Por
Rodolfo Seguel
Una dictadura realiza acciones tendientes a menoscabar la dignidad
de la persona. Acciones para comprar o adquirir con facilidad
a los personajes más vulnerables, para que estén
al servicio de ella. Y en el mundo sindical, eso ocurre.
En Cuba hay una sola central. No hay libertad sindical en Cuba.
Se ha pretendido tener sindicatos libres y sus dirigentes han
estado presos. Y permanentemente, los grupos de trabajadores o
de dirigentes que van o a las plazas o a los sindicatos, son detenidos
y pierden sus trabajos; otros son muertos y de ellos no se sabe.
Para mí hablar de Cuba es hablar de Chile en dictadura.
Obviamente que un proceso tan largo como el que lleva Cuba, es
realmente preocupante para los países que vivimos en democracia.
Y esta democracia, que es la comparación que yo quiero
hacer, puede ser muy mala, pero siempre va a ser mejor que cualquier
dictadura. Ya que podrán arreglarse de otra forma los problemas.
Por lo menos en democracia se va a permitir el derecho a la sindicalización,
la negociación colectiva, la libertad de expresión,
etc.
En Cuba no se respeta ni las horas de trabajo, ni las remuneraciones.
Un médico tengo entendido que gana menos que un mozo en
un hotel, porque le cobran toda la educación que le entregaron.
Un sistema de seguridad social en el cual el estado le asegura
una vejez, pero una vejez realmente escandalosa.
Todos los trabajadores en Cuba le pertenecen al estado. No hay
ningún trabajador en Cuba que no pertenezca al estado.
O sea, no tienen independencia, no tienen ninguna
valoración la persona, sino que es un número humano
para desarrollar una actividad laboral que el Estado decide cual
es y cuanto tiempo va a durar.
Creo que en Cuba lo que hay que hacer es preparar y organizar
una disidencia, que si bien es cierto que es duro hacerlo, no
es menos cierto que si no lo hacen van a seguir
viviendo en el sistema que tienen. Para nosotros también
era duro. Porque todas las dictaduras, de derecha o de izquierda,
son dictaduras. Y van a encarcelar, van a matar, a exiliar y a
relegar. Y creo que la solución del problema no es sacar
cubanos profesionales y que manden plata para Cuba para que allí
vivan mejor. Quien se crea que la de Cuba puede ser una dictadura
más dura que las otras, yo tengo mis dudas. Porque la dictadura
de Pinochet, y la dictadura que hubo aquí en la Argentina,
eran tan represivas como la de Castro. Y se me hace, pienso, tal
vez, la decisión de la gente de irse de su país,
tanto Estados Unidos u otros países de la zona, ha hecho
que la disidencia no logre una organización tal que pueda
atreverse a enfrentar, sabiendo los costos que va a pasar.
Todo movimiento social y político tiene bajas, nos guste
o no nos guste; pero tiene que tener bajas. Cuando yo en Chile
convoqué a las protestas nacionales en contra de la dictadura,
murieron, calculo, que entre 200 o 300 personas. Y un día,
en un debate de televisión, un joven me pregunta: “Sr.
Seguel, ¿qué siente usted por todos los muertos
que tiene en la espalda?”. Y yo le contesté: “Yo no tengo
ningún muerto.
Los muertos los tiene la dictadura. Yo lo que tengo es la voluntad
y la fuerza de haber levantado el país para enfrentar la
dictadura y de eso me siento orgulloso y contento.”
En mi opinión, debería reforzarse un proceso de
apoyo logístico, económico y de refuerzos hacia
los líderes cubanos para que ellos puedan levantar cabeza.
Creo que en Cuba, a pesar de todo lo que hacen, presiento que
a muchos les interesa más irse a Miami, que dar una gran
pelea al interior de Cuba.
Todas las dictaduras en algún minuto caen. Tienen una debilidad
en algún minuto. Y esa debilidad es la que tienen que encontrar
los trabajadores y los propios cubanos.
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