Por
Mauricio Vicent
El
último año de Yoani Sánchez ha sido vertiginoso.
En marzo de 2007, después de una espontánea protesta
intelectual conocida como la guerra de los email, esta filóloga
habanera de 32 años decidió comenzar con Generación
Y, un blog que concibió como un ejercicio de "terapia
personal" después de que "el silencio y la evasión"
no le resultaran. Poco a poco, colgar en la Red sus "desencantadas
viñetas" de la realidad cubana se convirtió
en razón de ser, y ese exorcismo, que ella define como
"periodismo ciudadano", despertó la atención
de numerosos medios de prensa extranjeros.
En los últimos meses, la página de Generación
Y recibió millones de entradas, y el pasado 4 de abril
Sánchez fue merecedora del Premio Ortega y Gasset en la
categoría de periodismo digital. Hace sólo unos
días la revista Time la incluyó en su lista de los
100 personajes más influyentes del planeta en la categoría
de Héroes y pioneros. La espiral de acontecimientos continuó
hasta el martes, cuando finalmente supo que no podría viajar
a Madrid a recibir el premio de EL PAÍS.
Pregunta.
¿Qué piensa de lo ocurrido?
Respuesta.
Todo ha sido vertiginoso. Nunca calculé que iba a ser así.
En mi vida real poco ha cambiado, a no ser porque ahora me llaman
más periodistas. Sigo siendo una ciudadana y continúo
con las mismas inquietudes que cuando comencé, aunque sí
me he vuelto más aguda al observar. Lo que más me
alegra es desde donde he llegado. No ha sido por linda, ni por
dar discursos desde una tribuna, ni por tener un ascendente religioso
sobre una multitud. He llegado de la manera más simple
y más anónima, como una ciudadana que escribe de
lo que ve y que reflexiona de su realidad. El hecho de que el
Premio Ortega y Gasset y Time hayan reparado en una persona como
yo y hayan reconocido esa pequeña cosa me sorprende gratamente.
Uno está acostumbrado a que sean siempre los famosos los
que recogen los lauros.
P.
¿Qué razones le han dado para no permitirle viajar
a España?
R.
Realmente no me han dado razones. Tampoco me han dicho que me
prohibían la salida. Todo este tiempo la única respuesta
ha sido: "No hay respuesta, su caso se está analizando".
Pero sin dar la cara. El martes, que era el último día
para poder coger el avión, fui a las oficinas de inmigración
y me dijeron que todavía no había "nada".
Así que he cambiado la fecha del viaje para junio, a ver
si entonces ya se ha eliminado el famoso "permiso de salida",
como todo el mundo espera.
P.
¿Desde que comenzó con Generación Y ha sufrido
represalias?
R.
Nadie ha tocado en mi puerta, lo cual no significa que no pasen
cosas. Podría decir que me vigilan, que intervienen mi
teléfono, que asustan a mis amigos, pero no tengo pruebas.
Son especulaciones a partir de cosas que pasan. Quizás
la única represalia concreta ha sido no permitirme viajar
a España a recoger el premio.
P.
Hasta ahora no se consideraba disidente, sino un “electrón
suelto”.
R.
Sigo sin considerarme disidente.
P.
Pero por diferentes motivos su caso se ha politizado. ¿No
teme dejar de ser la bloguera fresca Yoani Sánchez para
convertirse en una opositora más?
R.
No tengo ese temor. Todo fenómeno que nace nuevo es susceptible
de ser manipulado e interpretado, es la ley de la vida. Yo sigo
escribiendo mis textos, pienso cada vez desde una óptica
más honesta. No me preocupa que pueda ser usada por un
bando o por otro. Si mi discurso es elástico, si sirve
para muchos, pues perfecto para ellos y para el discurso. Pero
no quiero estar aclarando a cada rato que no pertenezco a una
determinada línea política. Lo que hizo el martes
el Gobierno al no dejarme salir tenía una dosis alta de
riesgo. En el cálculo que hizo sopesó que todo el
escándalo posterior era preferible a dejarme salir. Bueno,
pues entonces se soltaron los demonios, pero yo no soy la responsable
de los demonios. Creo que la mejor respuesta a las manipulaciones
es lo que yo hago cada día: decir no a la violencia verbal,
no a la desacreditación, no a los extremos. Y seguir con
mi visión ciudadana. Son mis textos los que dicen de mí
misma, no las declaraciones e interpretaciones que hagan otros.
P.
¿Cómo calificaría su blog?
R.
Mi blog es un exorcismo personal que de pronto se ha encontrado
con otros que también tienen sus demonios, y se ha convertido
en una confluencia de demonios e historias similares. Sobre todo
se ha convertido en un foro de discusión: ahora mismo lo
más importante de Generación Y no son mis textos,
sino los comentaristas.
P.
¿Cree que hay un nuevo momento político en Cuba?
R.
Hay el intento de hacer creer que hay un nuevo momento. Pero a
mi vida real todavía no llegan las evidencias de ese nuevo
momento. Sí creo que hay una nueva actitud en los ciudadanos,
una actitud más crítica. Y noto en los oportunistas
cierta tendencia a no salir al paso, algo que es un buen termómetro
en estas situaciones. Pero la intolerancia política, me
parece, ha cedido poco.
P.
Mucha gente en Cuba cree que lo mejor es que el sistema evolucione,
que las transformaciones provengan de dentro, aunque sean lentas.
¿Qué piensa?
R.
Que las transformaciones tienen que ser lentas está claro,
pero tengo mis dudas sobre si provienen del sistema. No se puede
transformar y mejorar lo que está enfermo en su esencia.
Este sistema ha probado que es incapaz de proveer a sus ciudadanos
de bienestar material y de lograr que realicen muchas de las cosas
con las que sueñan. Es deber del Gobierno implantar las
nuevas medidas, pero creo que también deberían empezar
a pensar en desmontar el sistema.
P.
¿Cambio de sistema o cambios en el sistema?
R.
De sistema
P.
¿Y hacia qué modelo?
R.
Uno de los grandes argumentos que se utiliza para defender la
revolución cubana es que hemos logrado hacer un socialismo
sui géneris. ¿Por qué no podríamos
hacer un capitalismo sui géneris? Lo que necesita este
país es una inyección de creatividad y de libertad
para producir, y el socialismo es una camisa de fuerza a todo
eso.
P.
¿Los pequeños cambios que se han visto hasta ahora
anuncian otros de mayor calado?
R.
Todos estos cambios tienen un objetivo claro: conservar el poder.
Pienso que la idea es proporcionar cierto bienestar a la población,
relajar un poco las tensiones acumuladas. ¿Hasta dónde
lo pueden llevar? Justo hasta donde empiece a peligrar el control
que tienen sobre la sociedad. Allí lo van a dejar. Hoy
no hay presión popular para empujar en la dirección
de los cambios, pero son las condiciones materiales lo que más
presiona. Necesariamente se tendrá que dar mayor autonomía
económica a las personas y eso traerá autonomía
política. Los cambios llegarán, pero no creo que
a través del guión del Gobierno. Su guión
dará algo de sí, pero la gente tomará el
resto.
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