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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |

Callejón cubano sin salida

EDITORIAL PUBLICADO EN FINANCIAL TIMES (LONDRES)

Nunca fue previsible que al presidente George W. Bush se le ocurriera el pensamiento fresco que Estados Unidos necesita para diseñar su política hacia Cuba. Así y todo, después de más de 40 años de fracaso contínuo, su decisión de la semana pasada de apretar aún más las tuercas de las sanciones económicas es deprimente. Ese nuevo giro refleja la presión del cabildeo de los cubanoamericanos más derechistas y es exactamente lo opuesto de lo que se necesita para promover la apertura, tolerancia y democracia en Cuba.

Dicha política – basada en un informe de una comisión especial – combina dos elementos principales. Primero, limitará a los cubanoamericanos a una visita a Cuba cada tres años, en vez de una visita anual. Mantendrá un límite de $1,200 anuales para las remesas, pero los cubanoamericanos tendrán que gastar menos dinero cuando vayan a la isla, y el destino del dinero que envían [a Cuba] será controlado en forma más estricta.

Segundo, Estados Unidos aumentará su apoyo al movimiento oposicionista y proveerá fondos para un avión que será utilizado para transmitir los programas de TV Martí a Cuba de manera más efectiva.

Este enfoque es erróneo en varios respectos. Lo más sorprendente es que representa una distorsión de las prioridades de la política extranjera norteamericana. Como resultado de lo que un congresista ha descrito –con razón– como una “obsesión estrafalaria con Cuba”, los recursos necesarios para la guerra contra el terrorismo serán utilizados para hacer cumplir sanciones. Y esto –casi lo garantizamos– va a fallar. Las nuevas sanciones económicas le caen en bandeja al presidente Castro, al facilitarle la explicación de que los problemas del país se deben al conflicto con Estados Unidos.

Eso, a su vez, probablemente reduzca cualquier beneficio que las transmisiones de TV Martí puedan llevar a Cuba y complicará la vida de los activistas de la oposición, muchos de quienes ya se han expresado en contra del endurecimiento [de la política norteamericana].

Y aunque las sanciones redujeran seriamente el billón de dólares en remesas que llega a Cuba todos los años, la austeridad adicional probablemente se traducirá en una creciente desintegración social – y probablemente un nuevo éxodo masivo de refugiados – en vez de una oleada de actividad política contra el gobierno represivo del señor Castro.

De hecho, no es previsible que las remesas bajen mucho. Los cubanoamericanos evadirán las restricciones de viaje, visitando Cuba vía México y otros terceros países, rutas que son tomadas todos los años por miles de turistas norteamericanos. Del mismo modo, enviarán dinero por medio de mensajeros, usando tácticas similares para evadir los controles que son impuestos a las transferencias de dinero.

Hasta en sus términos más estrechos, esta política parece no llevarle el paso a la actitud más moderada que tienen los cubanoamericanos jóvenes, limitando así las ventajas políticas que el señor Bush pueda obtener en términos de votos adicionales en la Florida. En breve, el señor Bush fue mal aconsejado cuando optó por una política que combina la ideología con la política a mínimo plazo.


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