Por
Esteban Casañas
El
gobierno del presidente Calderón acaba de firmar un deplorable
tratado emigratorio con su homólogo de La Habana, donde
entre otras cosas señaladas por las informaciones, han
logrado la aceptación de la repatriación de cubanos
que arriben a ese país no solo por mar. En ese “acuerdo
pleno”, se habla también de intercambio de “informaciones”.
Vale también preguntarse a qué tipo de información
hacen referencia y si el gobierno de México se convertirá
en una sede de los CDR o en una dependencia de la Seguridad del
Estado cubano. Algo que no nos sorprendería conociendo
los antecedentes de ese rancio odio hacia todo lo que de una manera
u otra tenga algún vínculo con los Estados Unidos,
y el escape de los cubanos hacia el norte se encuentra muy estrechamente
vinculado a ese sentimiento.
Todos
los países tienen el derecho a defender sus fronteras y
hacer respetar sus leyes migratorias, esas regulaciones se encuentran
amparadas por leyes internacionales reconocidas en cuanto foro
existe en este mundo. Sin embargo, ha sido precisamente el gobierno
mexicano quien más haya apelado las decisiones del gobierno
norteamericano cuando hace uso de ese derecho. De todos es conocida
las innumerables protestas realizadas en diferentes eventos ante
la construcción de la muralla que se realiza en la frontera
de ese país con los Estados Unidos.
La
invasión constante de informaciones saturadas de manipulaciones
políticas sobre las cruzadas que se realizan contra indocumentados
mexicanos, son recibidas diariamente a través de periódicos,
emisoras de televisión y radio operadas por compañías
mexicanas que, radican precisamente en territorio yanqui sin ser
objeto de censuras u otras medidas represivas. No solo la prensa
se ha encargado de realizar infinidad de manipulaciones en este
aspecto, aparecieron innumerables organizaciones que enmascaradas
como protectoras de los ilegales, han realizado con la libertad
que solo ofrece la democracia, todo tipo de actividades políticas
en detrimento de esta sociedad que tanto odian y paradójicamente
todos desean disfrutar. Ejemplos sobran y constan en los documentales
filmados sobre marchas y concentraciones donde “supuestamente”
se abogaba por los “derechos” de los indocumentados y eran enarboladas
banderas que no guardaban relación alguna con las causas
que motivaron esas movilizaciones.
La
actitud de la comunidad cubana en los Estados Unidos se puso de
manifiesto a través de los medios de prensa que ellos poseen
y sin temor a equivocarme, pudiera afirmar que siempre se ha proyectado
de forma solidaria a favor de esas personas que llegan a este
país en busca del futuro que le son negadas en sus tierras.
Los
gobiernos de turno en México se han mantenido a la vanguardia
en estas reclamaciones realizadas a favor de sus nacionales, es
plausible desde un punto de vista, pero detestable cuando se sabe
perfectamente el papel de proxeneta que vienen realizando desde
décadas. Han sido gobiernos que no han sabido garantizar
un estándar de vida mínimamente humano a su población,
obligándolos a emigrar aún al costo de sus vidas.
Es ingenuo pensar que esas defensas son honestas y no encaminadas
a garantizar el flujo de dinero que existe desde el norte, cantidad
que supera a muchas de sus industrias actuales.
La
actitud hipócrita y pendeja del actual gobierno mexicano
al firmar ese acuerdo con una de las peores tiranías vividas
en nuestra tierra, no solamente pone freno y rechaza al cubano
que emigra desesperado por razones económicas, pone en
peligro y entrega a sus verdugos a los que por razones políticas
deban escapar de la isla. Todo país tiene derecho a defender
sus leyes y soberanía, pero en el caso de México
no se justificaba ese acto vil y cobarde, sabiendo que la mayoría
de los cubanos que usaban su territorio era de forma transitoria
y temporal. Es un acto de suprema hipocresía manifestar
preocupación por la vida de los cubanos, cuando se defiende
el derecho de los mexicanos a morir atravesando desiertos. Espero
que la posición traidora asumida por el gobierno mexicano,
no afecte los sentimientos de solidaridad y hermandad que siempre
han existido entre nuestros pueblos. Tarde o temprano llegará
el día que nuestro pueblo no se vea en la necesidad de
abandonar su tierra y viva dentro de ella como se merece, ese
día, con todas las razones que amparan a un pueblo vilmente
traicionado por sus vecinos, ese día se despertará
y dará la respuesta apropiada.
|