LESLIE
CLARK
El
representante Lincoln Díaz-Balart alabó al
presidente Bush como el ''mejor amigo'' de los exiliados
cubanos cuando la Casa Blanca presentó este mes su
estrategia de año electoral para derrocar a Fidel
Castro.
Partes
del plan -un impulso en la ayuda a los disidentes en la
isla y un esfuerzo renovado para las transmisiones de Radio
y TV Martí, interceptadas por el gobierno cubano-
recibieron una amplia aprobación en el seno de la
comunidad cubanoamericana.
Pero
la aprobación de Bush a los partidarios de la línea
dura en la comunidad exiliada, mayores restricciones en
los viajes a la isla y limitaciones en cuanto a los que
reciben ayuda monetaria de sus familiares estadounidenses,
ha desatado enfrentamientos cargados de emoción entre
los cubanoamericanos que todavía tienen familiares
en Cuba y entre algunos exiliados que consideran que los
cambios sólo pueden provenir del interior de la isla.
Y
ha conducido a que algunos señalen que manejando
su base conservadora, el Presidente pudiera entregarle a
su rival demócrata John Kerry una apertura en un
estado que decidió la presidencia en el 2000 por
solamente 537 votos.
''Es
contrario al principio básico de la reunificación
familiar'', dijo el banquero de Miami Carlos Saladrigas,
presidente del Cuba Study Group, de tendencia moderada.
El señaló que ha sido republicano ''toda su
vida'' pero que está desconcertado por las restricciones
de viajes y monetarias y se está debatiendo sobre
cómo votará en noviembre.
''Queremos
afectar al gobierno cubano, pero sin lastimar al pueblo
de Cuba, y estas son medidas absoluta y totalmente equivocadas'',
dijo.
Enfurecidos
por las restricciones, varios grupos de exiliados cubanoamericanos
han comenzado a recopilar firmas a fin de pedirle a la administración
que levante las medidas. Otros están planificando
una campaña de inscripción de votantes destinada
a registrar a los nuevos ciudadanos --aquéllos que
tienen más probabilidades de resultar afectados por
los cambios.
''Fue
una medida potencialmente peligrosa para un candidato que
necesita el 80 por ciento del voto cubano'', dijo Sergio
Bendixen, un encuestador demócrata que estima que
cerca de la mitad de todos los cubanoamericanos y 25 por
ciento de los votantes cubanoamericanos envían dinero
a sus familiares en la isla. ``El no puede darse el lujo
de incomodar a nadie''.
Sin
embargo, los estrategas republicanos rechazan la sugerencia
de que Bush corre el riesgo de que se debilite el apoyo
por parte del bloque de votantes integrado por los fieles
republicanos cubanoamericanos. Ellos señalan que
la nueva política es resultado del cabildeo por parte
de una comunidad exiliada de línea dura y políticamente
activa que el verano pasado advirtió al presidente
que necesitaba equiparar su retórica anticastrista
con resultados concretos so pena de correr el riesgo de
perder su apoyo.
Y
sugirieron que los más afectados por los cambios
son los que han llegado recientemente, con pocas probabilidades
de inscribirse para votar.
''Me
preocupa más un tipo diferente de consecuencias,
la comunidad cubanoamericana en pleno que pudiera no participar
si esto no se aplica'', dijo un republicano de Miami que
el verano pasado le escribió a Bush, urgiéndole
a adoptar una política más dura en relación
con Cuba.
La
advertencia se produjo al tiempo que la administración
el pasado julio enviaba de vuelta a Cuba a 12 cubanos sospechosos
de secuestrar una embarcación para llegar a la Florida.
Los líderes exiliados incómodos por la medida
la consideraron como un costoso fallo por parte de un presidente
republicano que ha fracasado en cumplimentar sus promesas
de campaña de endurecer las políticas contra
el gobierno de Castro.
Los
nuevos pasos, dijeron ellos, satisfacen esas promesas y
más.
''El
presidente Bush es el mejor aliado que tenemos para la libertad
de Cuba'', dijo Ninoska Pérez-Castellón, portavoz
del Consejo por la Libertad de Cuba, cuyo programa en Radio
Mambí fue escogido recientemente por el vicepresidente
Dick Cheney para una rara entrevista en la cual habló
sobre la nueva política.
Las
nuevas restricciones proporcionan una clara evidencia de
que a pesar de algunas encuestas que muestran crecientes
cantidades de cubanoamericanos apartándose de las
posiciones de línea dura, la administración
cuenta con el apoyo del ''exilio histórico'' --la
primera oleada de exiliados cubanos que conserva en un puño
bien apretado la infraestructura política cubanoamericana
de la Florida y su influyente prograna de radio en español.
La
política incluye recomendaciones hechas por la Fundación
Nacional Cubano Americana. Pero el presidente de la Fundación,
Francisco ''Pepe'' Hernández, dijo que el grupo nunca
abogó por restricciones más fuertes sobre
los viajes y la ayuda, considerando que eso pudiera perjudicar
a las familias y hacer retroceder los esfuerzos por promover
la democracia en la isla.
Los
estrategas sugieren que Bush tiene más que ganar
si complace a los de línea dura, que son probablemente
los más seguros votantes.
''La
gente que vota son los exiliados de línea dura'',
dijo Rivera, director de relaciones con los hispanos del
Partido Republicano de la Florida.
''Pudiera
haber esas encuestas que muestran que la comunidad ha cambiado,
pero eso no es el corazón de la comunidad'', dijo
Pérez-Castellón, cuyo grupo se separó
de la Fundación en el 2001 debido a diferencias sobre
el enfoque de la política con Cuba.
Rivera
señala que Bush necesita estimular la base cubanoamericana
de extrema derecha en un año electoral que de otra
manera tendría muy poco para galvanizar el casi medio
millón de votantes cubanos de la Florida. Eso es
una diferencia en relación con el 2000, cuando la
ira por la decisión de la administración Clinton
de entregar a Elián González a su padre en
Cuba ayudó a Bush a vencer a Al Gore entre los cubanoamericanos
y asegurar el estado por estrecho margen.
Así
y todo los críticos de las restricciones señalan
el hecho de que Bush no eliminó totalmente los viajes
y las remesas de dinero como prueba de que tal movida sería
políticamente negativa. Según varias personas
allegadas a las negociaciones, la administración
fue agresivamente cabildeada para eliminar las restricciones,
pero se mantuvo firme.
''El
simplemente ha lanzado la bola adelante, pero justo detrás
de este enorme paquete hay algo que no es ni racional ni
pragmático'', dijo Joe García, director ejecutivo
de la Fundación Nacional Cubano Americana.
Pero
los demócratas sugieren que Kerry necesitará
fortalecer más sus credenciales en relación
con Cuba si espera captar con éxito a los votantes
cubanoamericanos.
''En
estos momentos la opción para esas personas incómodas
es apoyar a Bush o apartarse, nadie tiene otra opción
para ellos todavía'', dijo Bendixen, que es consultor
de un grupo demócrata centrista que planea dar un
impulso a la captación de hispanos en el sur de la
Florida.
La
campaña de Kerry rebate el concepto de que el senador
de Massachusetts no se ha comprometido con el tema, señalando
que el senador ha dicho que apoya el embargo contra el gobierno
cubano, pero está interesado en levantar las prohibiciones
de viaje para estimular la democracia.
''George
Bush ha creado una apertura para cualquier opositor al fracasar
en cumplir sus promesas y ahora al fallar en presentar una
política coherente'', dijo el portavoz de la campaña
de Kerry, Mark Kornblau. ``En numerosas ocasiones John Kerry
ha articulado una clara política anticastrista que
también explica cómo estimulará la
democracia al alentar los intercambios personales y animar
a la sociedad civil''.
La
campaña de Bush ha manifestado que buscará
explotar lo que define como récord de cambios de
posición de Kerry en relación con Cuba: respaldó
una ley de 1996 que que endurecía las sanciones sobre
la isla comunista aun cuando votó contra la medida
en su pase final.
''La
información que estamos recibiendo es que las personas
están agradecidas por la consistente posición
del Presidente contra Fidel Castro'', señaló
el portavoz de Bush Reed Dickens. |