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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |
La familia no cuenta

Por Virgilio Toledo
Enviado por www.palabracubana.org

Orientado por los ministerios de Educación y Salud Pública, se está aplicando en la Isla lo que denominan "Diagnóstico Integral de Salud. Cuestionario a Estudiantes para niños, niñas y adolescentes de Cuba", que consta de 117 preguntas. Muchas de las interrogantes agreden la integridad y la vida privada de los niños y sus familias, bajo el supuesto objetivo de perfeccionar el trabajo preventivo y ampliar sus oportunidades y orientación.

Estos últimos son los argumentos que esgrimen los responsables para "proponer" —sabemos cómo se hace esto en Cuba— el cuestionario. Antes de aplicarlo se le pregunta a los padres —esto es algo que hay que reconocer—, pero la consulta se realiza sin mostrar el contenido del mismo. En caso de que algún padre o tutor indague sobre las preguntas, solamente le muestran algunas. Resulta entonces que la mayoría de los padres, unos confiados en las buenas intenciones de la escuela y otros por el temor a disentir, que se ha hecho inherente en la mayoría de los cubanos, dan la autorización para que sus hijos sean interrogados.

Algunas de las preguntas más conflictivas, por ejemplo, van desde la 1 hasta la 11, en las que se incluyen gran cantidad de datos personales de los niños y sus padres, sin preservar el anonimato de los encuestados. Todo lo contrario. Deben poner hasta el número de carné de identidad.

Las preguntas 16, 20, 104 indagan sobre cuál es la situación económica familiar, si existen vicios, violencia física (empujones, golpes) en el hogar. Las 48, 49, 50 y 93 interrogan a los niños respecto a si han pensado atentar alguna vez contra sus vidas, si ellos o algún familiar o amigo lo ha hecho ya, y qué opinan sobre el suicidio. El bloque de la 55 a la 63 averigua sobre si han tenido relaciones sexuales, a qué edad, si han cambiado frecuentemente de pareja, si han tenido dos o más parejas sexuales a la vez, si utilizan condón u otro método anticonceptivo, si han tenido enfermedades venéreas como sífilis, blenorragia, herpes genital, condiloma u otras, si han tenido embarazos y cuántos.

Intromisión lacerante

La adhesión enfermiza a controlar toda la vida y sus manifestaciones hace que el régimen se entrometa tan lacerantemente en la dignidad, la libertad y la intimidad de los niños. Una de las cosas más lamentables de este hecho es que no pocas familias son incapaces de imaginar que en el espacio donde sus hijos deben estar formándose, se les agrede de tal forma.

¿Cómo es posible que semejantes iniciativas partan de dos ministerios relacionados con los servicios públicos que más deben proteger la integridad de la persona? ¿A qué móvil oculto obedece este nuevo método de control y conocimiento de la vida privada de los niños, niñas y sus familias?

Puede que las intenciones sean buenas, pero, como dice el refrán, "de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno". ¿Cómo es posible que los "especialistas" que prepararon el cuestionario no se hayan dado cuenta del daño que podría provocar en sus destinatarios, teniendo en cuenta la edad, la psicología y el calibre de las preguntas? ¿O lo hicieron conscientemente?

Hay que denunciar por lo menos tres gravísimos errores en la aplicación de este mal llamado "estudio integral de salud": 1) No se informó completamente, ni se involucró voluntaria y responsablemente a los padres. 2) No se corresponde el calibre de las preguntas con el proceso psicológico-evolutivo de la edad de los destinatarios, niñas y niños de 10 y 11 años de la enseñanza primaria. 3) Se dejó en manos de algunos profesores sin preparación previa, del sexo opuesto, y con pocos recursos psicopedagógicos, un trabajo totalmente especializado que sólo debe ser realizado por profesionales de la especialidad y con las debidas garantías de privacidad y metodología.

Nadie imagina el martirio sistemático y prolongado al que deben enfrentarse las familias en Cuba, cuando saben que a su hijo le enseñan una concepción de la vida y del hombre contraria a sus principios y creencias. O, cuán grande es el sufrimiento, la impotencia y la desesperación de las familias cuando no se está de acuerdo con los métodos y la pedagogía manipuladora y masificadora que emplean para enseñar a sus hijos. O cuando no se puede escoger ni decidir la educación que se quiere para los hijos, ni el tipo de escuela, ni los contenidos éticos y cívicos, ni la orientación filosófica o religiosa.

Con Freire, con Varela

La huella que deja en nuestra dimensión espiritual, psicológica y sociológica es muy difícil de borrar, porque en este hábitat las personas muchas veces tienen que dejar de ser ellas mismas, para subsistir y protegerse de la agresividad del medio que las rodea, que por naturaleza es violento y conflictivo.

Las consecuencias de protestar, ser distinto, oponerse a este tipo de iniciativas u otras parecidas, tienen un costo alto en la Isla, donde impera un régimen que pretende, aspira e intenta controlar la persona y sus comportamientos. Uno de esos costos es ser colocado, ipso facto, al margen de la sociedad como "gente rara"; se pasa a ser ciudadano de segunda clase, al que tildan de extremista, radical, puritano, contestatario, solamente por reclamar derechos elementales e inalienables como es estar al tanto de la educación y la intimidad de hijos y familia.

Una educación liberadora y personalizadora, como la postulaban el gran pedagogo brasileño, Paulo Freire, o el fundador de la nueva pedagogía cubana, el padre Félix Varela, sólo se logrará liberando, canalizando, educando todas las potencialidades que tenemos para poder construir los cimientos de un país donde la democracia y los derechos de todos, especialmente los de los más débiles y desposeídos, sean respetados en todos los ambientes.

Los Derechos del Niño y de la Niña y los Derechos de la Familia deben ser divulgados, conocidos y respetados por las mismas familias, la escuela y el Estado. Las familias y las escuelas son un buen lugar para comenzar esta difícil pero hermosa y fructífera obra.

Está claro que los padres son y deben ser los primeros protagonistas de la educación de sus hijos, que la escuela debe ser sólo un servicio subsidiario que contribuya, complemente, respete y potencie la educación que los progenitores escogieron para sus hijos. La comunidad no puede ni debe violar los derechos de los padres en la educación de sus hijos, ni las etapas de desarrollo psicológico de los niños con métodos, instrumentos y diagnósticos, como el que abordamos, que queman etapas y desconocen la privacidad de la familia y la responsabilidad de los padres.


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