Por
E. J. Lopez
El
jesuita leonés Armando Llorente, profesor y amigo del dictador
cubano, espera que «pida perdón público por
todo el daño que ha hecho»
Fidel Castro vivió los
momentos más felices de su vida al lado de un español,
y ahora ese amigo y mentor, el jesuita leonés Armando Llorente,
confía en recibir una llamada del líder cubano pidiéndole
que le absuelva de sus pecados. Profesor de Castro durante tres
años, el sacerdote y el joven revolucionario trabaron una
amistad «inquebrantable», durante su estancia en el
Colegio de Belén, donde el cubano llegó a ser el
mejor alumno del centro.
El
jesuita español Armando Llorente, que fue profesor y mentor
de Fidel Castro en el Colegio de Belén de La Habana, confía
todavía en que en cualquier momento el líder cubano
se arrepienta públicamente y pida perdón por sus
pecados. Llorente, que vive en una residencia de los jesuitas
en Miami, explicó que si Fidel Castro, «en algún
momento de lucidez», le llama o le comunica su expreso deseo
de que viaje a la isla para encontrarse con él, entonces
irá «inmediatamente» para confesarle.
«Lo
primero que haríamos sería darnos un abrazo tremendo,
reírnos recordando las aventuras que tuvimos juntos, que
fueron innumerables y muy bonitas», después, continuó
con tono severo, le diría: «Fidel, ha llegado el
momento de la verdad». El sacerdote recupera el tono pensativo
mientras desmenuza anécdotas y experiencias compartidas
en el Colegio de Belén antes de que,
por culpa de aquel alumno predilecto, tuviera que abandonar Cuba
con los jesuitas en 1961.
Oriundo
de León, Llorente afirma que su mayor anhelo espiritual
es «absolver a Fidel Castro», porque «tengo
los poderes para perdonar pecados a todos, y cuanto más
pecadores, mejor». Eso sí, se trata de un absolución
condicionada. Castro debería primero «pedir perdón
públicamente, porque sus pecados no son sólo personales».
«Quiero
salvar esa veta buena de Fidel que está sepultada»,
insistió el sacerdote que un día de 1945 escribió
al pie de su fotografía en el libro escolar del Colegio
de Belén de La Habana: «Fidel Castro, madera de héroe,
la historia de su patria tendrá que hablar de él».
Según
su antiguo profesor, fueron aquellos, quizá, los años
más felices de la vida de Fidel, los que coincidieron con
su ingreso como interno en el Colegio de Belén, donde llegó
a ser el mejor alumno.
Por
el contrario, su hermano menor, Raúl, fue un pésimo
estudiante, hasta el punto de que a los tres meses de iniciado
el curso escolar el director, por medio del sacerdote español,
le comunicó a Fidel que su hermano abandonaría el
colegio.
Paseaban juntos el jesuita y Fidel por el campus del colegio cuando
el cubano, en un arranque de sinceridad, le dijo al sacerdote:
«Yo ya sé, padre, que mi hermano no vale para nada»,
recuerda Llorente.
Fueron tres años en los que Fidel forjó una amistad
inquebrantable, colmada de aventuras «íntimas, auténticas,
todo generosidad, sin buscar nada a cambio», con el joven
jesuita de 24 años que impartía clases de Literatura.
El sacerdote español devino en mentor y amigo íntimo
de Fidel, un muchacho que hasta entonces «no se había
sentido querido por nadie», lleno de «complejos y
traumas» por saberse hijo «bastardo», apuntó.
«Si yo no le hubiera conocido a usted, a mí nunca
me hubiera querido nadie y no habría tenido ilusiones»,
escribió Castro a Llorente.
Fidel
Castro es fruto de la relación extramatrimonial que su
padre, Ángel Castro, mantuvo con Lina Ruz, quien entró
a trabajar en la casa de éste como sirvienta en los primeros
años de la década de 1920. Una condición,
la de hijo ilegítimo, que lo convirtió en un muchacho
«distinto», con «brotes paranoicos», y
que generó en él un «sentimiento irrefrenable
contra la sociedad», según Llorente, quien recordó
que era un «muchacho al que no le importaba estar solo».
«Estudiaba y leía mucho», con predilección
libros sobre los conquistadores españoles y escritos de
los líderes del nazismo y el fascismo, como Hitler, Mussolini
y José Antonio Primo de Rivera, explicó el sacerdote.
«Conmigo cantó el "Cara al sol" veinte
mil veces y con el brazo en alto, ¿qué te parece?»,
indicó divertido el leonés. Para Llorente, Fidel
se «torció» en Sierra Maestra, desde donde
se enfrentaba al presidente cubano Fulgencio Batista, al que derrocó
en 1959.
«Él me confesó en la sierra que había
perdido la fe y yo le respondí: "Fidel, una cosa es
perder la fe y otra la dignidad"», comentó Llorente,
quien llegó en diciembre de 1958 a Sierra Maestra para
entrevistarse con el guerrillero y constatar si la revolución
era de signo comunista. Ante la interpelación del padre
Llorente sobre si la revolución en marcha era de carácter
comunista o humanista, Fidel Castro exclamó: «Padre,
de dónde voy a sacar el comunismo si mi padre es más
franquista que usted!». |