Enviado
por Benoît Hervieu
Despacho Américas / Americas desk
Reporters sans frontières
Del 8 al 10 de noviembre de 2007 se van a reunir en Santiago de
Chile los jefes de Estado y de gobierno de dieciocho países
de América Latina, más España y Portugal,
en el marco de la XVII Cumbre Iberoamericana. El encuentro tendrá
como tema "Cohesión social y políticas públicas
para unas sociedades más justas". Reporteros sin Fronteras
espera que las libertades fundamentales, y en particular la libertad
de expresión, tendrán un lugar en un debate que
moviliza a unas sociedades marcadas por una gran polarización
ideológica, y un desigual acceso a la palabra pública
y a la información. La organización hace un llamamiento
a los representantes de los países que participan en la
Cumbre para que se comprometan concretamente en favor del pluralismo
de opinión y la libertad editorial, e incluso para que
lleguen a una armonización de las legislaciones de prensa.
El desafío de la integración regional en el subcontiente
tendrá que pasar también por esto.
Violencia
e impunidad
La violencia con los medios de comunicación y la impunidad
que rodea los asesinatos de periodistas se mantienen a un nivel
dramático. México y Colombia siguen ostentando el
rango de países más peligrosos del continente para
la prensa.
En
México, los treinta y dos asesinatos y las siete desapariciones
de periodistas contabilizados desde 2000, nunca han dado lugar
al menor desenlace judicial. Al menos a la mitad de esos periodistas
los han matado por interesarse demasiado en el narcotráfico,
el contrabando o la corrupción. Como Alfredo Jiménez
Mota, del diario El Imparcial de Hermosillo, desaparecido desde
el 2 de abril de 2005; Raúl Gibb Guerrero, director del
diario La Opinión,
abatido el 8 de abril del mismo año en el Estado de Veracruz;
o Enrique Perea Quintanilla, fundador del mensual de investigación
Dos Caras, Una Verdad, que apareció torturado y asesinado
el 9 de agosto de 2006 en el Estado de Chihuahua. La falta de
cooperación entre las autoridades federales y regionales,
y las ramificaciones del narcotráfico que llegan hasta
el propio corazón de la administración, explican
mucho de tal situación.
Aunque
en Colombia ha disminuido el número de asesinatos, el conflicto
armado y la criminalidad en general siguen teniendo un gran peso
en la actividad y la seguridad de las redacciones. El proceso
de desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia
(AUC), entre junio de 2003 y junio de 2006, al no haber logrado
la reinserción de sus miembros ha tenido el efecto perverso
de configurar algunas bandas armadas que trabajan por su cuenta,
como las "Aguilas Negras", en los departamentos de la
costa Atlántica. En el Sur, la guerrilla de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) vuelve a poner en práctica
sus métodos de intimidación y sabotaje. Desde el
comienzo del año han sido varios los periodistas, algunos
en situación delicada con la administración del
presidente Alvaro Uribe, que se han visto obligados a abandonar
en país: Darío Arizmendi Posada, director de información
de Radio Caracol, blanco de las amenazas de un grupo desconocido;
Germán Hernández Vera, director de la redacción
del Diario del Huila en Neiva (Sudoeste), en el punto de mira
de las guerrillas de las FARC; Gonzalo Guillén, corresponsal
en Colombia del diario El Nuevo Herald, y también Hollman
Morris, productor y presentador del programa de investigación
"Contravía" en el canal público Canal
Uno, acosado por un misterioso "Frente patriótico"
de origen paramilitar.
Otros
casos de violencia y abuso han ido salpicando el año 2007,
entre otros en países como Honduras y El Salvador, donde
la periodista independiente María Haydée Chicas
llegó incluso a estar detenida por "terrorismo",
en el mes de julio, tras cubrir una manifestación. En Brasil,
la policía sigue sin coger a los asesinos de Luiz Barbon
Filho, cronista del semanario Jornal do Porto y del diario JC
Regional, abatido el 5 de mayo en Sao Paulo. Finalmente en Bolivia,
tanto medios públicos como privados se están convirtiendo
en rehenes de un clima político muy tenso, sobre todo en
la provincia autonomista de Santa Cruz.
Despenalización
de los delitos de prensa
Esa polarización no debe servir de pretexto para que las
autoridades utilicen contra la prensa el chantaje de la publicidad
oficial, como es el caso muy frecuente verificado en Argentina.
Tampoco tiene que dar lugar a un intento de hacerse con el control
de la prensa, o de limitar la libertad de expresión, y
aun menos a una penalización de los delitos de prensa.
En Ecuador, que está inmerso en un proceso constituyente,
se ha puesto de manifiesto ese temor y el debate continúa
abierto.
De
manera general sería deseable que los cambios legislativos
se tradujeran en una despenalización de los delitos de
prensa ("difamación", "calumnias" e
"injurias"), conseguido a nivel federal en México
desde el pasado 6 de marzo. De momento solo seis países
han despenalizado el delito de "desacato" a una autoridad
pública (Honduras, Costa Rica, Perú, Argentina,
Paraguay y Guatemala). Una tendencia que no se sigue en absoluto
en Venezuela donde, la aprobación el 2 de diciembre de
una reforma constitucional que introduce el estado de excepción
ilimitado y suspende la libertad de prensa en dicho caso, a contrario
va a ratificar la inquietante decadencia del pluralismo de opinión
que viene dándose desde que, el pasado 27 de mayo, se produjo
la supresión de la concesión hertziana del canal
Radio Caracas Televisión.
Sin
embargo, el asunto de la concesión de frecuencias reclama
una regulación, en una región del mundo conocida
por su exponencial cantidad de medios de comunicación comunitarios.
El proyecto de ley aprobado el 5 de junio por la Cámara
de Representantes de Uruguay, que crea un proceso de concesiones
decidido conjuntamente por el Estado y la sociedad civil, es sin
duda un ejemplo a seguir. En Chile está previsto que haya
una discusión parlamentaria sobre la legalización
de este tipo de medios de comunicación.
La
excepción cubana
Consolidada o debilitada, la libertad de prensa sigue siendo inexistente
en un único país, Cuba, donde la situación
de los derechos humanos no ha evolucionado desde que, el 26 de
julio de 2006, Raúl Castro sucedió su hermano mayor,
Fidel. Veinticuatro periodistas disidentes -tres de los cuales
han sido encarcelados durante la actual presidencia interina-
convierten a la isla en la segunda cárcel del mundo para
la prensa, después de China. Entre los veinticuatro encarcelados
desde la primavera negra de marzo de 2003, y condenados a penas
que van de catorce a veintisiete años de prisión,
Normando Hernández González, director de la agencia
independiente Colegio de Periodistas Independientes de Camagüey
(CPIC), presenta un estado de salud particularmente alarmante.
Reporteros sin Fronteras apoya las gestiones que está haciendo
Costa Rica, para concederle asilo a título humanitario.
La organización hace un llamamiento a los gobiernos para
que intercedan en favor de los periodistas cubanos detenidos.
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