Por
Andrea Sambuccetti
En los primeros años del régimen castrista a los
prisioneros "les sacaban 3 litros de sangre antes de fusilarlos".
Informes internacionales hablan de miles y miles de presos políticos
ejecutados entre 1959 y 1961.
El doctor Milton Castillo, director de la Consultoría Jurídica
Interamericana de Derechos Humanos (CJIDH) y anteriormente oficial
legal principal en la Subsecretaría de Asuntos Jurídicos
Organización de los Estados Americanos (OEA) estuvo de
visita en la Argentina para exponer su trabajo de investigación
para Directorio Democrático Cubano sobre violaciones de
los Derechos Humanos en Cuba y reveló sus principales conclusiones.
El
eximio letrado es uno de los pocos en realizar un profundo research
sobre los fusilamientos ocurridos en el primer período
del régimen impuesto por Fidel Castro hace ya 50 años
y en analizar cómo se avasallan derechos fundamentales
de las personas en ese país actualmente.
De
su investigación se desprenden entre otros, dos temas de
“suma gravedad y que ocurrieron durante los primeros años
de la revolución” y tienen que ver “con la práctica
del régimen antes de llevar a cabo los fusilamientos a
los condenados a muerte, en tanto y en cuanto, se les sometía
de forma sistemática a extracciones forzosas de sangre”
y “con la aplicación de la pena de muerte a menores de
edad”.
En
relación a la extracción forzosa de sangre a los
condenados a muerte en Cuba “la CIDH manifiesta que, recibieron
informaciones de se estaba ‘exigiendo a los familiares de los
presos políticos que ‘donen’ sangre para poder disfrutar
del derecho a visitar a sus familiares presos y los familiares
que se niegan a cumplir esta exigencia son privados del derecho
a visitar a sus parientes encarcelados. Para estas donaciones
forzosas de sangre el Gobierno utiliza los bancos locales de sangre’”.
Los
mismos detenidos son forzados al procediento. Dice el informe:
“el día 27 de mayo de 1966, desde el amanecer, aproximadamente
de las seis de la mañana hasta el declinar el sol, aproximadamente
las seis de la tarde se estuvo ejecutando mediante fusilamiento
y tiros de gracia, en la Fortaleza de La Cabaña, Habana,
a presos políticos, civiles y militares. El pelotón
de ejecución estaba integrado por tres milicianos y un
oficial”.
“La
gravedad de estos hechos es aún mayor, cuando se le añade
que los ejecutados fueron previamente sometidos al procedimiento
de extracción de sangre con fines ilícitos, masivos,
para nutrir el Banco de Sangre, con el cual el régimen
negocia escandalosamente. El 27 de mayo ya señalado, 166
cubanos civiles y militares fueron ejecutados y sometidos a los
procesos médicos de extracción de sangre, a razón
de un promedio de 7 pintas por persona”.
“Esta
sangre es objeto de venta al Viet-Nam comunista a razón
de 50 dólares por pinta con el doble objetivo de proveerse
de divisas-dólares y contribuir al esfuerzo de la agresión
comunista del Viet-Cong. Una pinta de sangre equivale aproximadamente
a medio litro. La extracción de 7 pintas al condenado a
muerte, equivale a 3 litros y medio lo que produce en el ser humano
anemia cerebral y estado de inconsciencia y parálisis.
Una vez que le ha sido extraída la sangre es conducido
por dos milicianos, integrantes del pelotón de ejecución,
en camilla, al lugar de ejecución, donde es ultimado a
tiros”.
Por
su parte, el doctor Castillo es uno de los pocos investigadores
de fusilamientos del régimen cubano en sus inicios y arribó
al número de muertes desde enero de 1959 y octubre de 1961.
“Como transcurrieron 50 años, muchos de los familiares
de las víctimas asesinadas en forma masiva y sistemática,
han fallecido. Quedan terceras y cuartas generaciones. El régimen
está apostando a que haya mala memoria”, recalcó.
No
existen cifras globales del total de muertes. “En Cuba, el régimen
se encarga de no divulgar, no hay ninguna información oficial
ni sobre el número de prisiones ni sobre el número
de prisioneros políticos, condenados a muerte o cárceles”,
dijo.
“Es
muy importante destacar que, a raíz de a estos gravísimos
hechos ocurridos en Cuba en aquella época, la CIDH se dirigió
en numerosas oportunidades a las autoridades cubanas solicitándoles
información de acuerdo a su Reglamento, y que el Estado
cubano hizo caso omiso de las mismas”, señaló el
investigador.
En
cuanto a los fusilamentos de los primeros años del régimen,
el Dr. Castillo advirtió en su informe que en apenas un
año y medio -desde primeros meses de la revolución
hasta el mes de octubre de 1961- un documento de la CIDH sobre
Cuba emitido en 1962 deja constancia que “el número de
personas fallecidas de muerte violenta por obra del Gobierno Revolucionario
alcanzó la cifra de 1,789 individuos”.
Siguen
los datos: “La cifra citada incluye a 638 fusilados oficialmente,
165 fusilados sin juicio previo, 132 muertos en las prisiones,
253 muertos por la ‘ley de fuga’, y el saldo de muertos por diversas
causas también de origen político. A la mencionada
cifra se agrega la contenida en una comunicación recientemente
recibida: ‘Raúl Castro ha fusilado en los últimos
días a más de 300 campesinos que estaban cooperando
al mantenimiento de los patriotas que luchan en las Sierras del
Escambray’”.
Los
citados son fusilados que no se tienen siempre en cuenta por el
paso del tiempo: muchos de sus familiares más directos
han fallecido. No obstante, el Castillo cree que deben considerarse.
En tanto, opina que en el futuro no muy lejano, el sistema político
imperante en Cuba “se va a caer por peso propio” y que “debe formarse
una comisión de la verdad y reconciliación”.
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