Preocupados
por las recientes medidas económicas y políticas
anunciadas por el Gobierno de Estados Unidos de América,
que afectan y amenazan tanto el presente como el futuro
de nuestra nación, y teniendo en cuenta las medidas
tomadas por el Gobierno de Cuba para contrarrestar o paliar
el efecto de las anteriores, los Obispos cubanos, ante el
desconcierto y la angustia que estos hechos han generado
en nuestro pueblo, queremos expresar lo siguiente:
1.
Reiteramos nuestra postura de rechazo a las sanciones económicas
que en Estados Unidos son llamadas embargo y en Cuba bloqueo.
Tal como lo venimos expresando desde 1969 en la carta dirigida
a nuestros sacerdotes y fieles: “denunciamos esta injusta
situación de bloqueo que contribuye a sumar sufrimientos
innecesarios y a hacer más difícil la búsqueda
del desarrollo. Apelamos, por tanto, a la conciencia de
cuantos están en condiciones de resolverla para que
emprendan acciones decididas y eficaces destinadas a conseguir
el cese de esta medida” (Comunicado de la Conferencia Episcopal
de Cuba a nuestros sacerdotes y fieles. 10 de abril de 1969).
En
1992, con motivo de la aprobación de la Ley Torricelli
y al considerar las implicaciones de esa ley, los Obispos
de Cuba reconocíamos que las “dificultades no se
deben únicamente al embargo norteamericano, como
en repetidas ocasiones lo han reconocido las autoridades
del país, sino que diversos factores nacionales e
internacionales están en la base de la crisis actual”,
y al mismo tiempo repetíamos “nuestro rechazo a todo
lo que pueda aumentar las grandes dificultades económicas
que sufre actualmente el pueblo cubano”. (Declaración
de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba. Ante
el recrudecimiento del embargo económico contra nuestro
país. 3 de octubre de 1992).
2.
Las familias cubanas, lugar de reconciliación y diálogo
en medio de nuestra realidad, son especialmente perjudicadas,
pues a las dificultades y agobios de todos conocidos se
añaden nuevas privaciones y cargas que vienen a recrudecer
su ya angustiosa situación y a agravar la separación
de quienes viven en Cuba y en Estados Unidos.
Todo
esto en un momento en el que se necesita paz, diálogo,
reconciliación, unión y esperanza para revitalizar
la institución familiar y poner el bien de la misma
por encima de prejuicios políticos o ideológicos.
Nos duele constatar que las medidas anunciadas por los Estados
Unidos y las tomadas por el Gobierno cubano afectan, directa
o indirectamente, a las familias más pobres de nuestro
pueblo.
3.
Consideramos inaceptable que el futuro de Cuba sea diseñado
a base de exclusiones y menos aún de intervenciones
concebidas por un gobierno extranjero. No hablamos de separarnos
de la comunidad internacional, cuya amistad y cercanía
apreciamos, nos referimos más bien a todo cuanto
pueda fomentar un clima de inquietudes y divisiones que
socave los esfuerzos hacia la reconciliación que
necesitamos los cubanos. Como pastores y como cubanos queremos
que nuestra Patria sea, según lo quiso el Padre Félix
Varela, “tan isla en lo político como en lo geográfico”.
Nunca más oportuno el Magisterio del Papa Juan Pablo
II que cuando nos dijo: “No busquen fuera lo que pueden
encontrar dentro. No esperen de los otros lo que Ustedes
son capaces y están llamados a ser y a hacer. No
dejen para mañana el construir una sociedad nueva,
donde los sueños más nobles no se frustren
y donde Ustedes puedan ser los protagonistas de su historia”
(Juan Pablo II. Homilía en Camagüey. 23 de enero
de 1998).
4.
Reiteramos que la solución a la situación
en que se encuentra la Nación cubana pasa por un
proceso de diálogo entre cubanos, de conciliación,
de búsqueda, “con todos y para el bien de todos”,
de caminos viables para la construcción de una sociedad
más justa y más fraterna, sin exclusiones.
“Por esto exhortamos a todos los cubanos, por el bien de
Cuba, a superar la tentación común de vencer
al otro y a buscar en el diálogo responsable, entre
todos, la solución de nuestros conflictos”. (No.
51). (Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, La
presencia social de la Iglesia. Instrucción teológico-pastoral.
8 de septiembre del 2003).
Urgidos
por el amor de Cristo que perdona, confía, espera
y soporta siempre, comprometidos como Pastores con el presente
y el futuro del pueblo cubano, exhortamos a quienes inciden
o tratan de incidir en el destino de Cuba, dentro o fuera,
sean cristianos o no, a manifestar su buena voluntad sólo
mediante el diálogo respetuoso y la aplicación
de medidas que garanticen la reconciliación y la
paz entre los cubanos.
Comité
Permanente de la COCC
Cardenal
Jaime Ortega Alamino
Arzobispo
de la Habana
Pedro
Meurice Estíu
Arzobispo
de Santiago de Cuba.
José
Siro González Bacallao
Obispo de Pinar del Río
Emilio
Aranguren Echeverría
Obispo
de Cienfuegos
Dionisio
García Ibáñez
Obispo
de Bayamo-Manzanillo
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