Por
Roxana Valdivia
periodista y expresa política cubana exiliada en USA.
A propósito del fusilamiento de tres jòvenes CUBANOS
que querían escapar de la isla en la Lanchita de Regla.
A propòsito de todos nuestros niños y muchachos
cubanos, los que son expulsados de las escuelas, marginados y
encarcelados por el simple hecho de acceder a internet o tener
un email, como cualquier otro ser en el mundo libre.
A propòsito de nuestros hijos, los que aùn permanecen
en la isla cautiva, y que nos duelen desde las entrañas,
por su cercanìa y por su encierro, por sus frustraciones,
por todo.
" ... detrás del muro han sembrado girasoles
que crecen en altura y cantidad.
éstos se asoman sobre el paredón
como jirafas de zoológico
por encima de sus jaulas."
Preguntarle a cualquier joven cubano por su futuro, por su destino
si se quiere ser más impertinente, equivale a preguntar
por una dirección en la ciudad equivocada.Seguramente habrá
oído hablar de él en otro tiempo, en otro lugar,
en otra dimensión, pero no allí en Cuba, entre los
jóvenes.
Ser joven en Cuba es querer estar en otro lugar, lejos. No como
cualquier joven del mundo desea salir a recorrer el mundo, sino
como reza el poeta: " Vamos ya gente tierna, que esta tierra
está enferma..."
La capital, las ciudades de provincia , los pueblos, resultan
demasiado llenos de cosas sin sentido, demasiado vacíos
de expectativas, donde el pasado se pierde fácilmente de
vista y el futuro nunca llega.
No hay posibilidad alguna de fundación cuando un país
se encuentra al final de su historia. Ser joven inclina a la búsqueda
de un espacio que ninguna generación anterior haya echado
a perder, un espacio preferentemente desconocido para esas generacioness.
Un lugar que no puedan tergiversar con sus recomendaciones, que
de nada sirvieron, más que para inmovilizar el país.
Se pretende justificar el inmovilismo con el pretexto de que han
habido ya suficientes cambios en la historia de la isla.
La tierra más hermosa, la que descubrió Cristóbal
Colón en 1492, no tiene alternativas. Los jóvenes
se hartan de las provincias y se mudan a La Habana. Se hartan
de La Habana y desean estar fuera.
Toda la biología cubana se ha vuelto política: los
cambios y ambiciones normales de los jóvenes, que no encuentran
guarida dentro de aquella perenne espera de cambio y mejoramiento
nacional, se vuelven apatía política, indiferencia
ante el entorno, criticada por quienes no supieron tampoco qué
hacer para dejar mejor herencia a los hijos.
Ellos quieren escapar, no buscan culpas ni culpables , no indagan
en soluciones cercanas, no creen que existan. Más el gobierno
cubano ha sabido utilizar muchas veces en su provecho este deseo
de escapar de la juventud; la participación en contiendas
militares de otros países bajo el ropaje de internacionalismo
proletario, el servicio militar obligatorio, las escuelas en el
campo, las movilizaciones, todas estas argucias explotan la aventura
de huir de casa de los padres.
El joven que fabrica una balsa y sale furtivamente del país,
el que espera tener suerte en la lotería migratoria del
gobierno norteamericano, el que se prostituye para encontrar a
un extranjero que lo ayude a salir, todos aspiran en verdad a
la escaramuza juvenil de viajar lejos, de no repetir la historia
de la generación perdida de sus padres, quienes estudiaron
siempre, se esforzaron siempre, callaron todo el tiempo, y cuando
ya rozaron los treinta se encontraron con las manos vacías
dentro de sus envejecidas casas . Quienes escaparon hacia el extranjero,
ahora pretenden recomenzar hartos del chantaje político
y de la estafa de que fueron objeto sus vidas.
Para quien vive dentro de un presente detenido, la mejor de las
opciones es aquella que llena la vida de actividad, es vivir el
instante con alegría de vivir y horror al vacío.
El joven no ha aprendido a disimular su aburrimiento.
Un experimento social como la Revolución de 1959 que durante
años ha procurado burlar las más indispensables
leyes económicas, cuya base debería ser siempre
la libertad individual productora de riquezas y ha llevado al
país a un estado de pobreza impropio de sus fértiles
tierras y de su inmejorable clima, genera obligatoriamente una
juventud ávida de bienestar material y perspectivas de
mejoramiento individual, una juventud que quiere conocer el entorno
ultramoderno más allá de sus fronteras, una juventud
que quiere ser como la del resto del mundo , saltar los muros
e integrarse a la normalidad donde la pobreza o la riqueza sean
el fruto de su esfuerzo propio y no el resultado de descabelladas
direcciones políticas.
Tener veinte años en Cuba es pensar constantemente en dinero
y un país donde los sueldos se pagan en moneda nacional
y la vida sólo puede vivirse en moneda extranjera, qué
está recomendando sino la fuga?
La educación política de los maestros puede tratar
de cambiar sus ideas, pero los maestros no aluden a la realidad.
Aspirar, pretender son absurdos para los jóvenes en Cuba.
Verbos imposibles en un tiempo que no transcurre.Si acaso para
lo que los prepara bien el maestro, es para vivir fuera, para
vivir lejos. La ecuación matemática se reduce para
el muchacho a carencias por una parte, y dinero y belleza por
la otra.
En la isla de Fidel Castro, a los veinte años, se descubre
también otra cosa: la incapacidad de manejar la propia
vida, de tratar de igualar los dos términos de esa ecuación
matemática.Se descubre la falta de lo que incluso mucho
antes de los veinte, se consideraba libertad.
La tierra más hermosa, la que descubriera Colón
en 1492, es hoy un infierno del que es preciso escapar antes de
que la juventud se esfume y sus manos queden vacías para
siempre.
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