Por
Elena desde Cuba
PostaldeCuba.com
Quien dice “Me llegó el bombo” es como si pronunciara
las palabras mágicas, el Abracadabra que le abrirá
las puertas del “más allá”, entiéndase
por el yuma o USA.
Ganar una visa a Estados Unidos, es tener un pasaje seguro a la
libertad, por eso suele ser un motivo de fiesta para todo el que
le toque.
Hace
cuestión de tres semanas Mary me comentó en un e-mail
que el plazo para entrar en la lotería de las llamadas
Diversity Visa que ofrece el gobierno norteamericano todos los
años a ciudadanos de distintos países entre los
que figura Cuba estaba abierto hasta el 2 de diciembre y que pretendía
inscribirme.
Al
principio, no supe ni qué contestarle. No es que no me
sobren las razones para largarme del país, pero me niego
a tener que ser yo la que se vaya, deberían ser “otros”
los que se fueran, hace mucho tiempo debieron haberse ido.
La
gran mayoría de los jóvenes de mi edad ven irse
del país como la única alternativa para salvarse
de las garras de la dictadura que nos aprisiona.
Pero
yo, no sé por qué absurda locura, pienso que si
todos los jóvenes nos vamos, ¿qué esperanza
habrá entonces para Cuba?
Será como aceptar la derrota, será seguir dejando
en manos criminales la tierra que nos pertenece a todos.
Sí,
tal vez esté loca, pero pertenezco a ese grupo reducido
de cubanos que busca ejercer presión desde dentro, al menos
no participando en los actos políticos convocados por el
gobierno, al menos escribiendo en un blog las verdades que no
deben seguir ocultas en el silencio.
En
fin, que mientras yo apenas flotaba a la deriva en mi mar de contradicciones,
la bola circuló entre algunas de nuestras amistades y vecinos
del barrio. Ya se sabe, en Cuba los chismes explotan como la pólvora.
De
repente, tenía ante mí, las fotos y los datos de
varias amistades para los que fue muchísimo más
difícil conseguir hacerse las fotos en formato digital
que tomar la decisión de apuntarse.
No
tenían dudas, sólo necesitaban a alguien de fuera
con acceso a Internet que les hiciera el favor de inscribirlos
en el sorteo, y con la ayuda de dios y todos los santos la suerte
llegará.
Mary
me informó ayer que tiene pegadas en al armario de su cuarto
todas las solicitudes impresas, papeles que representan esperanzas.
Ahora
no queda más que esperar,
según ella. Y en esa materia, en la de la espera y la paciencia,
los cubanos tenemos una práctica legendaria.
Quiero
que las cosas cambien y quiero ser testigo de ese cambio, pero
no soy una mártir y puede que un día mande al carajo
todo, y por una vez sólo piense en mí, en empezar
una vida nueva y olvidarlo todo.
Así
que, por si acaso, apelando al instinto humano de supervivencia,
decidí que me apuntara. Después de todo, yo también
espero.
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