No
sólo las tendencias del homicidio en Cuba están
revelando una relación inversamente proporcional entre
la ocurrencia de ese crimen violento y el índice de desarrollo
humano a nivel nacional y territorial. También esta forma
de violencia que es el suicidio se comporta de manera similar,
para así ofrecer pistas sobre hasta cuánto la
política económica del gobierno de Castro puede
estar estimulando dichas manifestaciones.
En
mi anterior artículo "Cuba: acercarse al homicidio",
los pocos datos oficiales disponibles presentaron al homicidio
como muy relacionado con la situación económica
y social de cada territorio del país, al tiempo que brindaron
la oportunidad de fundar una sospecha sobre un estado de manifestaciones
de violencia general, contra la mujer y los niños, y
en el ámbito doméstico, que harían de ese
delito la cima de un iceberg. Estadísticas y observación
callejera pueden ser buen complemento. Este periodista nunca
olvidará el habanero Día de las Madres de 2000,
en que fue testigo de siete episodios de violencia contra la
mujer, algunos en presencia de sus hijos.
El
suicidio a la cubana, como manifestación de un existir
violento, se comporta de manera similar al homicidio, de seguir
a las cifras oficiales.
Si
en 1970 su tasa bruta por cien mil habitantes fue de 11.8, ésta
se elevó a 21.7 en 1981 y 1993, para luego disminuir
a 16.4 en el 2000. Llama la atención, como en los homicidios,
que aún al cierre de ese último año se
mantuvo esa tasa por encima de la de 1970, razón para
pensar que ni el modelo económico derivado de la alianza
con la extinta URSS, ni el numantino "resistir" de
los primeros y terribles años del llamado período
especial contribuyeron a la reducción de los suicidios
ni de los homicidios. Más bien fue la apertura muy parcial
derivada de la despenalización de la tenencia de divisas,
y otras medidas, la que parece haber logrado la disminución
de tales hechos al elevar las expectativas de la población.
Por ello, cabe afirmar que si la apertura no continúa
(como está ocurriendo) debe esperarse una reversión
de la tendencia a la reducción en unos y otros.
Según
los datos disponibles para el 2000, el suicidio calificó
como la séptima causa de muerte en Cuba. Los hombres
se suicidaron 2.4 veces más que las mujeres, y la ocurrencia
territorial repitió el patrón de los homicidios
al encontrarse las mayores tasas en las provincias orientales
(las de menor desarrollo), las cuales promediaron una tasa bruta
por cien mil habitantes de 19.1, casi tres puntos por encima
de la nacional.
Por
su parte, la capital de Cuba fue la provincia de menor índice
de suicidios (12.5 por cada cien mil habitantes), casi cuatro
enteros por debajo de la tasa nacional de 2000 y sólo
ligeramente mayor a la reportada en 1970 para toda la nación.
No
sólo estas estadísticas confirman la relación
inversamente proporcional detectable entre suicidios y oportunidades
individuales, significadas por un mayor desarrollo en un territorio
dado, sino que además la mayor urbanización (y
por tanto más expectativas) refleja un menor índice
de autoviolencia.
Así,
los municipios con más de 75 por ciento de población
urbana tuvieron en el 2000 una tasa de 11.5; los de entre 50
y 75 por ciento de población urbanizada llegaron a 14.8,
y los de menos de 50 por ciento de ese tipo de habitantes alcanzaron
18.3.
Curioso,
en verdad curioso, que la "bucólica" vida campestre
cubana induzca al suicidio más que el agitado vivir de
las urbes isleñas, más o menos estremecidas por
la mayor presencia del dólar.
El
suicidio a la cubana, así, se une al homicidio como un
interesante testigo de cargo en el caso de las demandas de apertura
económica contra las políticas gubernamentales
de cierre en materia de economía, restrictivas de la
iniciativa individual hasta en términos inconstitucionales,
a la vez que confirma la existencia de una oculta violencia,
por cuyos caminos empedrados de dolor sí se llega al
infierno. Guste a quien guste, pese a quien pese.
¹
Desde hace más de 20 años, Cuba
ocupa el primer lugar en América y el tercer lugar en
el ámbito mundial en suicidio. La provincia de la isla
de más alto índice de suicidio según los
últimos datos filtrados de la isla, es la provincia de
Las Tunas, con 750 personas en un año. Se calculan mas
de 150 formas de suicidio en la isla. Se han detectado conductas
suicidas en infantes de guarderías infantiles y en el
nivel primario, ya que padre suicida, hijo suicida, por lo que
es un método a imitar por los otros miembros de la familia,
como método de solución de los problemas. Los
estudios efectuado en la isla, nunca mencionan la
incidencia del factor político en la relación
represión - depresión, falta de esperanza, falta
de oportunidades, falta de libertad – suicidio ¿es
que acaso el lanzamiento al mar de miles de cubanos no representa
en sí, una forma de suicidio en masas? Cuando usted llega
a la isla, en el aeropuerto de la Habana, salta a la vista un
cartel que reza, “ Millones de niños mueren
en el mundo por enfermedades curables, ninguno de ellos es cubano¨
una bella frase que trata sobre todo de cautivar al visitante,
pero es solo una bella frase, que intenta ocultar otros males,
quizás de ocultar una frase como esta ¨150000
cubanos han muerto tratando de escapar de la isla¨ o
quizás una como ¨Cuba ocupa desde hace mas de
20 años el primer lugar en suicidio en América
y el tercero a escala mundial¨ o tal vez otra así
¨Grupo de jóvenes se inyectan el virus del SIDA
por falta de esperanza¨, como puede ver el lector, todo
lo que plantea el gobierno cubano como logros y éxitos,
debe siempre ser observado o cuestionado con el rabillo del
ojo (N.E.)