Por
Graciella Cruz-Taura
Es difícil ignorar la coreografía detrás
de la visita sorpresa de Castro a El Cerro. Se encontraban allí
más de 50 trabajadores, incluyendo al jefe de obra.
Habían
estado trabajando pasada la medianoche después de un largo
y agotador día de verano transcurrido en la construcción.
Casualmente
esta misma noche fue escogida por el director y otras personas
relacionados con la escuela para prestar sus servicios voluntarios.
Un reportero de Granma estaba convenientemente a mano y la electricidad
no falló durante la hora en que Castro preguntaba sobre
las escuelas del vecindario. Para que no haya dudas en la mente
del lector, las fotografías presentan a un grupo de personas
agradecidas y fascinadas con su líder. “Esta es una
tribuna abierta”, dijo un joven al reportero, aludiendo
al talante desenfadado y receptivo de Castro y a su relación
con su pueblo.
El análisis de noticias anterior lleva a concluir que Castro
se encuentra detrás de la recreación de una nueva
campaña de alfabetización. Más significante
es su promesa de que cada estudiante tendrá acceso a una
educación universitaria, la meta educativa más ambiciosa
que reviviera durante el verano de 2002. “No estamos hablando
de las universidades en plural, sino solamente de una, porque
el país entero va a ser una sola universidad.”
Ésta
no es una idea nueva. Recordemos que en el discurso del 13 de
marzo de 1969, realizado cada año en conmemoración
de la muerte de los líderes estudiantiles durante la lucha
contra Batista, Castro había prometido a los cubanos la
“universalización de la universidad”.
La
frase fue efectiva como lema destinado a capturar los sueños
de la primera generación revolucionaria. Después
de treinta y cinco años, Castro habla de “convertir
el país en una universidad, en una gigantesca fábrica
de profesionales e intelectuales, [un país] cuya principal
fuente de riqueza será el conocimiento”.
Los
que recuerdan su incapacidad para alcanzar esta meta hace más
de tres décadas saben que sus palabras no son más
que retórica. Por otra parte, vale la pena preguntarse
cuál es el objetivo real de tantos universitarios más
allá de los programas de solidaridad internacional.
Retos Provenientes del Interior del Sistema Las manifestaciones
de la sociedad civil están confrontando el poder establecido
y cuestionando la legitimidad de la Revolución. La formación
de grupos y asociaciones carentes de legitimidad oficial demuestran
la necesidad que siente la población de rescatar la civilidad
en formas que el gobierno parece incapaz de proporcionar.
Entre
estos numerosos grupos disidentes, tres están directamente
involucrados con la rehabilitación de la educación:
(1) Proyecto de Bibliotecas Independientes;
(2) Centro Católico de Formación Cívica y
Religiosa de Pinar del Río, en la provincia más
occidental de Cuba; y
(3)
Colegio de Pedagogos Independientes de Cuba. Sus acciones y declaraciones
públicas ofrecen mucha luz sobre la reetructuración
del sistema educativo en una era de transición.
Bibliotecas Independientes
En una aparición pública en la Feria Internacional
del Libro de La Habana en febrero de 1998, Castro explicó:
“En Cuba no hay libros prohibidos, lo que no hay es dinero
para comprarlos”. Fue la excusa utilizada por Berta Mexidor
Vásquez, economista de la provincia oriental de Las Tunas
y madre de dos hijos, para establecer una biblioteca independiente
en su propia casa, un lugar donde los cubanos carentes de dinero
para comprar libros pudieran tener acceso a cualquier publicación.
Colocando un letrero en su puerta con las propias palabras de
Castro, “no hay libros prohibidos”, como forma de
evitar la censura, Mexidor y su esposo, Ramón Humberto
Colás Castillo, establecieron la Biblioteca Independiente
Félix Varela. Así ofrecían a sus vecinos
la oportunidad de practicar libremente el ejercicio del pensamiento,
sin necesidad de estar atado a una sola línea de creencias.
Su casa repentinamente fue inundada de materiales de lectura.
Antes de concluir el año 1998, 13 bibliotecas independientes
ofrecían materiales de lectura sin restricciones a lo largo
de la isla. Poco tiempo después, estas bibliotecas ofrecían
grupos de discusión y actividades para niños. El
gobierno se vio obligado a inaugurar bibliotecas vecinales oficiales
y se dio a la tarea de acosar a la iniciativa no oficial.
Colás y Mexidor tuvieron que recurrir al asilo político
en 2001 por su hazaña de ofrecer
libros a la población. A comienzos de 2003, operaban en
Cuba 103 bibliotecas independientes, con 182.715 lectores registrados.
Si bien la mayoría de las bibliotecas independientes han
recibido nombres de destacadas figuras cubanas del formativo siglo
XIX, algunas han desafiado a la censura abiertamente. Veamos este
caso: en el año 2001 se estableció una biblioteca
en Puerto Guayabal, provincia de Las Tunas y fue nombrada “Reinaldo
Arenas”, novelista cubano proscrito por el régimen.
Los héroes de la historia cubana del siglo XIX no son foco
de estudio en el currículo escolar; si se les nombra es
para acusarles de burgueses o para presentarlos como protomarxistas,
como es el caso de José Martí. No es inocente que
se aluda a estas olvidadas o distorsionadas figuras al nombrar
una biblioteca independiente.
El interés que los cubanos han demostrado por las bibliotecas
independientes pone de manifiesto la búsqueda de libre
información y de ideas alternativas en quienes viven en
una sociedad marxista-leninista. Para Ramón Humberto Colás,
psicólogo de profesión, detrás de la aceptación
de las bibliotecas independientes se puede leer una búsqueda
de elevación espiritual.
Afirma que el efecto más devastador de la educación
revolucionaria es su falta de contexto ético. Considera
que las mujeres en particular, al ser blanco de la prostitución,
son más propensas a vivir en un estado de amoralidad que
los hombres.
La
falta de autoestima que veía en las ellas, algunas todavía
en laprimera adolescencia, es el signo más alarmante de
la necesidad que Cuba tiene de rehabilitarse a través de
una educación que defina valores. Piensa que las bibliotecas
independientes pueden continuar abriendo sus puertas a quienes
las buscan. Colás considera que todos los esfuerzos para
reestructurar la educación se deben reducir a un objetivo:
permitir a los cubanos aprender sobre ellos mismos, de modo que
puedan escribir su propia historia. A primera vista, la afirmación
parece anticuada, sin embargo, encierra una notable clarividencia.
La historia que se enseña a los cubanos está repleta
de jerga marxista, e incluso el materialismo dialéctico
marxista se distorsiona para justificar la Revolución de
1959. Los personajes pierden historicidad al convertirse en prefiguraciones
de Castro.
El tiempo pierde cronología cuando Castro declara que la
Guerra de los Diez Años que comenzó en 1868 duró
cien años y todos los libros tienen que ajustarse a esta
tesis.
Si
los cubanos pudieran investigar su historia y enseñarla
a sus hijos sin estar atados a la interpretación oficial,
se podría decir que están siendo educados para pensar
y para decidir el destino de la isla.
Un Movimiento Cívico basado en la Iglesia Católica
Dagoberto Valdés Hernández, ingeniero agrícola
y padre de tres hijos, fundó en 1993 el Centro Católico
de Formación Cívica y Religiosa. En 1994publicó
por primera vez Vitral con el apoyo de su diócesis y de
organizaciones internacionales, tales como la Fundación
Konrad Adenauer.
El
Centro patrocina varios grupos focales: un grupo de economistas
dedicados a promover que “cada ciudadano sea protagonista
de su propia economía familiar, social y nacional”;
un grupo de educadores que ofrecen talleres en “educación
académica, ética y cívica” a estudiantes
de octavo y noveno grados; un grupo de computación que
entrena a quienes no tienen otro acceso a esta tecnología;
y grupos de consultoría cívica que organiza conferencias
y que trabaja proporcionando “consejo jurídico, psicológico,
ético y cívico”.
Además
de los boletines producidos por cada grupo, Vitral toca muchos
de los temas sociales y culturales que enfrentan hoy los cubanos.
El gobierno ha hostigado a Valdés por su activismo. En
1991 ocupó el puesto de presidente del Consejo Científico
de la Industria del Tabaco en Pinar del Río, una plaza
importante debido a que los mejores tabacos de Cuba provienen
de esta región.
En
1996 el gobierno lo reasignó a una brigada de limpiar maleza.
Este último nombramiento no le ha impedido editar Vitral,
publicación a la que se puede acceder electrónicamente.
Valdés escribe con frecuencia sobre la situación
educativa. La siguiente selección procede de un editorial
de Vitral:
…[en Cuba] se han hecho grandes esfuerzos para que la instrucción
pública llegue a todos. El problema aquí es otro:
los cubanos no podemos elegir el enfoque filosófico, los
métodos pedagógicos, la orientación religiosa,
ni el tipo de escuela que queremos
para nuestros hijos.
A cambio de la masividad hemos abandonado la responsabilidad personal
de educar. A cambio del acceso gratuito a la instrucción
no hemos ejercido la libertad de elegir el tipo de educación.
Y cuando expresamos que esto es un problema se nos dice que debemos
dar gracias por la oportunidad de poder estudiar gratuitamente.
A cambio de
la gratuidad hemos descuidado la calidad.
La gratuidad tiene un precio en Cuba: agradecer y ser
fieles.
Agradecer está bien, es bueno ser agradecidos y ser ingratos
es una forma de miseria humana. Pero la ayuda que crea dependencia
no libera, sino encadena; ata con lazos invisibles y más
crueles por ser sutiles; cambia libertad por seguridad. Convierte
al hombre en prisionero de su miedo a perder las pocas seguridades
que le vienen dadas. Sobrevivir y tener algo es preferible para
muchos que asumir las riendas de su vida con independencia, porque
siempre supone riesgo.
No desearíamos las brutales desigualdades que se viven
en otros sistemas y países.
Pero las desigualdades están viniendo de todas formas y
no a cambio de mayor libertad y responsabilidad sino impuestas
por mecanismos económicos que nos colocan ante lo peor
del capitalismo y lo peor del socialismo. Lo peor del socialismo
es la falta de libertad personal, la dificultad para elegir, no
tanto lo que podemos hacer, sino lo que queremos ser. Lo peor
del capitalismo son las injusticias
sociales que engendran desigualdad.
Lo esencial del problema de la educación en Cuba no es
el acceso a la instrucción sino la falta de pluralismo
dado su carácter ideológico único y excluyente.
En otras palabras: si es verdad que todos tienen acceso a la instrucción,
los padres no pueden elegir libremente el tipo de educación
que creen mejor para sus hijos.
[…] Elegir el estilo pedagógico es, por ejemplo,
poder optar entre una educación paternalista y manipuladora
y una pedagogía liberadora y respetuosa de la dignidad
y los derechos de la persona.
La educación paternalista garantiza que todos los “alumnos-hijos”
reciban del “Estado-padre” una instrucción
segura cuya finalidad es repetir y continuar en los hijos ideas
y actitudes idénticas a las de los mayores; esto ocurre
también en el ámbito de una familia autoritaria,
o una institución religiosa paternalista y no participativa.
Es una correa de transmisión que impulsa y reitera el mismo
movimiento al mismo ritmo.
No educa personas sino máquinas repetidoras. Asegura fidelidad
ciega o ingenua, pero convierte a los ciudadanos en una carga
para el Estado, la Iglesia y la familia; en una masa amorfa y
sin voluntad que hace de la desidia un estilo de vida cotidiano.
La educación paternalista y manipuladora es seguridad para
hoy e incertidumbre para mañana, porque cuando toque decidir
con cabeza propia en el momento en que no se tenga la tutela de
arriba, se cae fácilmente en la indecisión y la
corrupción.
La educación liberadora y pluralista, en cambio, es riesgosa
e insegura hoy y garantía de la adultez cívica y
la autonomía de las personas y de la sociedad civil de
mañana. Riesgo del niño que comienza a dar los primeros
pasos, pero todos sabemos que sin correr este riesgo nadie sabría
hoy caminar con sus propios pies. ¿De qué nos asombramos
cuando vemos personas y grupos postrados moral y socialmente?
La educación liberadora no es apertura al libertinaje sino
a la responsabilidad personal y social. Sólo el que es
libre de elegir puede asumir la responsabilidad de su actuación.
La educación pluralista no es apertura al relativismo moral
y al “todo vale”, es descubrir la riqueza de la diversidad
y respetarla como garantía del aprecio a los derechos de
cada persona.
Cada padre y madre cubanos tiene el derecho a elegir entre estos
dos estilos pedagógicos […] No nos engañemos:
con una única opción educacional el carácter
de los jóvenes se debilita en la rutina, no se enriquece
la vida en el debate, se deshumaniza el alma de la nación
por el tedio existencial del monolitismo ideológico; y
sin un sistema educacional donde haya posibilidad real de acceso
a alguna inspiración religiosa, se seca el espíritu
humano “porque nada en él alimenta la virtud”.
Este editorial de Vitral bien podría reunir las inquietudes
sobre educación de los pensadores disidentes en Cuba; otras
publicaciones expresan también preocupaciones parecidas.
Varios artículos de Espacios, por ejemplo, enfocan temas
similares, tales como la necesidad de los padres de escoger la
escuela de sus hijos, la necesidad de la formación ética
y cívica y el daño que hace la inclusión
de la ideología marxista en las aulas.
Espacios
es publicado por el Equipo Promotor para la Participación
Social del Laico.
Educadores Independientes
El tercer grupo disidente es el Colegio de Pedagogos Independientes
de Cuba, fundado en junio de 1996.58 Organización que declara,
después de 8 años de funcionamiento, que representa
al menos a 300 maestros a lo largo de la isla, muchos vinculados
también con otros grupos disidentes. Entre ellos se encuentra
Moisés Leonardo Rodríguez Valdés, quien en
la actualidad es uno de los vicepresidentes y además fundador
de Corriente Martiana, una asociación de intelectuales
que, siguiendo el pensamiento de José Martí, se
opone a la corriente de la ideología oficial. Algunos de
los integrantes del Colegio trabajan en el sistema escolar oficial,
pero muchos, como su presidente, Roberto de Miranda59 se vieron
obligados a dejar la profesión por razones ideológicas
y permanecen activos enseñando sólo a través
de iniciativas privadas, tales como las salas de repaso (programas
de ejercicios y tutoría) y actividades que se realizan
en las Bibliotecas Independientes.
La plataforma que desarrolla el Colegio desafía abiertamente
al modelo educativo establecido por la Revolución. Recordemos
que ésta se propuso la meta de forjar un hombre nuevo,
concepto basado en la ideología marxistaleninista y articulado
por el Che Guevara.60 Como alternativa, el Colegio propone educar
ciudadanos para la Nueva República Martiana, una república
basada en el pensamiento de José Martí, incuestionablemente
la figura nacional más reverenciada de Cuba. El modelo
se adhiere a los lineamientos de la UNESCO para el Desarrollo
Humano, pero incorpora la concepción de Martí sobre
el ciudadano en una sociedad libre. Para respaldar su propuesta,
el Colegio cita con frecuencia los escritos de Martí sobre
la educación y hace referencia a las ideas de otras figuras
fundacionales cubanas del siglo XIX, tales como Félix Varela,
José de la Luz y Caballero, Ignacio Agramonte y Enrique
José Varona, entre otros. Esto no es nada nuevo en el pensamiento
pedagógico cubano: las publicaciones oficiales hacen frecuentes
referencias a pensadores del siglo XIX, pero distorsionan la intención
original inspirada en el pensamiento liberal de Occidente.
A continuación, el Cuadro 2 describe el “hombre”
que cada sistema espera educar:
Claramente, cada sistema busca educar una persona que pueda contribuir
a la perpetuación de un determinado orden: el hombre nuevo
para el estado socialista y el ciudadano para una propuesta (y
por lo tanto, todavía idealizada) de nueva república.
Los modelos que se desean formar están bien establecidos
en cada caso. Los niños cubanos hoy en día comienzan
cada jornada escolar con un juramento de adhesión:
Pioneros por el comunismo, ¡seremos como el Che!
En contraste, el modelo no oficial del Colegio busca formar un
seguidor de José Martí, a través de la enseñanza
de sus ideas sobre la educación y sus consideraciones sobre
una Cuba independiente y socialmente justa. El uso de Martí
para crear una agenda educativa orientada a la construcción
del país es anterior al castrismo y no se ha librado del
sesgo marxista.
Su
apostolado se extiende a la Constitución Cubana de 1976
y fue enfatizado más aún después de las revisiones
de 1992. El Colegio, al articular sus bases en el pensamiento
martiano, hace un esfuerzo por rescatar lo que percibe como tradiciones
nacionales y recupera la figura de Martí, representante
de la Ilustración y personaje que encarna en sí
mismo la emancipación latinoamericana de España.
El cuadro 3 compara y contrasta la orientación cívica
que cada sistema promueve en el hombre:
Es significativo que los que escogen analizar las condiciones
de manera independiente y proponen la reforma educativa de la
Cuba del mañana recurran al pensamiento de los fundadores
de la patria, y particularmente a los escritos de José
Martí, después de cuarenta y cinco años de
ideología marxista-leninista.
¿No sería de esperar que la generación actual
quiera intentar nuevas ideas y métodos, incluso teorías
no probadas? ¿No son las ideas del pasado las responsables
de las condiciones que hicieron surgir la Revolución, en
primer lugar, y por lo tanto, son indeseables para quienes abogan
por el cambio? ¿Para qué arriesgarse volviendo a
crear siquiera una de aquellas condiciones? Los lineamientos recomendados
por el Colegio alaban los esfuerzos educativos y valores sociales
previos a 1959, y, por lo tanto, deben ser considerados incluso
como reaccionarios. Después de tantos años, ¿podría
esto atribuirse a la nostalgia?
Las
personas entrevistadas hicieron frecuentes referencias a las actividades
y al tipo de educación que sus padres y abuelos todavía
recuerdan de sus días escolares en los años cincuenta.
Dentro de la isla se pueden oír todavía historias
orales acerca de las escuelas de Cuba antes de la Revolución.
Por ejemplo, el pedagogo independiente Juan Carlos Martínez
Núñez, me contó cómo hasta 1960 la
escuela secundaria pública del lugar, el Instituto José
Antonio Saco, organizaba un programa cívico semanal al
cual se invitaba a los padres. Nacido en 1954, solo conocía
de oídas estos programas. Ahora, desafiando a las autoridades
locales, trata de conducir una actividad especial cada viernes
en un centro cultural que dirige en su propia casa. El centro
toma el nombre de Antonio Bachiller y Morales, quien al igual
que José Antonio Saco, fue un intelectual del siglo diecinueve.
Además de ofrecer clases de arte y supervisión de
las tareas, Núñez patrocina actividades culturales
con el propósito de enseñar a los niños y
a sus padres aquellos elementos de historia de Cuba que han sido
borrados de los programas oficiales de estudio.
El rechazo del presente juega un papel preponderante en el deseo
de regresar al pasado, no importa cuán idealizado este
pasado pueda estar. Al entrevistar a maestros disidentes, siempre
les preguntaba cuáles elementos del sistema educativo revolucionario
desearían salvar. Algunos tuvieron gran dificultad para
encontrar una respuesta sin condicionarla. Algunos alabaron el
aumento de escuelas rurales.
olamente
el programa de almuerzo escolar se libró de serias críticas.
Sin embargo, sería injusto considerar el rechazo que los
disidentes hacen de la experiencia revolucionaria como algo estrictamente
subjetivo. Su clarividente análisis del pensamiento de
Martí es admirable, teniendo en cuenta el uso selectivo
e intenso de las ideas martianas por parte del régimen.
Castro se refiere a Martí como el autor intelectual de
la revolución.
Incluso la Constitución cubana yuxtapone a Marx y a Martí
como modelos socialistas, reduciéndolos a instrumentos
de propaganda.
Es evidente que los ideólogos revolucionarios encontraron
útiles las ideas de Martí sobre justicia social
y abnegación, aunque en la práctica del régimen
comunista estos conceptos se tradujeron a lucha de clases y represión.
Los esfuerzos que hace el Colegio para recobrar las intenciones
originales de Martí y establecer la república y
la pedagogía que él soñó para Cuba
sugieren algo más que una reacción a la Revolución
de 1959. El Colegio busca revivir los sueños nacionales
incumplidos, que datan de principios del siglo diecinueve. Ya
en 1923, la primera generación que alcanzó la madurez
después de la independencia reafirmó con fuerza
la visión martiana de la nación cubana. Félix
Lizaso, miembro de esa generación, lo expresó sucintamente:
Martí quería una república del pueblo, capaz
de promover el bienestar económico, la igualdad racial,
proporcionando una educación sólida y completa,
no excesivamente academicista, con honestidad en la administración
y en la vida pública. [Un gobierno] enfocado en la búsqueda
de la identidad nacional, para encontrar soluciones reales a sus
problemas… Pero esta labor por la redención del pueblo
no puede conseguirse con lemas foráneos ni con fórmulas
aplicables a realidades distintas de la nuestra.
De la misma manera, quienes en la primera mitad del siglo veinte
no estaban satisfechos con el estado de cosas buscaron en los
escritos de Martí la inspiración.
Los disidentes cubanos hoy en día continúan haciendo
lo mismo. Su rechazo del espíritu revolucionario puede
estar relacionado con el darse cuenta de que el régimen
comunista trastoca la república de Martí, un valor
históricamente grabado en sus corazones.
Julie Bunk, estudiosa de ciencias políticas, ha señalado
que los esfuerzos de Castro para establecer una cultura revolucionaria
en Cuba han fallado a pesar de la persuasión y la coacción
que han sido aplicadas alternadamente y con intensidad.
Excepto
en el caso de los deportes, en los que tanto el pueblo y el gobierno
cubanos se han beneficiado con la adopción de una ética
deportiva revolucionaria, Bunck analiza las estrategias del régimen
encaminadas a cambiar la cultura del trabajo, la mujer y la juventud,
y encuentra que la cultura tradicional se resistió a cualquier
transformación. A pesar de todos los recursos que el gobierno,
por el hecho de tener el monopolio de la educación, pudo
dedicar a la enseñanza de la ideología marxista-leninista,
el nuevo hombre socialista no ha aparecido. Las conclusiones de
Buck contribuyen a explicar por qué persiste entre los
maestros cubanos disidentes un deseo de dejar de lado la pedagogía
marxista y recobrar la tradición educativa pre-revolucionaria,
para avanzar en una dirección diferente.
Los programas de transición en Europa del Este y la antigua
Unión Soviética revelan también el fracaso
del marxismo-leninismo en su intento de transformar culturas tradicionales,
no importa cuán afectadas se hayan visto. Si bien es cierto
que la conciencia pública de los fracasos facilita el apoyo
para la rehabilitación de un sistema educativo, los esfuerzos
de estas sociedades para restaurar la educación en la era
post-comunista se enfrentan con las altas expectativas de quienes
están aguardando esa rehabilitación. Un nuevo programa
educativo en Cuba tendrá que hacer frente a las esperanzas
y temores de una sociedad abierta, señalando las limitaciones
de la democracia y las imperfecciones de la economía de
mercado. La educación cívica deberá enfatizar
que la democracia es un proceso, no un nuevo sendero para acceder
a la utopía prometida por el marxismo y sus variantes.
La idealización del pasado puede contribuir a elevar el
espíritu humano, pero, tal como los movimientos románticos
del siglo XIX han demostrado, lo hace sin considerar las limitaciones
de una sociedad abierta. Este ejemplo lo ilustra: la disidente
Bertha Mexidor, fundadora de las Bibliotecas Independientes, incluye
en su crítica del sistema educativo cubano el control gubernamental
sobre las carreras profesionales. Menciona la omisión de
los intereses vitales y las aptitudes, y cómo el elemento
ideológico juega un papel importante. Hace hincapié
en que el estudiante no tiene garantía de encontrar trabajo
en el área profesional que se ve obligado a escoger. Su
opinión acerca del mapa profesional que el gobierno de
Cuba planifica es acertado. Sin embargo, Mexidor olvida que incluso
en la sociedad de mercado abierto, donde las opciones del estudiante
para cumplir sus sueños profesionales deben sopesarse con
sus aptitudes y posibilidades financieras o de asistencia económica,
no hay garantía de que el egresado universitario encuentre
el trabajo soñado. Una sociedad cerrada es la que genera
esa deficiente lógica.
La queja de Mexidor tiene su origen en la comprobación
de que
(1)
el sistema socialista promete otorgar lo que decide que se necesita;
para ello evalúa las preferencias ideológicas del
individuo, y no toma en cuenta la manera en que el individuo piensa
que puede contribuir mejor con la sociedad; y
(2)
el sistema no puede alcanzar lo que promete porque las necesidades
sociales y las demandas económicas no siempre coinciden
con lo que han programado los planificadores del partido. Según
este análisis, la disidente concluye que la negación
de
(1):
un sistema abierto, donde el individuo escoge la carrera que considera
mejor, resultará en la negación de
(2):
la carrera elegida. Así, idealiza que en una sociedad abierta
todos sus sueños pueden ser realidad.
El caso anterior tiene mucho en común con la experiencia
que ha sido documentada en Europa Central y del Este. El individuo
desea vivir en una sociedad abierta, pero no puede liberarse completamente
del paternalismo propio del sistema comunista. Incluso intelectuales
como Mexidor, que han rechazado conscientemente este paternalismo,
necesitan luchar contra similares patrones de pensamiento recurrentes.
Quienes
consideren elaborar recomendaciones sobre la reestructuración
del sistema deben tener en cuenta que cualquier revisión
curricular necesita considerar las realidades, procesos y la historia
que han afectado a los posibles beneficiarios. La implantación
de reformas educativas está destinado a ser un proceso
largo y gradual, que debe ajustar su ritmo a los cambios globales
que el país estará al mismo tiempo
experimentando.
Diagnóstico
El sistema educativo cubano está sujeto a las restricciones
de la pedagogía marxista y como tal carece de
(1)
la independencia para liberar los contenidos y los métodos;
y
(2)
la capacidad de proporcionar a la población los medios
para involucrarse en el desarrollo de una economía auto-sostenible.
Esto último llama particularmente la atención, ya
que el gobierno se ha esforzado durante más de cuarenta
años en aumentar la productividad del trabajador y diversificar
la economía.
Las imposiciones ideológicas pueden identificarse como
culpables de que los esfuerzos por reactivar la economía
hayan fracasado.
El sistema cubano copia el de los países del bloque soviético:
tiene éxito en proporcionar a toda la población
acceso al sistema educativo y entrenamiento científico
a quienes califican en áreas especializadas. Al mismo tiempo,
fracasa en la calidad general de la educación y la relación
costo-efectividad debido a su estructura centralizada e ideológicamente
sesgada. El sistema cubano sufre de un débil liderazgo
administrativo que tiene sus bases en el clientelismo que analiza
el perfil político de los individuos para ofrecer empleos;
por otra parte, la inmensa burocracia también contribuye
a su ineficacia.
La falta de concordancia entre la educación vocacional
y las necesidades del mercado laboral es uno de los graves errores
de la economía revolucionaria. Esta situación se
ha intensificado desde el comienzo del “Período Especial”:
los salarios en pesos no alcanzan a cubrir el costo de la vida
y es más fácil conseguir los ingresos necesarios
participando en el sector turístico, lo cual no requiere
mayor preparación. Los profesionales se alejan de sus puestos
de trabajo. Y el sistema educativo se ve directamente afectado
cuando los maestros abandonan permanentemente el aula o que se
ausentan con frecuencia. El sistema sufre asimismo un fuerte impacto
cuando los estudiantes de enseñanza media, secundaria y
universitaria deciden ganar dólares en distritos turísticos
en vez de permanecer en sus sitios de estudio.
Una iniciativa reciente busca convertir a jóvenes desempleados
y carentes de verdadera vocación en maestros mediante un
año de entrenamiento pedagógico. Más preocupante
aún que la preparación inadecuada es la ausencia
de vocación, combinada con la falta de incentivos monetarios,
que se encuentra entre los maestros emergentes, como se denomina
a los nuevos graduados.
El sistema educativo cubano sigue imponiendo y monitoreando planes
de estudio basados en la ideología marxista. Todos los
contenidos de los cursos y las experiencias de aprendizaje de
los alumnos se ven afectadas por este mandato limitante. Los procesos
de aprendizaje inadecuados disminuyen el potencial de aprendizaje
de los alumnos. A estas condiciones se agregan la mínima
motivación de maestros y estudiantes, una creciente dependencia
en sustitutos carentes de entrenamiento, maestros emergentes,
y alumnos que ejercen como maestros. Los edificios deteriorados
también afectan las condiciones de aprendizaje. Un proyecto
importante que pretende construir y restaurar edificios escolares
ha estado en curso en el área de La Habana, el cual, ha
sido muy reseñado en la prensa nacional. Lamentablemente,
no hay evidencias en los reportajes que sugieran que la construcción
y remodelación se extenderá a otras regiones en
un futuro cercano, lo que parece indicar que todavía tendremos
que esperar para ver otras escuelas similares a la escuela rural
modelo de la Ciénega de Zapata.
Las
escuelas rurales son las más necesitadas de reparaciones.
Los difíciles tiempos económicos han recortado aún
más el presupuesto, lo cual impide proveer de tecnologías
electrónicas a las instituciones educativas.
En esta materia también las escuelas del área de
La Habana se han beneficiado con laboratorios de computación
y han gozado de cursos de instrucción sobre su uso básico.
Para septiembre de 2003 se anunciaba que el canal de televisión
educativa llegaría a las restantes 10 provincias que no
tenían dicho acceso.
Varias instituciones cubanas de enseñanza superior imparten
actualmente cursos en línea. El sitio electrónico
del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente
(CITMA) ofrece descripción de estos programas y detalles
para los estudiantes extranjeros que deseen inscribirse.
Pero el limitado acceso de los cubanos a computadoras provoca
que estos programas sean dirigidos solamente a un minúsculo
porcentaje de la población y a estudiantes extranjeros
que pagan sus cuotas en dólares.
La participación de los padres en las escuelas se canaliza
a través de organizaciones locales oficiales, esto paraliza
cualquier esfuerzo de la comunidad para complementar la educación
de los niños o para exigir de las autoridades mejores servicios.
Recomendaciones Sobre Políticas de Rehabilitación
Las recomendaciones para rehabilitar la educación cubana
son numerosas y se ubican en las cinco categorías recogidas
en el Cuadro 4 de la página anterior. Estas recomendaciones
pueden ayudar a las autoridades a reconocer la necesidad de reestructurar
el sistema educativo con el objeto dejar atrás la experiencia
revolucionaria de más de cuatro décadas.
Si
bien es cierto que muchas de estas recomendaciones pueden tener
éxito por sus propios méritos y algunas pueden ser
puestas en práctica bajo el actual régimen, sólo
un plan global que incluya liberar los programas de estudio de
la ideología marxistaleninista puede rehabilitar verdaderamente
el sistema educativo cubano.
Las experiencias de transición rusa y checa de la última
década sugieren que las estructuras y los esquemas no deben
ser alterados con demasiada rapidez. Las escuelas cubanas deben
proceder a modificar las relaciones de grado/nivel y los requerimientos
generales después que los cambios adoptados inicialmente
puedan ser evaluados de manera adecuada.
A continuación, explicamos las recomendaciones.
Generales
Quienes busquen rehabilitar el sistema educativo cubano deben
estar dispuestos a discernir entre sus múltiples elementos,
y escoger aquéllos que merezcan activación y/o apoyo
continuado. Un operativo de salvamento requiere más creatividad
y evaluación que la demolición radical del sistema
existente. La educación cubana posee suficientes fortalezas
que los reformadores puedan capitalizar. Es imprescindible que
cualquier gobierno de transición esté comprometido
a mantener y a mejorar cualitativamente:
(1) las cifras de acceso universal hasta noveno grado, sin discriminación
de sexo en las inscripciones, y el analfabetismo de adultos, así
como el apoyo a esfuerzos especiales que favorezcan al personal
docente de las áreas rurales. Esta es una política
sólida, ya que se trata de los resultados educativos básicos
buscados por toda nación desarrollada;
(2) la educación pública gratuita para todos los
cubanos hasta el noveno grado, esto debe incluir educación
especial para los estudiantes con algún tipo de limitación
física, mental o emocional;
(3) el acceso a cualquier institución educativa basado
en el expediente académico del alumno, sin tener en cuenta
la raza, la edad, el sexo, la religión o la afiliación
política;
(4) el énfasis en la educación vocacional y técnica
para los adultos y las poblaciones estudiantiles;
(5) los programas de entrenamiento en áreas con una alta
demanda de trabajadores, tales como la agricultura, el turismo
y la construcción; (6) los cursos de computación
para todos, en todos los grados y en los centros de educación
para adultos;
(7) el componente nutricional: desayuno o almuerzo en la escuela;
(8) el componente de salud: exámenes de la vista y el oído;
vacunación;
(9) los programas de deporte;
(10) los programas de salud en temas que el gobierno ha ignorado
o disimulado, posiblemente por razones de imagen -alcoholismo,
drogadicción, SIDA, enfermedades venéreas y violencia
doméstica;
(11) los programas existentes de orientación científico-tecnológica
e idiomas extranjeros; y
(12) los planes para clases y programas de computación.
Continúa
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