Por
Elena
Desde Cuba
Postal de Cuba
Soy
cubana, hija de esta tierra bañada por la espuma del Mar
Caribe, donde las palmas son amigas del sol y del viento, y el
horizonte por las tardes se viste de hermosos colores.
Vivo
en una calle bulliciosa, de edificios desteñidos, de gente
pobre y sin libertad. Mi barrio anclado en el municipio habanero
de Diez de Octubre, aloja a vecinos con disímiles matices
y contradicciones.
Cada
cual tiene su propia historia, que no tarda en
ser de conocimiento del vecindario entero porque los cubanos somos
“curiosos” por naturaleza, y lo que no sabemos a ciencia cierta
nos lo figuramos.
La
esquina más próxima a mi casa me ha parecido siempre
una vorágine humana: la bodega con sus colas interminables,
los viejos haciendo sus apuestas aparentemente secretas de la
bolita o comprando el periódico en el estanquillo, niños
mataperreando en sus chivichanas y la invariable mesa de dominó
con un público de jugadores acérrimo.
También suele estar en un quicio del portal de la bodega,
algún que otro desocupado, sin más oficio que la
contemplación, esperando algo que se esfuma en la nada
cotidiana.
La
calle tiene varios baches, a los que incluso he puesto nombre
cuando con el pasar de los años siguen estando allí,
como una de las tantas cosas que han tardado demasiado tiempo
en arreglarse y que intentamos ignorar para no perder la sonrisa.
Ahora mientras escribo sentada en mi balconcito, voy recorriendo
con la vista cada uno de los edificios, casas y pasillos de mi
cuadra. Mi edificio en particular tiene 6 balcones medianos, tres
de cada lado, puerta de cristal y metal que hace un ruido atronador
cuando se cierra.
Está
un poco descascarado, aunque de un modo sutil conserva el porte
señorial del que gozó en el pasado. Lo miro lentamente
en toda su magnitud, y a mi memoria acuden cientos de recuerdos,
pero no es del pasado de lo que voy a contarles, pretendo que
sea mi presente el eje de esta historia.
Dejaré
que el tiempo y las propias circunstancias vayan marcando el ritmo
de mis narraciones, imagino que como cualquier otra historia cotidiana
estará cargada de luces y sombras.
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