Por
Jorge Felix
Editor del Semanario
"El Veraz"
Su
historia es la historia de muchos pintores cubanos que tratan
de mal sobrevivir dentro de la isla, ante la falta de oportunidades
y de futuro, pintores de extraordinario talento.
Nacido
en Cuba, pintor por vocación, su historia en la plástica
cubana comienza al cursar sus estudios en la prestigiosa Academia
de San Alejandro en la Habana, la cual termina en el 1985 y ya
para 1987 se dedica a restaurar obras del Casco histórico
de la Habana.
Restaura
los techos del antiguo Palacio Presidencial, el Convento de San
Francisco, la histórica iglesia de Santa María del
Rosario y el Palacio de los Capitanes Generales.
Debido a su fina restauración de los frescos y telas de
estilo europeo, en
el 1989 restaura obras de incalculable valor, como son las obras
de Goya "Mujer con Sombrero¨ ¨Pescadores¨ de
Joaquín Sorolla,
En
ese mismo año, hace su primera exposición individual
en la Gallería Habana y a partir de ahí, participa
de varias exposiciones colectivas durante los siguientes años.
Es
en 1992, cuando es invitado por la Asociación de Artistas
Plásticos en convenio con la iglesia católica de
Canadá, para participar de una exposición de arte
sacra a la cual no puede asistir por negativa del gobierno cubano.
No
obstante, su obra fue enviada sin la participación del
artista y alcanza el cuarto lugar entre 180 obras participantes.
Quizás
esto sea una muestra, de cómo el gobierno cubano asfixia
y subvalora el talento nativo... el cuarto lugar era merecedor
de un premio de 1200 dólares, de los cuales el artista
solo pudo obtener 500 dólares, pero en moneda nacional,
el resto paso a manos del gobierno cubano.
En
1994 es invitado a Italia, por la Asociación de Artes de
Florencia, para participar del Evento "Arte Libre" donde
todo era pago por los organizadores de este evento y como era
de esperar, el gobierno cubano le niega su salida, solo participa
su obra.
Su
obra fue enviada con un sello del Fondo Cubano de Bienes Culturales
en la cual decía: Prohibida su venta,
propiedad del f.c.b.c. y firmada por Abel Prieto
Ministro de Cultura.
Esta
obra alcanzó el octavo lugar de las 10 obras premiada,
entre 300 participantes, Jose Torres nos cuenta: Una
ves más la tristeza me consumió, quien subió
al podio a coger mi premio, fue un militante del Partido del Consulado
de Cuba en Florencia... llore como un niño cuando supe
de la noticia
En
Pleno Periodo Especial o Periodo de Hambre al que llevó
a la población el gobierno cubano, trata de sobrevivir
al hambre y la inanición y en 1995 es detenido por la policía
política o Minint, por dedicarse a la venta de arte sacro
sin autorización.
Marcado
por el gobierno, fueron muchos los atropellos que pasó
a partir de ese momento y en 1996 no lo piensa dos veces y con
ayuda de unos amigos de la Plástica en Chile, escapa de
Cuba.
En
1997 en Chile, restaura el museo de San francisco, hace varias
exposiciones en Santiago, Valdivia y la Serena.
Siendo un emigrante en 1998, con apenas recursos, llega a la Argentina
y en la Ciudad de Mendoza, participa del concurso de pintura ¨La
pintura y la tierra¨ alcanzando el 15 lugar de 230 participantes
argentinos siendo el único extranjero participante.
En
ese mismo año viaja a Buenos Aires y participa del concurso
libre ¨ paisaje y sus tradiciones¨ alcanzando el primer
lugar de este certamen con una participación de 180 participantes.
En
1999 se dedica de lleno a la pintura cubana y ese mismo año
conoce personalmente a Gloria Estefan y Celia Cruz, y les impresiona
su obra.
En
el 2001 viaja a Brasil y realiza varias muestras en distintas
ciudades como fueron Bahía, Fortaleza, Belén de
Para, Brasilia.
En
esta ultima ciudad realiza un gran fresco de unos 7 mts x 4 mts
y es invitado por el Museo de Artes de Río de Janeiro para
participar de la bienal de arte sacro de esta ciudad.
Sin
duda alguna estamos en presencia de un grande de la pintura cubana,
ahora en el exilio, que ponemos a consideración de nuestros
lectores.
En
su obra asombran
sus pinturas de desnudos, que tiene el poder de tentar, enardecer
y José Torres tiene el don de pintar con mano respetuosa,
con sentida y pura devoción.
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