El Veraz 
Portada
Audio y Video
Los 10+
Raíces
La otra Cara
Documentos
Reconciliación
Estadísticas
Victimas Cubanas
Galería de Puerto Rico
Isla del Encanto
Galería de Cuba
La del Turista
La del Cubano
Rostros Cubanos
Nostalgia Cubana
Búsqueda
Buscar en ¨El Veraz¨
Internacionales
Sitios de Puerto Rico
Sitios de Cuba
Artículos anteriores
Artículos anteriores
Divulgue la verdad
Imprimir Articulo  
Envie Articulo  
A Favoritos  
| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |
Causas y Efectos

Por Lázaro Rosa.
Alberta, Canadá.

El mayor, el más generalizado entre todos los prejuicios del cubano es ese enquistado criterio de que aunque el mundo esté ardiendo, aunque existan sobrados motivos para entristecerse y gritar, hay que mantenerse, contra viento y marea, con una forzada sonrisa en el rostro.

Quizás esto tenga mucha relación con una frase muy difundida en toda la isla que tiene, a propósito, ciertos atisbos de vulgaridad, me refiero a la ya célebre expresión: no cojas lucha con nada “asere”…
Ello es una muestra del grado de insensibilidad al que ha llegado el cubano común, además de su fatídica costumbre de asumir el engaño en la mayoría de las situaciones creyendo que con semejante actitud acrecienta su picardía y por ello podrá lograr todos sus objetivos, muchas veces no claros.

Cierta señora de aquí de Alberta, Canadá, que recientemente visitó La Habana me comentó a su regreso lo conmovida que se había sentido al ver a mis compatriotas tan sonrientes y “felices” en medio de tantas penurias y padecimientos extremos. Sin perder tiempo le dije que todo eso eran puras apariencias, que se trataba de una “hábil” estrategia de protección personal que formaba parte de la sobrevivencia cotidiana en la isla.

Mis conciudadanos, le expresé, creen que logran confundir a todos cuando muestran el lado picaresco de sus rostros, a la vez que por dentro sienten el deseo de largarse volando del país o gritar, llorar, por sus miles de decepciones y frustraciones que casi siempre prefieren callarse.

Se trata de una, entre las muchísimas deformaciones cívicas que han invadido a la nación durante estos últimos cincuenta años del llamado “socialismo real”.

Y es que ese proceso histórico al que todavía algunos llaman revolución no ha sido otra cosa que una gran contradicción en si misma, porque se apoya en las falacias más audaces e inescrupulosas y, también, en sus constantes dramas. En este caso quizás estemos ante la más perfecta y genial obra maestra de ciencia ficción que se haya escrito en todos los tiempos.

Yo sigo sosteniendo de manera persistente que los pies del Castrismo son de arena. Cuando muera su principal icono esto saldrá a relucir de forma inevitable. Se trató en sus inicios de un mito alucinante que desde hace mucho tiempo se ha esfumado de la conciencia real de sus más sinceros seguidores.

No debemos confundir los caprichos de un dictador con la genuina comprensión de sus acciones por parte de quienes, hasta hoy, aparentan entenderlo.

Es tan contradictorio y cerrado este proceso que hasta los mismos elementos de su más férrea oposición militan, oportunistamente, dentro de las filas de su único y oficial partido, el comunista. Si se diera en Cuba la más mínima fisura de apertura, los opositores más recalcitrantes a la dictadura comenzarían a salir desde las mismas entrañas de su propio partido gobernante. Vivir para ver.

Recuerdo el meritorio papel que desempeñó en la descomposición de la Unión Soviética un personaje tan célebre y reformista como lo fuera el desaparecido Boris Nikoláyevich Yeltsin, emergido, nada menos, desde el propio seno del Buró Político del PCUS cuando era una de sus figuras más representativas.

De la misma manera ocurrió en todos los países excomunistas de la Europa Oriental, donde los principales reformistas igualmente salieron de las altas estructuras de mando del poder totalitario.

La infamia no puede hacer otra cosa que generar infamias e infames. La Habana de hoy se asemeja a una ciudad recién bombardeada y salida de la Segunda Guerra Mundial. Parece que los días de la Sierra Maestra bajaron de las montañas orientales del país para aferrarse tercamente a sus calles, concretando con ello las visiones más degeneradas que puedan ser concebidas por cualquier mirada de auténtica óptica realista.

Recientemente en una visita a la Ciudad de Panamá el escritor cubano Miguel Barnet (además actual presidente de la UNEAC ) planteó durante una entrevista, con el más escalofriante descaro, que en Cuba los ciudadanos tienen permiso para viajar a donde quieran.

Según las palabras del pregonero Barnet él ha podido visitar sin ningún tropiezo más de 47 países del mundo. Esto es lo que yo llamo tocar fondo con el cinismo y me pregunto:

¿Cómo se puede estar haciendo todo el tiempo lo incorrecto, mentir a careta quitada, para defender, supuestamente, una causa correcta?. Vaya paradoja!.

Debe recordársele al autor de la novela Biografía de un Cimarrón que una de las causas por la que fuera destituido de su cargo el anterior ministro cubano de educación, Dr Luis Ignacio Gómez Gutiérrez fue, a decir del propio Raúl Castro, que este funcionario (Luis Ignacio) viajaba constantemente al extranjero. Todo esto a pesar de que el cesado ministro realizaba sus viajes como funcionario y representante del régimen.

Para nadie en la isla ha sido nunca un secreto que una de las maneras que ha tenido el gobierno comunista de premiar a sus más serviles y convencidos partidarios es otorgándole a los mismos viajes al exterior. Al parecer el señor Barnet, en su condición de actual presidente de la UNEAC, ha olvidado esta vieja y abusiva práctica.
Los que secundan las mentiras obviamente terminan valiéndose de ellas y usándolas como su salvavidas para ascender a puestos y cargos distintivos dentro de todo contexto de inmoralidad.

Es incomprensible que si se pretende construir un camino donde, supuestamente, los sanos ideales han sido sus premisas de primer orden, como creer entonces que los mismos vayan a tener sólidas bases cuando los que los representan miran hacia la luz y luego, con dos dedos de las manos entrecruzados a sus espaldas, plantean, sin la menor perturbación, que han sido testigos de la oscuridad más plena y absoluta. Con esto estoy sólo poniendo un ejemplo. Vaya paradoja!.

La experiencia mundial no se cansa de recordarnos que los sistemas ideológicos y doctrinales terminan defenestrados, enlodados, por sus propias manías. No por gusto durante el siglo pasado algunos de los personajes más siniestros de la historia tuvieron que ver con los excesos y maquinaciones del experimento socialista. Voy a mencionar solamente cuatro nombres muy conocidos: Laurenti Beria, José Stalin, Pol Pot con sus Jemeres Rojos y Nicolae Ceausescu. Entre muchos otros asesinos no menos repulsivos.


Inicio | Puerto Rico | Cuba | Internacionales | La otra Cara | Cartas de Cuba | Conózcanos
© Fecha de Fundación 30 de Julio 2003 El Veraz - Derechos Reservados