicio
de 1871 de 8 estudiantes de medicina de la Universidad de La Habana,
a quienes un fiscal español pidió pena de muerte
por traición y sin embargo, fueron absueltos tras la defensa
del abogado militar Federico De Capdevila. Los ocho jóvenes
fueron después virrtualmente linchados por una turba de
paramilitares insubordinados, pero la justicia penal militar española,
en el juicio formal, los absolvió por falta de pruebas.
Durante los primeros 38 años de República, la pena
de muerte sólo se aplicó en algunos casos excepcionales,
como reflejo de la influencia de las antiguas leyes penales españolas
sobre el sistema legal cubano. Sin embargo, la incorporación
a plenitud de los principios liberales sobre derechos civiles
y políticos del ciudadano en la constitución de
1902, dejó establecida todo tipo de garantías individuales
frente a cualquier tipo de abuso del poder judicial.
La constitución de 1940 abolió la pena de muerte
y se abrió una nueva etapa en el derecho penal cubano al
establecerse un nuevo pensamiento sobre la lucha contra el delito.
El concepto punitivo de código penal fue sustituido por
una nueva visión que quedó establecida bajo el nuevo
calificativo de Código de Defensa Social de la República
de Cuba. Es decir, en lo adelante, la sociedad se defendió
frente a los transgresores de la ley estableciendo salvaguardas
aún más sólidas que la de la Constitución
de 1902 para impedir cualquier violación de las gararantías
procesales.
Fidel
Castro llega a la vida pública cubana vinculado al gansterismo
político de los años 40. El asesinato de sus oponentes
quedó sentada como su fórmula personal de castigo.
Cuenta de este modus operandis fueron los asesinatos de Manolo
Castro y de Oscar Fernández Caralt, procesos penales en
los que Fidel Castro fue acusado como uno de los actores principales.
Las fallas de la democracia cubana impidieron que se hiciera justicia,
y las influencias obligaron al sobreseimiento de ambos procesos.
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