Por Tania Quintero
Durante
años, una de mis obligaciones diarias fue colocar un mantel
en la mesa de la sala-comedor y sentarme a limpiar arroz. Cuando
ya estaba limpio, mentalmente tenía que prepararme para
saber si lo iba a poder cocinar sin problemas en la olla arrocera:
más de una vez un apagón me cogió con el
arroz acabado de poner en la olla eléctrica. Y a sacarlo
y continuar cocinándolo en el caldero de hierro que fue
de mi abuela.
Una
vez me hablaron de una mujer que se dedicaba a limpiar arroz en
el vecindario, cobraba dos pesos la hora (porque habia quien la
contrataba para que limpiara el arroz a consumir por ocho o diez
personas durante toda la semana) y casi estuve a punto de pedirle
que me tirara un cabo con el maldito arroz -casi sîempre
chino o vietnamita, el más sucio de todos era el "arroz
de la tierra", como se le llama al cosechado en el país.
Una
de mis grandes alegrias fue cuando en diciembre de 2003 en Migros,
el primer supermercado donde puse un pie en Suiza, descubrí
unos paquetes de arroz Carolina, de grano largo, blanco y limpio,
listo para lavar y poner a la candela. El paquete de un kilo costaba
2 francos. En ese momento no me fijé en su procedencia,
sino en que no tenia que "escogerlo", o sea, limpiarlo.
Desde
entonces ha sido el arroz que mi hija, mi nieta y yo hemos comido.
Pero hoy, cuando abri la computadora y revisé noticias
online, en Swissinfo lei una noticia que me dio mala espina. Resulta
que el 27 de noviembre de 2005 más del 55% de los suizos
respaldaron la iniciativa popular "Por alimentos producidos
sin manipulación genética". El voto también
impide a la agricultura suiza utilizar OMG (contenidos genéticamente
modificados, según sus siglas en inglés) en plantas
ni animales durante un plazo de cinco años, cuando el tema
se volverá a someter a votación.
El
problema es que Migros, una de las dos grandes cadenas suizas
de supermercados, el arroz que vende lo compra a Estados Unidos
y el 18 de agosto de 2006 autoridades de ese país les comunicaron
que habían encontrado una concentración de 0,01%
de OMG, nada más y nada menos que en el arroz Carolina,
de grano largo, el que siempre hemos comprado, cocinado y comido.
Aunque
no se ha demostrado que este bajo porcentaje pueda afectar la
salud humana -el mínimo tolerado es de 0,09%- la cuestión
es que Migros, momentáneamente decidió retirarlo
de sus anaqueles.
Como
buena cubana, cogi una jaba grande y me fui al Migros donde habitualmente
compro. Ni un solo paquete de Carolina. Cogí el õmnibus
y me fui a otro más pequeño, y ahí enseguida
lo vi, junto a los paquetes de arroz "bolito", en Suiza
usado para preparar Risotto.
Mi
fallo fue que solo compré cuatro paquetes. Fui para la
casa, preparé el almuerzo a mi nieta y regresé de
nuevo a ese Migros.Ya los habían retirado. Arroces, claro,
hay de todo tipo y en muchos comercios, pero a mi gustaba ése:
abría el paquete, lo echaba en un envase plástico,
lo lavaba y pum, pa'la arrocera, con su correspondiente agua,
sal y aceite.
En
Europa, cada vez más, todo es Eco, Bio, Light... Para quienes
hemos vivido más de cuatro décadas en el despelote,
el desmadre y el descaro, todo eso nos parece una comermiedería
de marca mayor. Después de haber comido arroz con gusanos,
frijoles con gorgojos, pescado siguato, pan con mocos de panadero,
frituras con moscas adentro, café mezclado con chícharos,
latas de carne con dos años de vencimiento, picadillo de
cáscara de plátano burro y gato asado, le ronca
tanto melindre por un arroz que nada más tiene el cero
coma cero uno porciento de contaminación! |