Por
Pablo Docimo
El 26 de julio de 1957, al asumir el gobierno de Cuba, Fidel Castro
hizo muchas promesas al pueblo cubano, entre ellas:
1-
Gobernar provisionalmente por año y medio.
2- Total libertad de prensa.
3- Excarcelación de los presos políticos.
4- Convocar elecciones.
Además declaró ante cámaras: “Yo se lo que
les preocupa a ustedes. Y quiero que quede bien claro. No soy
comunista”.
Los cubanos lo recibieron como héroe y decidieron darle
su apoyo.
Sin embargo, ahora permanecen esclavizados y, lo que es peor,
sin la menor oportunidad de elecciones democráticas, debiendo
soportar la farsa de elecciones municipales donde lo que se eligen
son directivos de el único partido, el Comunista, quienes
serán los encargados de controlar al resto de la población.
Los cubanos han tenido que soportar 48 años sin los más
elementales derechos humanos, sin elecciones libres, sin libertad
de expresión, sin libertad de prensa, sin libertad religiosa,
sin la libertad de salir y entrar a su país.
Sien embargo, a pesar de todo esto, existen dirigentes que siguen
diciéndonos que Cuba es un modelo a seguir, como Evo Morales,
Rafael correa o su mejor alumno, Hugo Chávez, quien curiosamente,
antes de asumir, hacía las mismas promesas que el Dictador
cubano, y hoy sigue sus pasos a la perfección.
En la Cuba de Castro no hay juzgados, ni abogados defensores,
ni apelaciones , mucho menos justicia. Por 48 años esta
ha sido la manera de aplicar su propia “justicia”.
De hecho, en Cuba no hay ni contadores, ni ingenieros, ni arquitectos,
solo médicos, que no es casualidad... algo debían
hacer para que la población no se muera. De todos modos,
el habitante común de Cuba, muchas veces no tiene acceso
a esa “medicina de excelencia” que enarbolan como su principal
bandera, sino, vasta con apreciar las dentaduras deterioradas
de la mayoría de los cubanos, lo que demuestra dos cosas;
en primer lugar demuestra la mala alimentación, y luego,
la falta de atención médica.
Después del desmonoramiento de la Unión Soviética,
principal sostén económico de la Isla, Fidel no
tuvo más remedio que sucumbir a las bondades de sus principales
enemigos: El Liberalismo y el Capitalismo, y no pudo evitar la
apertura del turismo para poder generar algún tipo de ingreso
económico.
Gracias a ello hoy Cuba tiene bonitos hoteles cinco estrellas
y centros comerciales dignos de países desarrollados, donde
los cubanos no tienen permitido entrar, ni si quiera pasar cerca.
Son solo para los turistas, y ellos para lo único que pueden
ir es para trabajar. El Estado es el que suministra los empleados
(esclavos), las empresas le pagan al Estado (el dueño de
los esclavos) en dólares, el Estado le paga a sus esclavos
en inservibles pesos cubanos y se embolsa la diferencia.
En Cuba solo los turistas y los comandantes del régimen
pueden comprar los mismos productos, comer las mismas comidas
y tomar las mismas bebidas que los habitantes de Nueva York, Londres,
Miami, París o Roma.
En cambio, los cubanos, deben comprar en los “almacenes para el
pueblo”, donde es necesario tener una libreta de raciones para
poder adquirir cualquier cosa, hasta las más básicas,
y las familias cubanas tienen que permanecer por horas en colas
bajo el sol para poder adquirir incluso, hasta un poco de leche
para sus niños, teniendo que llevar, además sus
propios vasos, sino, no se la venden.
Sería muy tedioso y extenso realizar una lista de todas
las atrocidades que se viven en Cuba, pero no podemos olvidarnos
de la peor, que es anular hasta la libertad de pensar distinto,
motivo más que suficiente para ser encarcelado.
Castro ha hecho de Cuba Un paraíso para los extranjeros...
y un infierno para el pueblo cubano
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