Por
Alejandro Guevara Onofre
Ciertamente,
la historia de la Primera Dama de la mal llamada revolución
Cubana es una cronología tradicional de las mujeres de
los dictadores en el Tercer Mundo.
A
decir verdad, es una biografía que no tiene nada que envidiar
a las historias de Michelle Bennett Duvalier, Primera Dama de
Haití; Jiang Qing, Primera Dama de la Revolución
Cultural Maoísta; y Madame Elena Ceausescu, Primera Dama
de Rumania.
De hecho, La Revolución Castrista que Vilma Espín
Guilloys ayudo a construir, por más de cuarenta años
de trabajo, exhibe ahora el retrato de una vieja tirania que a
duras penas logra sobrevir.
Madame
Ceusescu
En
el antiguo Mundo Soviético el papel de esposa del dictador
fue para muchas mujeres una plataforma para alcanzar altos poderes
políticos.
Ciertamente
una figuración que sólo se convertía en sueño
para cientos de heroínas revolucionarias y lideres políticas,
pues el 99,0% no lograba pasar la barrera de parlamentarias de
segundo nivel, ministras de Cultura o Presidentas de la Federación
Femenina Nacional.
Ahora
bien, desde los años sesenta hasta el año de su
muerte en 1989, Elena Petrescu de Ceusescu, esposa del dictador
más famoso de Rumania, se convirtió en la segunda
mujer con mayor poder gubernamental en la historia del Mundo Socialista.
A decir verdad, el poder político de la esposa de Nicolae
Ceausescu era sólo inferior a Jiang Qing, la mítica
esposa de Mao Tse –tung. Nacida el 7 de enero de 1919 en Petresti
(Dimborta, Rumania), ella fue una mujer que llamó la atención
a propios y extraños a raíz de su extraña
personalidad :obsesión por el poder político, prefabricado
perfil académico y amor por la frivolidad.
Durante
la Segunda Guerra Mundial, Elena destacó como una importante
militante de las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas,
quienes cooperaban con las guerrillas izquierdistas rumanas en
la expulsión de las fuerzas pro-fascistas y en el fin de
la monarquía absolutista. Tras el triunfo de las guerrillas
izquierdistas, en 1946 Rumania se convirtió en uno de los
primeros Estados Socialistas de la Tierra, al lado de Bulgaria,
Yugoslavia, Albania, Mongolia, Corea del Norte y la Unión
Soviética.
Con
estudios superiores en el Colegio de Química Industrial
y en Instituto Politecnológico, más tarde ella empezó
a ser reconocida en el Partido Comunista Rumano por ser la esposa
"inteligente" de Nicolae Ceausescu, uno de los principales
líderes del nuevo régimen totalitario del país
de Europa Oriental. Pronto, en 1965, su sueño de ser la
Primera Dama de la Nación se convierte en realidad cuando
su esposo fue electo Jefe de Estado de Rumania. A partir de ese
momento hasta 1989, la científica del Instituto Químico
de Bucarest se alzó como uno de los principales verdugos
del régimen dictatorial de Nicolae Ceusescu. Muy bien disfrazada
con maratónicos discursos y proyectos a favor del desarrollo
de la ciencia y la tecnología, la sanguinaria Primera Dama
de Rumania empezó a escalar posiciones importantes dentro
de la estructura machista del poder totalitario. A decir verdad,
ella no quería ser una figura limitada como Vilma Espín,
la Primera Dama de la Revolución Cubana, o las esposas
de los viejos gobernantes de la URSS, Alemania del Este y Albania.
Ella aspiraba a ser recordada tal como lo fue Madame Jiang Qing,
la Primera Dama de la Revolución Maoísta.
En
los primeros años de la década de los setenta, Madame
Ceusescu escaló rápidamente posiciones dentro de
la alta jerarquía del Partido Comunista: De miembro del
Comité Central se convierte en miembro del Comité
Político. Posteriormente, después de ser nombrada
delegada de la Gran Asamblea Nacional, ella recibió el
cargo de Vice-primera ministra, el mayor puesto político
conquistado por una mujer en la Europa del Este Socialista. Con
anterioridad, ella y su esposo viajaron por diversas zonas del
Tercer Mundo. En 1973 los esposos Ceausescu visitaron el Perú,
gobernado bajo la dictadura populista del general Juan Velasco
Alvarado. En aquella oportunidad, la Primera Dama de Rumania fue
declarada Profesora Honoraria de la Universidad Nacional de Ingeniería
de Lima. En este año, la familia Ceausescu tuvo que cancelar
su visita a Chile por el golpe militar que sufrió el gobernante
marxista Salvador Allende. No obstante, el régimen tiránico
de los Ceausescu no tuvo mayores problemas en reconocer al gobierno
anticomunista de Augusto Pinochet Ugarte, una de las dictaduras
más brutales en la historia política del Tercer
Mundo. En tanto, la alta cantidad de títulos académicos
que recibió Madame Ceacescu fueron especialmente por la
cooperación rumana en muchos países del Tercer Mundo,
entre ellos Ecuador, Ghana, Argentina, Filipinas, Irán,
Turquía , Pakistán y Perú.
En
diciembre de 1989, el pueblo rumano fusiló sin piedad al
matrimonio Ceausescu, pero el fin de la familia más poderosa
del país socialista dejo la tradicional señal de
los regímenes dictatoriales: Rumania se había convertido
en uno de los países más pobres de la región.
En el decenio de los ochenta, la impopularidad de Madame Ceausescu
era gigantesca especialmente por su apoyo a las masacres de las
minorías étnicas y por respaldo absoluto a la brutal
explotación de la fertilidad de la mujer rumana. Ella fue
una de las arquitectas del "proyecto 8 hijos por cada madre
de familia", una política que llevó a millones
de rumanos a la mendicidad. La población del país
de Europa Oriental tampoco olvidó sus elevados gastos en
honor a sus gustos aristocráticos, tal como ocurrió
Imelda Romualdez de Marcos, la Primera Dama de Filipinas durante
el gobierno dictatorial de Ferdinand Marcos. Ciertamente, su exclusiva
colección de abrigos de piel y sus lujosos palacios de
mármol Carrara fueron dos de sus pasiones que la llevaron
a la muerte en un país donde su nombre era frecuentemente
comparado con el legendario Conde Drácula de Transilvania,
pues para muchos Madame Ceausescu también se alimentó
de la sangre del pueblo de Rumania...
La
cuñada de Fidel Castro
Primera
Dama de la Revolución Cubana Vilma Espín está
muy lejos de representar el típico papel de esposa frívola
de un dictador del Tercer Mundo obsesionada por los suntuosos
trajes de marca Yves Saint Laurent y Karl Lagerfeld, peinados
al estilo del escocés Vidal Sassón, además
de los brillantes que lucirá cada noche diplomática
en los salones de alguna Embajada.
Ella
difícilmente puede ser comparada con la imponente y aristocrática
Michelle Bennett Duvalier, la Primera Dama de Haití (1982-1986),
que tenía como "hobby" gastar miles de dólares
en las exclusivas boutiques de París. En un hecho sin precedentes,
Michelle, hija de una rica familia aristocrática mulata,
en los primeros años de su matrimonio logró despojar
del titulo de Primera Dama de Haití a la anciana Simone,
la matriarca de la Dinastía de los Duvalier. Regresando
a la dictadura castrista, diremos que a cuñada de Fidel
Castro tampoco se puede comparar con Marie -Therese Houphouet
-Boigny, para algunos de sus admiradores la "Jacqueline Kennedy
del África", la bella Primera Dama del país
africano de Cote d’Ivoire, pues nunca despilfarró dólares
en vacaciones por Europa Occidental.
El
Papel de la esposa del Primer Ministro Raúl Castro, el
segundo hombre más poderoso desde 1960, fue otro.
Convertir
a la mujer cubana en una activa defensora de la Revolución
Cubana. Al igual que Armando Hart, Haydée Santamaría
y los hermanos Fidel y Raúl Castro, en 1960 Vilma Espín
fue nombrada Presidenta Vitalicia de la Federación de Mujeres
Cubanas, cargo en la cual desarrolló una intensa participación
nacional e internacional en beneficio del Estado Socialista.
Trabajó
mucho en el desarrollo humano de las mujeres y los niños
de la Isla, principalmente en las áreas del analfabetismo,
nutrición, salud y educación superior. A la par
llevó a cabo sistemáticas campañas marxistas-leninistas
con el objetivo de convertir a los niños y mujeres en fieles
aliados de la Revolución Cubana, con un atípico
acento antiestadounidense. Tanto su esposo como su cuñado
Fidel Castro Ruiz, quedaron asombrados por la aptitud que exhibía
Vilma Espín como organizadora y defensora de la Revolución
Castrista.
No
hay duda, Espín se convirtió en la mujer de mayor
poder político en la historia de la Revolución Cubana,
pero poder comparativamente muy reducido en relación a
otras mujeres dentro de la historia de la igualdad de género
del Mundo Socialista, como Nguyen Thi Binh (Viet Nam), Graca Machel
(Mozambique), Raisa Gorbachov (URSS), Amelia Pinto Da Costa (Santo
Tomé Príncipe) y Lydmila Zhivkova (Bulgaria).
Antes
de la revolución Cubana, ella era una atractiva joven miembro
de la alta sociedad aristocrática de La Habana. Su padre
destacaba como uno de los principales ejecutivos de la famosa
industria de ron Bacardi.
Sin
embargo, mientras muchas jóvenes de su edad soñaban
con los reinados de belleza del balneario de Varadero, los deportes
acuáticos y el matrimonio, la señorita Espín
exhibía sus primeras simpatías por la causa revolucionaria.
Pronto
viajó a los Estados Unidos con la firme idea de perfeccionar
su educación superior tras finalizar sus estudios universitarios
de ingeniería química en la Isla. Posteriormente
estudio en el prestigioso Massachussets Institute of Technology
(MIT), aquel centro universitario ubicado entre los mejores del
mundo, por el cual han pasado lideres mundiales como Koffi Annan,
Secretario de las Naciones Unidas.
Al
regresar a la Isla, lideró el movimiento de mujeres revolucionarias
en medio de los últimos tiempos de la dictadura de Fulgencio
Batista.
Un
gran parecido con los tiempos de la URSS
En
el tema de la mujer existe una gran similitud entre la propaganda
de la época de la URSS y la actual Cuba. Sistemáticamente
la revolución Cubana, a través de su eterna embajadora
Vilma Espín de Castro, tipifica a la mujer como la heroína
nacional en el trabajo, deporte, cultura, educación y medicina,
es decir es el casi mismo panorama que presentaban los desaparecidos
Estados socialistas de Europa del Este, clima que en los años
sesenta, setenta y ochenta engañó absolutamente
a la opinión internacional al punto que el triste Consejo
Nacional de Mujeres de Rumania, dirigido por la corrupta y frívola
Madame Elena Ceausescu, y el Comité de Mujeres Soviéticas
ganaron importantes premios internacionales. Posteriormente, luego
de la caída del Imperio Soviético, el mundo se enteró
de la lamentable situación marginal en que se encontraban
millones de mujeres.
De
hecho, las cifras sobre el desarrollo humano de la mujer socialista
habían sido adulteradas para llamar la atención
internacional. Existen fuertes indicios de que el papel de la
mujer cubana no forme parte de la realidad exhibida por Vilma
Espín, presidenta vitalicia de la Federación de
Mujeres Cubanas (FMC): la excesiva politización que sufren
las mujeres, la fuerte presión en el deportes, la ausencia
de líderes sociales, la marginación en los altos
círculos políticos, las noticias sobre prostitución,
los embarazos prematuros y las políticas de aborto libre.
También
poco se sabe sobre la suerte que corrieron miles de mujeres que
fueron como trabajadoras internacionalistas en el África
y otros países del Sur.
Ahora
bien, en la actualidad, la política de la señora
Vilma Espín de Castro sobre la mujer antillana es un feminismo
radical y contradictorio, muy cerrado en comparación con
otros regímenes socialistas del Tercer Milenio, que casi
no ha cambiado frente a sucesos como la Caída del Imperio
Soviético.
Aunque
en el siglo XXI el culto a la personalidad ha desaparecido del
mapa de naciones socialistas como Laos, China continental, Tadjikistán,
Corea del Norte y Vietnam, pero en la Isla la mujer sigue atada
al viejo papel de rendir culto al dictador Fidel Alejandro Castro
Ruíz, claro está que no llega al fanatismo como
ocurrió en los tiempos de Kim Il-Sung, Enver Hoxha y Mao
Tse-tung.
No
obstante, el culto a la personalidad en Cuba no pierde su esencia
totalitaria por gritos o llantos a favor de un dictador, pues
se trata de un trabajo sutilmente prefabricado por más
de cuarenta años: se presenta al presidente de por vida
como el "Superman" de los pueblos del Sur.
La
mujer con mayor poder en la historia castrista
Su
figura como la mujer de mayor poder en la Revolución Cubana
surgió justamente en la época en que renacían
las viejas raíces del feminismo alrededor del planeta.
En la siguiente década, cobró notoriedad internacional
cuando las autoridades gubernamentales de la URSS reforzaron la
propaganda del modelo socialista del desarrollo humano de la mujer
del Mundo Soviético, política que anteriormente
tuvo gran éxito con la presentación del viaje espacial
de la cosmonauta Valentina Tereshkova y las medallas de oro conquistadas
por las deportistas soviéticas durante los Juegos Olímpicos
de Verano 1952-1972.
En
esta década se multiplicaron los aliados del Mundo Soviético
por varias regiones del Tercer Mundo, muchas de ellos gobiernos
prosoviéticos y populistas que se inspiraron en el modelo
de la mujer soviética para llevar a cabo parciales reformas
a favor de las mujeres. De esta manera, la esposa de Raúl
Castro tuvo la oportunidad de ejercer influencia por diversos
países en vías de desarrollo, región de gran
interés para la URSS. Desde su puesto vitalicio de Presidenta
de la Federación de Mujeres Cubanas viajó al exterior
y recibió en La Habana a un gran número de delegaciones
femeninas de todas partes del mundo. Se entrevistó y trabajó
con influyentes feministas y aliadas de la Revolución Cubana,
como Hortensia Bussi de Allende, Winnie Mandela, Valentina Tereshkova,
Beverly Manley y la controversial Rosario Murillo de Ortega.
Presidenta
de por vida de la FMC
En
1966, el Jefe de Estado Vitalicio de la Isla, Fidel Alejandro
Castro Ruíz señaló el compromiso de la revolución
Cubana con los derechos integrales de las mujeres, quienes conformaban
el 49.8 de los habitantes de la Isla tropical: "Y si a nosotros
nos preguntan que es lo más revolucionario que está
haciendo la Revolución es precisamente esto; es decir,
la revolución que está teniendo lugar en las mujeres
de nuestro país. Desde entonces el destino de la mujer
cubana ha estado entre los parciales avances en materia de desarrollo
humano y la obligatoria disciplina socialista del culto a la personalidad
al gobernante vitalicio de la revolución Cubana.
No hay duda, Vilma Espín fue una figura clave en el manejo
de las mujeres cubanas. En 1960 se creó la Federación
de Mujeres Cubanas, uno de los brazos derechos de la propaganda
de la Dictadura Castrista, que posee el monopolio de la representación
de la mujer en la Isla. La federación trabaja en dos niveles:
en el campo del desarrollo humano y en el área político
ideológico. No es ninguna novedad que Vilma Espín,
la flamante presidenta de la FMC, encuentre su principal inspiración
en el viejo modelo de la mujer soviética, experiencia que
también se aplicó en Mongolia, Vietnam, Guinea,
Etiopía, pero con enormes fracasos sobretodo por la falta
de ayuda económica de Moscú y Europa del Este.
En
el campo del desarrollo humano, la situación de la mujer
cubana ha mejorado parcialmente, casi lo mismo podríamos
decir de las mujeres surcoreanas y taiwanesas en los tiempos de
Chun Doo-hwan y Chiang Kai-shek, aunque tiene que pagar el precio
del culto a la Revolución Castrista. En los decenios sesenta
y setenta, hubo buenas campañas de alfabetización
a las amas de casa, gestión que a la FMC le valió
el Premio UNESCO Krupskaia 1983.
Por
otra parte, las femeninas poseen facilidades para su salud reproductiva,
incluyendo subsidios durante y después de la gestación.
Asimismo, cuentan con circuitos de cunas infantiles, un peso menos
para las profesionales, deportistas y estudiantes. En tanto, el
régimen socialista prácticamente ha marginado a
la mujer de los altos puestos en el sector laboral y la política
gubernamental.
De
hecho, los parciales avances de la Federación de Mujeres
Cubanas no son ajenos a un sistema dictatorial, como pretende
señalar sistemáticamente la Primera Dama de la Revolución
Cubana, Vilma. Entre 1960-1989 naciones bajo sistemas autocráticos
como Turquía, Corea del Sur, Tailandia y Taiwán
lograron importantes avances en el desarrollo humano de la mujer.
A
pesar de los gastos militares producto de la inseguridad por las
tensiones con la república Popular de China, a partir de
1978 el gobierno autocrático de Taiwán favoreció
el desarrollo humano de la mujer al superar la barrera del 25
por ciento de los gastos netos del gobierno en los sectores en
educación, ciencia, cultura y seguridad social, uno de
los presupuestos más altos en la historia de las naciones.
Gran
aliada de la URSS
El
12 de febrero de 1973, Espín recibió la visita de
Consuelo Velasco, esposa del dictador peruano Juan Velasco Alvarado.
A decir verdad, ambas mujeres tenían muchas cosas en común:
la presidenta de la Junta de asistencia nacional del Perú
era una fiel partidaria de la corriente extremista del feminismo
de origen izquierdista, de gran influencia durante los últimos
años del gobierno populista del dictador militar. Posteriormente,
Espín viajo al Perú, más los contactos se
cortaron tras el golpe de Estado que derrocó al gobernante
andino.
Por
otra parte, en septiembre, en La Habana, movilizó a más
de 30 000 mujeres cubanas durante una manifestación contra
el golpe militar que puso fin al gobierno marxista del presidente
Salvador Allende. Durante esa protesta, atacó severamente
al gobierno militar de Augusto Pinochet Ugarte: "¡Qué
no crean los fascistas que han amedrentado a un pueblo!"
¡Que no sueñe el imperialismo que este golpe de Estado
va aterrorizar a los pueblos de América Latina!"
Al
año siguiente organizó el II Congreso de la Federación
de Mujeres Cubanas, certamen que contó con un fuerte número
de delegaciones del Mundo Soviético y naciones del Tercer
Mundo. El Congreso era un paso para cohesionar intereses comunes
para la Primera Conferencia mundial sobre la Mujer Naciones Unidas
México (1975).
Sin
lugar a dudas, ella fue una de las principales autoras intelectuales
del manejo político de las Conferencias Mundiales sobre
la Mujer (1975-1985) como una plataforma de revisión de
los asuntos de la política internacional con influencia
estadounidense, temas ya tratados en la agenda internacional de
las Naciones Unidas y otros organismos regionales.
Muchas
delegaciones extranjeras, aun las que simpatizaban con Cuba, se
sintieron defraudadas por la forma tan descarada en que se utilizó
las citas universales. Las delegaciones no entendieron como la
política antiestadounidense de los Estados Socialistas
primaron por encima de los trabajos de la mujer de la Comunidad
Mundial.
En
1976, la Primera Dama de la Revolución Cubana promulgó
el Código de Familia que estableció la igualdad
de varones y mujeres en la responsabilidad del hogar, un hecho
que en la realidad solo se cumple de forma parcial.
En los siguientes años fue electa miembro del Comité
central del Partido comunista y del Consejo de Estado de la Revolución
Cubanas, el único título que posee una mujer. En
1980 la señora Espín fue condecorada con el Premio
Internacional de Lenín, un galardón que otorgó
el Presidíum del Soviet Supremo de la URSS a sus mejores
aliados alrededor del planeta. "La compañera Vilma
Espín hace un aportación notable a la causa de la
paz y el progreso. La condecoración de la compañera
Vilma Espín es testimonio brillante de nuestro reconocimiento",
señaló Kiloi Blojin, embajador soviético
en La Habana. Ciertamente, en el año de la Segunda Conferencia
Mundial de la Mujer Naciones Unidas, Dinamarca se tuvó
que premiar a la mujer de mayores simpatías con la política
expansionista de la Unión Soviética, es decir la
que callará para siempre la política genocida del
ejercito ruso en tierras de Afganistán, además de
patrocinar gobiernos sangrientos e impopulares en Angola, Etiopía,
Yemen, Camboya, Vietnam y Laos.
Tras
el fin de la Guerra Fría, la Federación de Mujeres
Cubanas, bajo la dirección de Espín, redujo su espacio
político al ámbito de los intereses de emergencia
del estado socialista de Cuba, como la formación ideológica
de las mujeres y las tareas de apoyo social durante la ola de
grave pobreza que se extendió en la Isla a inicios de la
ultima década del Segundo Milenio.
A
nivel internacional, la influencia y poder de la FMC se extinguió
por dos razones: primero, la gran mayoría de organizaciones
feministas del Tercer Mundo se volcaron hacia la participación
y lucha por la democracia liberal, rechazando de plano el modelo
socialista. Segundo, el millonario presupuesto de la FMC fue reducido
drásticamente por la cancelación de la ayuda del
Kremlin.
En medio de este panorama, Vilma Espín prácticamente
solo era una figura simbólica.
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