Por
Fernando Ravsberg
"Todas las cubanas son putas", me
espetó con muy mala cara un parroquiano en un bar de
Barcelona apenas oyó que yo vivía en Cuba.
Tal
generalidad me pareció infame, aunque debo reconocer
que se trata de un criterio muy extendido.
Así
se percibe Cuba desde los hoteles, como centros turísticos
rodeados de prostitutas a la caza de "exitosos" machos,
esos que se ven obligados a viajar 5.000 kilómetros para
poder tener una relación sexual, por la que además
deben pagar.
Muchos
se sorprenderían si supieran que en Cuba el sexo es de
las pocas cosas gratuitas y no racionadas. No debe ser reconfortante
para el ego masculino darse cuenta que se ha estado pagando
por algo que todos los demás hacen por placer.
No
pretendo criticar a las "jineteras", tengo un par
de buenas amigas que se dedican al oficio y son para mí
tan respetables como cualquier otra mujer. Pero incluso ellas
estarían de acuerdo conmigo en que representan una ínfima
parte de la población femenina.
En mi barrio hay decenas de muchachas, algunas de ellas fueron
amigas e incluso noviecitas de mis hijos, y solo conozco 3 o
4 prostitutas, el resto trabajan o estudian, se enamoran de
un cubanito y se escapan a las fiestas montadas en la parrilla
de una bicicleta.
Podría
contar cientos de anécdotas sobre mujeres cubanas que
dejarían con la boca abierta a más de uno de estos
sociólogos de bar, porque son muchísimas las que
priorizan en sus relaciones personales el amor y el sexo antes
que el dinero.
Conozco
a una de ellas que estaba unida a un empresario español.
Vivían en Madrid, hasta que en uno de sus viajes a la
isla conoció a un cubanito, trabajador manual, con el
cual ya tiene hijos y parecen felices a pesar de la libreta
de racionamiento.
Me
imagino que a su ex marido le puede costar comprender que ella
haya dejado todas las comodidades que tenía en España
para llegar a Cuba a vivir como uno más, cambiando tan
codiciados lujos por los simples placeres del alma y la carne.
De
todas formas es difícil que las dificultades amilanen
a una mujer cubana, ellas fueron el sostén principal
de sus hogares durante la crisis económica de los años
90, cuando había que inventar para cocinar sin alimentos
y lavar sin jabón.
En
aquellos años se convirtieron en una especie de "Jesucristo
doméstico" que realizaba el milagro de multiplicar
los panes y los peces, para que los suyos tuvieran cada día
en la mesa los alimentos necesarios para sobrevivir.
Y
todo tuvieron que hacerlo a la par que desarrollaban su trabajo,
porque el 65% de los profesionales y técnicos de Cuba
son mujeres, algunas de las cuales han realizado importantes
aportes a las ciencias, las letras, las artes o el deporte.
También
son mujeres más de la mitad de todo el personal de salud
-médicos, enfermeros y técnicos- que prestan ayuda
a otros países, las que recorrieron y recorren las montanas
de Pakistán, las selvas de Guatemala y los barrios pobres
de Caracas.
Es
verdad que son un poco diferentes a otras mujeres del continente.
Tienen una tasa muy alta de divorcios, consideran el aborto
como un derecho y no sienten que el sexo sea pecado por lo que
hacen el amor sin sentimientos de culpa.
La
moda no rige sus vidas ni la edad las limita, se ponen lo que
les gusta y nadie las critica, se enamoran incluso en la tercera
edad, cuando muchas de sus hermanas en el mundo creen que lo
único que pueden hacer es criar nietos.
Son
madres muy amorosas, como pareja independientes, profesionalmente
creativas y muy pasionales. En general no son mujeres que se
puedan comprar, incluso entre las prostitutas, las que se alquilan,
es difícil encontrar una que se venda.
Es
que una mujer cubana nunca es del todo de uno, elige cada día
de su vida con quien estar y si su pareja aspira a ser reelecto
deberá darle el amor y la pasión que reclama.
Para ellas cambiar de hombre no implica el menor trauma.
No
pocos extranjeros han sufrido el desengaño cuando trataron
de comprar una mujer en Cuba.
Ahora,
en medio de la soledad de un bar, no alcanzan a comprender aun
que fue lo que fracasó, pero mascullan, a todo el que
quiera oírlos, que "todas las cubanas son
putas".
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