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Chocolate y Fresa

Esteban Casañas Lostal

Ese día salí llorando del cine, me embargaba un gran dolor, sentía un odio inmensurable por lo que acababa de ver, vistas de mi ciudad destruida, una panorámica del puerto por donde tantas veces transité, pero, por encima de todo eso, el horror de observar como se comerciaba con algo que había causado tantas penas. Era inevitable esa reacción de mi parte, yo pertenecía a esa generación que lo ha visto todo en silencio, cada cambio sufrido desde el comienzo, hasta la ruina total. La gente se daba cuenta de las lágrimas que brotaban de mis ojos, pero solo por fracciones de segundos, al pasar por mi lado eran olvidadas, nos encontrábamos en pleno invierno. Muy poca gente lo comprende en el extranjero, solo ven una película, nosotros los cubanos vemos mucho mas que eso, era increíble la muestra de falta de escrúpulos que se daban en estos últimos años, la desesperación por ganar dinero los conducía a caminos muy bajos, sucios, como nunca experimentó la isla.

Les tocaba el turno a los homosexuales, una magnífica película, excelentes actores y una escenografía que no fue construida, paisajes que se encuentran por todos lados, al salir de la casa, al doblar la esquina, recorriendo el barrio, la capital, toda la isla. Destrucción, suciedad, gente que habla dos idiomas, cada una, con una cara diferente, esa es la vida. Allí estaban los personajes, hablando una lengua que yo conocía y que muchos ignoraban, me vi obligado en diferentes oportunidades a explicarle a mi compañera su significado, como aquel; donde uno de ellos se pasaba el carnet de la Juventud Comunista de un bolsillo a otro, sin hablar nada, un solo gesto, que en muchos casos una mirada puede ser suficiente, siempre se encuentra presente la amenaza y el miedo que llevamos dentro del alma.

El hogar era otro tanto, la escenografía debió ser bien barata, pudo ser otra, pero no era necesario, se puede elegir la de cualquier cubano, pero, no de uno cualquiera, debe ser de esa masa que se llama pueblo. El diálogo era en extremo exquisito, una lucha entre la maldad de ser homosexual y la pureza de ser un joven comunista bien macho, entre las ideas contrarias al régimen y las de un carnero formado por éste, entre una persona asfixiada y sin esperanzas y aquel que siempre creyó en lo que no existe y nunca vio.

Para el extraño, se encuentra ante la presencia de un film solamente, un magnífico film que mereció ser nominado a un Oscar, para los que nos desarrollamos en ese ambiente putrefacto, estábamos ante otra cosa, ante una muestra de la degeneración sin límites que daba ese régimen por ganar dinero, ante la muestra de una falsa apertura, de un Director osado y valiente, de una posibilidad de decir lo que se siente, para nosotros, todo esto suena muy falso. Lágrimas que brotaron con sus razones, las que no comprendía mi compañera, quien no estaba acostumbrada a ver llorar un hombre y solo le pedí, que me acompañara en silencio, ellas se secarían solas o mas bien, se convertirían en pedacitos de hielo. Me vino a la mente muchas cosas de mi patria en ese cine, mientras, oía las risotadas de algunas personas cuando el actor peleaba con Roco su refrigerador. Aquellas grandes redadas que se hicieron contra los homosexuales en la década de los sesenta, su envío a aquel campo de concentración conocidos como UMAP ( Unidad Militar de Ayuda a la Producción), nos encontrábamos dentro de una sociedad machista, donde todo tenía que ser perfecto, si se deseaba construir al soñado hombre nuevo, ser maricón era sinónimo de enemigo y había que aplastarlos, acabar con ellos, como se hacía con los gusanos. No tenían espacio en la tierra donde ellos nacieron sin culpa alguna, no pidieron nacer allí, como tampoco, le pidieron a sus padres nacer con eso que se considera un defecto. Triste vida la de aquellas personas rechazadas por la sociedad, pero mucho más dolor causaba, que fueran unos excluidos también por la familia, padres que eligieron entre dos cosas; entre el hijo amanerado, de inclinaciones femeninas, enamorados de gente con su propio sexo, pero hijos al fin y al cabo, y por otra parte la ideología, el ser bien visto ante sus compañeros de trabajo, los vecinos, sus dirigentes del barrio, la cuadra, el Partido, etc. Una gran cantidad de esa masa eligió la segunda opción, era vergonzoso tener un hijo maricón, todo por la Patria se dirían algunos.

Han pasado muchos años de aquella infamia, ¿qué se dirán esos padres envejecidos?, aquellos que le dieron las espaldas a sus hijos, ¿satisficieron los deseos de la Patria?, ¿no fue ella muy exigente?, ¿podrán vivir sin un poco de vergüenza?, y los que han muerto, ¿lo habrán hecho con un cargo de conciencia? Los homosexuales de esa dolorosa época son hoy algo viejos, muchos marcharon al exilio, de mil formas, unos llegaron, otros quedaron en el camino, triste la trampa que les pusiera el destino, ¿cómo se les ocurrió nacer con ese defecto, en una tierra donde no estaba permitido?, ¿y sus padres?, ¿pueden dormir tranquilos?

Para los homosexuales la vida fue un calvario en ese país, que pretendieron fuera habitado solamente por machos, la discriminación contra ellos alcanzó límites inimaginables, eran rechazados en centros laborales, como si fueran autores de un gran delito, expulsados de escuelas y aquellos que llegaron hasta las Universidades, reprimiendo todo tipo de sentimientos, cuando se les descubría el más mínimo detalle que los delatara como tal, eran separados sin misericordia, importándoles un bledo si estaban al final o inicio de una carrera, sencillamente, eran unos indeseables. La mayor parte de la población homosexual cubana, se convirtió automáticamente en opositora a la ideología del sistema, solo algunos, muy pocos, llegaron a destacarse y ascender dentro de la sociedad, generalmente, dentro del campo de la cultura y aún se mantienen fieles al régimen, siendo odiados por los otros, contra los que el régimen aplicó su odio y desprecio.

Cuando el escándalo sobre la cacería de homosexuales alcanzó nivel internacional, los dejaron un poco más tranquilos, pero, su condición los vetaba automáticamente para incorporarse a la sociedad, hoy, con un líder envejecido y decadente, con una camarilla gobernando a sus espaldas de la misma manera que sucediera en China, los homosexuales se han ganado un espacio dentro de la sociedad, pero no ha sido logrado por luchas, ese logro se les ha concedido por intereses económicos del régimen, para garantizar la entrada de dinero obtenido por el turismo sexual, que ha desviado su mirada hacia un paraíso hasta hace poco cerrado al extranjero, otras de las sucias vías utilizadas en su lucha por subsistir, la prostitución.

Humberto es un hombre de unos treinta y tantos años, en realidad no es hombre, nació con nuestro sexo, pero brincó la frontera del otro desde muy pequeño, pertenece a esa gran cantidad de ellos que hoy viven en Montreal, nunca me pude imaginar que hubieran tantos, hasta formar una colectividad bastante importante y unida, detalle que he observado en las personas homosexuales desde siempre, lo son mucho más que los hombres y las mujeres, tal vez, los empujó el hecho de haber estado casi siempre marginados. Trabajaba en el mismo lugar de mi hija y yerno, luego, estudió para peluquero y se marchó, ahora trabaja en ese giro que tanto gusta a la gente como él. Coincidimos en varias fiestas que se organizaban en las casas de varios cubanos, era una manera de consumir el largo y casi interminable invierno, cuando se hace sumamente difícil encontrar personas por las calles y oscurece muy temprano.

Los primeros encuentros fueron muy distantes, no tanto, pero se mantuvieron aquellas fronteras que había vivido, estábamos en otras tierras y cargábamos el peso de los daños causados por otra, que se encontraba muy lejos en el tiempo y a muchas millas, es una reacción normal entre los que nacimos en ella, vivimos con ese fantasma que nos persigue donde quiera, sus razones existen y están latentes en cada movimiento, hay cubanos y cubanos, gente extraña de veras. Creo, que encontrase con nosotros revivió en los primeros instantes, ese don que tienen los seres para protegerse, debo imaginar, que esperó la misma reacción de desprecio que muchos no pueden ocultar aún hoy.

Yo lo oía con mucha atención, siempre me ha gustado escuchar a las personas, sus experiencias valiosas, considero a cada ser un libro muy grande, una historia, y de todas ellas absorbo lo mejor. Humberto era una de esas personas, que trasmiten mucho con pocas palabras, de un carácter especial, sumamente jovial, tan así, que clasificaba como el típico jodedor o mejor dicho una jodedora, yo sé perfectamente que nunca se sentirá ofendido por estas letras, pudiera continuar hablando hasta el final en femenino, pero prefiero hacerlo como lo he venido haciendo, también me comprenderá y sabrá que ese es un defecto machista que llevo dentro. Es el tipo bien parecido, no por gusto, las mujeres no dejan de exclamar que es un desperdicio, estoy seguro, que de haber jugado en mi equipo, le hubieran sobrado las buenas hembras, pero, juega en el contrario y nunca lo ha negado, bueno, nunca a partir de ahora que es libre de ser quien es y se encuentra protegido. No se avergüenza por decirme que es "Gay", esa palabra suena mucho más linda que "maricón", cosas que tiene nuestra lengua, extremadamente dulce para hablar con Dios y del amor, pero extremadamente cruel, para tratar lo que no nos gusta, dice; que la única ocasión en la que le han gritado maricón, sucedió en una visita a Miami, se lo gritaron desde un auto en marcha y en lugar de ofenderlo, se puso muy contenta, ya la había olvidado, cosas que tiene el muy cabrón o cabrona, a todo le busca el lado que lo pueda hacer feliz.

Como nunca le mostré el más mínimo síntoma de desprecio, Humberto se sintió muy cómodo en nuestras conversaciones, creo, que muchas de las cosas que me contaba, lo haría, porque encontró en mí al padre que le faltó en un momento muy importante de su vida, al padre que no existió para él y muchos que nacieron con eso que la gente llama defecto. Ese mismo afecto y confianza lo mostraba con mi esposa, en cada encuentro nos decía algo nuevo de su vida, hasta que llegó el instante en que le pregunté; ¿Tu no te ofenderías si escribiera algo de tu vida? ¿Puedo usar tu nombre o prefieres el anónimo? Me interesa escribir algo sobre los gays de Cuba, su respuesta nos se hizo esperar, << ¿Cómo puedes creer hombre?, escribe si omitir un solo detalle y usa mi nombre, yo soy libre, feliz, y sé que muchos gays como yo, se sentirán contentos, me refiero a los cubanos que estamos del lado de acá.>>

Desde pequeño descubrí que yo no era como los otros muchachos, me refiero, a los que normalmente se volvían locos por salir de la casa a jugar baseball, siempre tuve una incontrolable atracción por las cosas del hogar, me refiero a esas que les encanta a muchas mujeres, limpiar, fregar, lavar, planchar, ver novelas rosa, jugar a las casitas, pero rechacé los intentos de mis primas en colocarme en el lugar del papá o en el del Doctor, yo sentía la imperiosa necesidad de ser como ellas aunque no lo expresara, no podía hacerlo, no debía hacerlo, era una auto represión con la cual habíamos nacido, pero esos eran mis sentimientos, los de una niña como otra cualquiera. Me atraía el olor de los varones y sentía placer cuando me maltrataban por encontrarme débil, por mis amaneramientos, mi manera de mirar y mover las pestañas, mis gestos al hacer alguna señal con las manos y los dedos, la forma en la que me sentaba al cruzar las piernas. A escondidas en el cuarto de mis primas, me entretenía probándome sus ropas, comprobando el inmenso placer que me causaba ponerme sus ropas interiores, esto, solo lo podía realizar, cuando todos se encontraban ausentes y mi tía se quedaba dormida. Contrario a los muchachos y en la medida que iba creciendo, detestaba la música popular, la que bailaban todos los machitos de mi época, me atraía mucho la lírica, lo culto, la poesía y entre esos grandes exponentes de nuestra cultura, vivía las interpretaciones de Esther Borja, Alicia Alonso me hizo nadar en el Lago de los Cisnes, Luis Carbonell me estremecía con sus acuarelas y después, sentí una indescriptible solidaridad por esos artistas que eran lo que yo debía ser, ellos me representaban en cada actuación, así fui creciendo y en la medida que lo hacía, me sentía más mujer, hasta que me convertí en lo que llaman una verdadera señorita, que irreversiblemente, no daría un solo paso atrás.

Infortunadamente llegué al mundo en el lugar y tiempo equivocado, yo era un objeto anacrónico en esa sociedad que me condenaba a cada paso, desde siempre, a partir de haber adquirido uso de razón y tener conciencia, a partir de allí, creo que mi vida fue todo un calvario. Disculpa que te sea tan sincero, puedes pensar que soy un descarado, pero, si deseas escribir algo verdadero, no puedo ocultarte muchos detalles>> Le pedí que continuara sin reparos, su historia me interesaba porque era común a muchos seres que he conocido en esta ciudad, en Cuba, por mi condición de Oficial de la Marina Mercante y por encontrarme la mayor parte del tiempo ausente del país, nunca me relacioné con ellos, hay que agregar también, esa fuerte dosis de machismo que nos inculcaron desde pequeños y el consabido rechazo a estos seres, no creo que haya sido mi culpa, como tampoco lo justifico, pero así vivimos allá y estas relaciones de hoy es algo nuevo para mí, descubro un mundo muy distinto al mío, donde la amistad, el amor, los sentimientos humanos, la solidaridad y todo aquello que puede ensalzar a las personas, se encuentra con mucha más fuerza entre ellos, los homosexuales.

<< Crecí y era muy simpático, no quiero decirte que era tan bello, que muchos hombres me envidiaron y muchas mujeres no pudieron retener suspiros cuando me veían pasar, era un hermoso muchacho y lo sabía, pero mi atracción por los hombres crecía a cada momento, de nada sirvieron los esfuerzos que realizó mi querida madre, para presentarme a todas las chicas del barrio, las había visto en numerosas ocasiones, pero para mí significaban lo mismo que una estatua para un perro, eran solamente un lugar para mear, yo me consideraba igual a ellas y con atractivos que en oportunidades las superaba, solo, que nací con el cuerpo equivocado. Un día, conocí a otro muchacho del cual me sentí fuertemente atado, me enamoré a primera vista de él, hasta que logré llamar su atención, yo sabía que le gustaba, tenía esa seguridad que solo conocemos los que poseemos un sexto sentido, porque, nosotros también tenemos esa intuición que poseen las mujeres. El momento llegó, esa primera vez intercambiamos manoseos, besos que sentí me llegaran profundos y disfrutara como nunca, luego, me enseño su órgano y lo acaricié, no paraba de observarlo con placer, pero ese día no hicimos nada, no sé por cual razón se interrumpió ese intercambio de caricias, pero las continuamos otro día, hasta que me le entregué totalmente y me convertí en su capricho, su objeto, su placer, su amor, ¿quién pudiera saber?, pero nos amamos en innumerables ocasiones, por mucho tiempo fuimos pareja y nos llegamos a querer, pero ese amor se rompió el día que él partió para el extranjero, ese ha sido uno de los momentos más difíciles de mi vida, sentí lo que puede sentir cualquier mujer abandonada, bebí, lloré, sufrí, pero no me pude engañar, nunca creí en sus promesas, sabía que me olvidaría, eso sucede con muchos que se marchan, lo olvidan todo, es como si al cruzar esa frontera azul, lo borraran todo y comenzaran otra vida, a mí, me ha sucedido lo mismo, lo he borrado todo.

Mi vida continuó siendo un castigo, gente de mi condición sabe que es así, aunque la peor parte de ese calvario, les haya tocado vivir a una generación antes de la mía, un tiempo más tarde, contraje relaciones con el que hoy es mi amigo, es gay igual que yo, pero nunca he tenido una amistad como esa, sufrió los mismos problemas que yo, era discriminado por su condición y todos los esfuerzos que realizó su familia para convertirlo en hombre fueron infructuosos, compartimos nuestras vidas desde la juventud hasta hoy, en Cuba, cuando andábamos por la calle y nos gritaban "mariconas', el regresaba sobre sus pasos y la emprendía a golpes con cualquiera, lo era, pero no le daba la gana que la gente se lo gritara en plena calle, para satisfacer sus morbosos deseos, siempre ha sido así, una noble fiera. No hubo mas recogidas públicas de maricones, pero no nos dejaban incorporarnos a la sociedad, yo simpatizaba con algunos de los programas sociales de país, con los mismos que utilizaron como trampas para engañar al pueblo, yo pude ser revolucionario, ¿qué tenía que ver mi inclinación sexual con las ideas? Absolutamente nada, pero éramos y seremos unos desgraciados condenados injustamente, en mi vida he conocido a muchos de nosotros sumamente inteligentes, personas capaces de emprender cualquier tarea social difícil, sin embargo, siempre los mantuvieron marginados, es inconcebible ese crimen cometido en nuestro país, pero se perdió la oportunidad de poseer buenos médicos, arquitectos, ingenieros, científicos, etc., por el solo delito de ser maricones, esto te lo digo sin omitir puntos ni comas, a todo lo más que un día pudimos aspirar lo fue; puestos de peluqueras, costureras o modistos como le dicen en Cuba, coreógrafos, etc., puestos, que de acuerdo al criterio de los machos, estaban reservados para los maricones.

Un tiempo después de aquella hermosa amistad, mi amigo del alma abandonó el país, sufría lo que no eres capaz de imaginar, era marginado y maltratado por la propia familia, ¿te imaginas eso?, que la sangre de tu sangre te desprecie por ese defecto que tenemos, eso lo llevamos dentro, muy dentro, donde nadie puede llegar, mas profundo que el alma, para saber de estas cosas hay que vivirlas, no sé por cual razón te las cuento. Mi amigo se empató con un canadiense de plata y antes de partir prometió sacarme de este infierno, para serte sincero, no creí en su promesa, lo mismo me habían dicho anteriormente y quedé totalmente destrozado, tenía el alma partida y vagaba, no podía hacerlo mucho, pues nuestro campo era muy reducido y me dediqué a olvidarlo, para ello, participé en incontables orgías, conocí a mucha gente como yo, era increíble, pero, nuestra comunidad era numerosa, no servía de nada, todos éramos mudos, más que eso, un poco cobardes, pero éramos demasiados, lo suficiente para hacernos sentir en ese país, como lo hacen los gays del lado de acá, pero, nada nos motivaba a hacerlo, detrás de cada uno de nosotros se encontraba latente la traición y la desconfianza, siempre ha sido así y lo será, por eso, solo nos interesaba el sexo, la lujuria, los bacanales, las fiestas de perchero, que los machos nos gozaran y luego nos abandonaran, nos estábamos corrompiendo profundamente, nos convertíamos en morbosos sin darnos cuenta, hasta que aquella vida me asqueara. Cuando las esperanzas estaban perdidas y cuando menos lo esperaba, me llegó una carta de invitación del canadiense para visitar este país, estaba asombrado y no podía creerlo, aquello había sido obra de mi amigo. Mi primera reacción fue inesperada, no me interesaba partir de la isla, me sentía adaptado a esa sucia vida, me gustaba como a otros nadar en la mierda, me convertía en un animal sin saberlo, creo, que casi todos lo somos un poco sin darnos cuenta de ello. Mi amigo insistió y uno de esos días que uno tiene atravesados, de esos, donde la vida no tiene sentido ni valor, sin saber la razón, me presenté en la embajada de Canadá y heme aquí, no puedo negarte, que en aquellos tiempos era mucho más fácil que ahora, y ya ves, soy un hombre libre, bueno, no tan hombre pero si libre.>> Tomó una pausa para cambiar un disco y buscar una cerveza, tiene una colección de música cubana que envidio y él lo sabe, son cientos de discos de gente que ya no cantan, gente que han muerto sin ver ni disfrutar la gloria, él conocía ese gusto mío por lo nuestro y le encantaba ponerme números, que siempre me arrancaban alguna exclamación, luego, lo comentaba con mis hijos.

Estando en esos menesteres, me acordé de otro caso, igual o parecido al de él, solo, que Armando llegó casado con una canadiense a la que supo conquistar en Cuba, lo hizo de buena lid, conociendo las debilidades de las mujeres, las mismas que él sentía, hasta que explotó como un siquitraque y no pudo ocultarlo, me narró, lo difícil que resultaba para él hacer el amor con una mujer, se sentía traicionado y defraudado a la vez, cada acto, eran motivos de asco, penetrarla y sentir el olor de su lubricación le provocaban náuseas, no soportaba el roce de ambos cuerpos, hasta que todo se convirtió en una tortura y no pudo ocultarlo. La mujer canadiense tuvo intenciones de ponerle una demanda, pero no pudo llevar adelante a sus propósitos, ahora está viviendo felizmente con otro gay centroamericano, que sufrió experiencias parecidas en su país, ambos son felices y forman una linda pareja.

Por unos instantes pensé que desistiría continuar su historia, pero me equivoqué, Humberto llegó a su asiento y continuó, en el equipo podía escucharse la voz del dúo de Clara y Mario, la última vez que los oí, antes de que ella muriera, se encontraban actuando en el Cabaret Nacional, que estaba en San Rafael y Prado, siempre me encantaron, eran la adoración de muchos homosexuales en Cuba, tal vez por Mario.

<< Aunque no lo creas, siempre pensé que yo estaba errado, que mi camino no era aquel para el cual había nacido, creí en muchas oportunidades que debía tener hijos, ser padre debe ser la meta de cada hombre, pero yo no lo era, en todo caso, me satisfacía más pensar en ser madre, era lo adecuado para mi forma de pensar y sentir, sin saberlo, estaba haciendo uso de algo que siempre hicimos en la isla, nos auto-reprimíamos, esa era la constante de nuestras vidas, la represión y la auto-represión, el gobierno no necesitaba jodernos mucho, ya lo estábamos por dentro, teníamos podrida el alma, fue así, cuando en uno de esos intentos locos por ser lo que yo no era, ni nunca he sido, me empaté con una buena y bien rica hembra, me la llevé para una casa en la playa, éramos un grupo, donde nadie se metía en la vida de los demás, nos llamábamos liberales, esa noche le hice el amor, pero sentí asco de ella y de mí, ese día comprendí definitivamente que yo nací en un cuerpo equivocado, no tuve orgasmo y al final oriné dentro de su vagina, para simular que me había venido, pero ella no era estúpida y se dio cuenta, después, me lavé el pene mas de diez veces, con rabia, para que no quedara olor de ella, luego, solo lo he utilizado para orinar, para eso me lo pusieron.

Aquí es diferente, me siento realizado, soy feliz y nadie me ofende, si me da la gana de vestirme como mujer lo hago, entro a lugares públicos y nadie me critica, todo lo contrario, la gente lo ve todo con mucha naturalidad, voy con mi amigo casi siempre y somos felices, vivimos, trabajamos, disfrutamos de esta vida que es tan corta y nadie nos condena, cuando miro para atrás, veo que nada existe, que no ha existido pasado, que nunca he vivido en otro lado, todo se me olvida y no tengo intenciones de recuperarlo, de verdad, ¿no sé por qué razón te cuento estas cosas? Tal vez necesitaba sacarlas de adentro, las tenía escondidas desde hace mucho tiempo y quería desahogarme con alguien, disculpa la descarga. ¿Sabes una cosa? Siempre detesté la música cubana, tal vez en ella descargaba el odio que siento por ese sistema, hoy la he conocido, la amo y disfruto de sus letras, no es nostalgia, al contrario, siento que nada me ata a aquello, solo que un día, conocí esas canciones que me trasladan a un lugar que existió y he vivido, tienes que quemarme el disco de Los Zafiros.>>

Humberto quedó en venir por mi casa a terminar de contarme su historia, el muy cabrón no llegó, no me interesa en lo absoluto, yo sé que tendré que esperar un poco, lo tendré de regreso por mi casa dentro de unas semanas, hoy no trabajaba porque es el día de los trabajadores, gay o no, él es uno de los que celebran este día en todo Canadá, es sencillamente, uno de esos seres que nunca le han causado daño a este país, ni ha sido un peso para este pueblo, se gana la vida honradamente y en sus tiempos libres, disfruta de la vida como hubiera deseado hacerlo en su tierra natal sin ser condenado, sin ser calificado como el traidor que nunca fue, porque Humberto solamente ha sido lo que es y no se arrepiente de serlo.

He repetido la película muchas veces, la tengo grabada en un cassette, pero no hace falta que la ponga, a cada rato la ponen por diferentes canales, no sé por cual razón la repito, pero lo hago, luego, al final de ella, termino encabronado conmigo mismo, no es el mismo sentimiento que sienten mis hijos ni el propio Humberto, hay cosas que no se trasmiten con la misma intensidad las diferentes generaciones, hoy, los homosexuales respiran un poco mas tranquilos que los de mi generación y la de Humberto, nadie sabe que pasará después, todo es tan cambiante en ese país, lo que hoy es legal mañana es causa para ir a una prisión, otra cárcel dentro de ella, porque aquello nunca ha dejado de ser lo que es, si disfruto mucho de algo en esa película, algo que nunca imaginé fueran capaces de llevar tan lejos, la victoria ideológica del homosexual sobre el joven comunista, no hacen falta los argumentos filosóficos, no es necesaria la muestra de la excesiva cultura del gay, que sobresale en todo momento por encima de la del joven comunista, no hace falta nada de eso, es suficiente con el abrazo que el comunista le dio al homosexual, con eso basta. No lo comprenden los turistas ni los extranjeros, quizás fue un detalle que se le escapó a la censura del gobierno, debe ser algo muy atrevido de parte de los realizadores, creo que lo fue mucho, hoy, no hay chocolate ni fresas, no hay espacio para ese romance ideológico entre dos posiciones totalmente opuestas, todo es muy utópico, muy maravilloso para optar por un Oscar, pero muy cruel para aquellos que lo vivieron, el gay se irá de Cuba y en la isla quedará aquel que solo lo abrazó en una película, envejecido, flaco, desdentado, con la piel curtida por el sol y los trabajos voluntarios, con el estómago vacío, sin poder entrar a un hotel, sin dólares para poder comprar. ¿Humberto? Estará el lado de acá, todos los años se sumarán muchos igual que él, que en un arranque de nostalgia amarán nuestra música, la misma que allá detestaron, pero no serán motivos suficientes para hacerlos regresar


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