Esteban
Casañas Lostal
Ese
día salí llorando del cine, me embargaba
un gran dolor, sentía un odio inmensurable por
lo que acababa de ver, vistas de mi ciudad destruida,
una panorámica del puerto por donde tantas veces
transité, pero, por encima de todo eso, el horror
de observar como se comerciaba con algo que había
causado tantas penas. Era inevitable esa reacción
de mi parte, yo pertenecía a esa generación
que lo ha visto todo en silencio, cada cambio sufrido
desde el comienzo, hasta la ruina total. La gente se daba
cuenta de las lágrimas que brotaban de mis ojos,
pero solo por fracciones de segundos, al pasar por mi
lado eran olvidadas, nos encontrábamos en pleno
invierno. Muy poca gente lo comprende en el extranjero,
solo ven una película, nosotros los cubanos vemos
mucho mas que eso, era increíble la muestra de
falta de escrúpulos que se daban en estos últimos
años, la desesperación por ganar dinero
los conducía a caminos muy bajos, sucios, como
nunca experimentó la isla.
Les
tocaba el turno a los homosexuales, una magnífica
película, excelentes actores y una escenografía
que no fue construida, paisajes que se encuentran por
todos lados, al salir de la casa, al doblar la esquina,
recorriendo el barrio, la capital, toda la isla. Destrucción,
suciedad, gente que habla dos idiomas, cada una, con una
cara diferente, esa es la vida. Allí estaban los
personajes, hablando una lengua que yo conocía
y que muchos ignoraban, me vi obligado en diferentes oportunidades
a explicarle a mi compañera su significado, como
aquel; donde uno de ellos se pasaba el carnet de la Juventud
Comunista de un bolsillo a otro, sin hablar nada, un solo
gesto, que en muchos casos una mirada puede ser suficiente,
siempre se encuentra presente la amenaza y el miedo que
llevamos dentro del alma.
El
hogar era otro tanto, la escenografía debió
ser bien barata, pudo ser otra, pero no era necesario,
se puede elegir la de cualquier cubano, pero, no de uno
cualquiera, debe ser de esa masa que se llama pueblo.
El diálogo era en extremo exquisito, una lucha
entre la maldad de ser homosexual y la pureza de ser un
joven comunista bien macho, entre las ideas contrarias
al régimen y las de un carnero formado por éste,
entre una persona asfixiada y sin esperanzas y aquel que
siempre creyó en lo que no existe y nunca vio.
Para
el extraño, se encuentra ante la presencia de un
film solamente, un magnífico film que mereció
ser nominado a un Oscar, para los que nos desarrollamos
en ese ambiente putrefacto, estábamos ante otra
cosa, ante una muestra de la degeneración sin límites
que daba ese régimen por ganar dinero, ante la
muestra de una falsa apertura, de un Director osado y
valiente, de una posibilidad de decir lo que se siente,
para nosotros, todo esto suena muy falso. Lágrimas
que brotaron con sus razones, las que no comprendía
mi compañera, quien no estaba acostumbrada a ver
llorar un hombre y solo le pedí, que me acompañara
en silencio, ellas se secarían solas o mas bien,
se convertirían en pedacitos de hielo. Me vino
a la mente muchas cosas de mi patria en ese cine, mientras,
oía las risotadas de algunas personas cuando el
actor peleaba con Roco su refrigerador. Aquellas grandes
redadas que se hicieron contra los homosexuales en la
década de los sesenta, su envío a aquel
campo de concentración conocidos como UMAP ( Unidad
Militar de Ayuda a la Producción), nos encontrábamos
dentro de una sociedad machista, donde todo tenía
que ser perfecto, si se deseaba construir al soñado
hombre nuevo, ser maricón era sinónimo de
enemigo y había que aplastarlos, acabar con ellos,
como se hacía con los gusanos. No tenían
espacio en la tierra donde ellos nacieron sin culpa alguna,
no pidieron nacer allí, como tampoco, le pidieron
a sus padres nacer con eso que se considera un defecto.
Triste vida la de aquellas personas rechazadas por la
sociedad, pero mucho más dolor causaba, que fueran
unos excluidos también por la familia, padres que
eligieron entre dos cosas; entre el hijo amanerado, de
inclinaciones femeninas, enamorados de gente con su propio
sexo, pero hijos al fin y al cabo, y por otra parte la
ideología, el ser bien visto ante sus compañeros
de trabajo, los vecinos, sus dirigentes del barrio, la
cuadra, el Partido, etc. Una gran cantidad de esa masa
eligió la segunda opción, era vergonzoso
tener un hijo maricón, todo por la Patria se dirían
algunos.
Han
pasado muchos años de aquella infamia, ¿qué
se dirán esos padres envejecidos?, aquellos que
le dieron las espaldas a sus hijos, ¿satisficieron
los deseos de la Patria?, ¿no fue ella muy exigente?,
¿podrán vivir sin un poco de vergüenza?,
y los que han muerto, ¿lo habrán hecho con
un cargo de conciencia? Los homosexuales de esa dolorosa
época son hoy algo viejos, muchos marcharon al
exilio, de mil formas, unos llegaron, otros quedaron en
el camino, triste la trampa que les pusiera el destino,
¿cómo se les ocurrió nacer con ese
defecto, en una tierra donde no estaba permitido?, ¿y
sus padres?, ¿pueden dormir tranquilos?
Para
los homosexuales la vida fue un calvario en ese país,
que pretendieron fuera habitado solamente por machos,
la discriminación contra ellos alcanzó límites
inimaginables, eran rechazados en centros laborales, como
si fueran autores de un gran delito, expulsados de escuelas
y aquellos que llegaron hasta las Universidades, reprimiendo
todo tipo de sentimientos, cuando se les descubría
el más mínimo detalle que los delatara como
tal, eran separados sin misericordia, importándoles
un bledo si estaban al final o inicio de una carrera,
sencillamente, eran unos indeseables. La mayor parte de
la población homosexual cubana, se convirtió
automáticamente en opositora a la ideología
del sistema, solo algunos, muy pocos, llegaron a destacarse
y ascender dentro de la sociedad, generalmente, dentro
del campo de la cultura y aún se mantienen fieles
al régimen, siendo odiados por los otros, contra
los que el régimen aplicó su odio y desprecio.
Cuando
el escándalo sobre la cacería de homosexuales
alcanzó nivel internacional, los dejaron un poco
más tranquilos, pero, su condición los vetaba
automáticamente para incorporarse a la sociedad,
hoy, con un líder envejecido y decadente, con una
camarilla gobernando a sus espaldas de la misma manera
que sucediera en China, los homosexuales se han ganado
un espacio dentro de la sociedad, pero no ha sido logrado
por luchas, ese logro se les ha concedido por intereses
económicos del régimen, para garantizar
la entrada de dinero obtenido por el turismo sexual, que
ha desviado su mirada hacia un paraíso hasta hace
poco cerrado al extranjero, otras de las sucias vías
utilizadas en su lucha por subsistir, la prostitución.
Humberto
es un hombre de unos treinta y tantos años, en
realidad no es hombre, nació con nuestro sexo,
pero brincó la frontera del otro desde muy pequeño,
pertenece a esa gran cantidad de ellos que hoy viven en
Montreal, nunca me pude imaginar que hubieran tantos,
hasta formar una colectividad bastante importante y unida,
detalle que he observado en las personas homosexuales
desde siempre, lo son mucho más que los hombres
y las mujeres, tal vez, los empujó el hecho de
haber estado casi siempre marginados. Trabajaba en el
mismo lugar de mi hija y yerno, luego, estudió
para peluquero y se marchó, ahora trabaja en ese
giro que tanto gusta a la gente como él. Coincidimos
en varias fiestas que se organizaban en las casas de varios
cubanos, era una manera de consumir el largo y casi interminable
invierno, cuando se hace sumamente difícil encontrar
personas por las calles y oscurece muy temprano.
Los
primeros encuentros fueron muy distantes, no tanto, pero
se mantuvieron aquellas fronteras que había vivido,
estábamos en otras tierras y cargábamos
el peso de los daños causados por otra, que se
encontraba muy lejos en el tiempo y a muchas millas, es
una reacción normal entre los que nacimos en ella,
vivimos con ese fantasma que nos persigue donde quiera,
sus razones existen y están latentes en cada movimiento,
hay cubanos y cubanos, gente extraña de veras.
Creo, que encontrase con nosotros revivió en los
primeros instantes, ese don que tienen los seres para
protegerse, debo imaginar, que esperó la misma
reacción de desprecio que muchos no pueden ocultar
aún hoy.
Yo
lo oía con mucha atención, siempre me ha
gustado escuchar a las personas, sus experiencias valiosas,
considero a cada ser un libro muy grande, una historia,
y de todas ellas absorbo lo mejor. Humberto era una de
esas personas, que trasmiten mucho con pocas palabras,
de un carácter especial, sumamente jovial, tan
así, que clasificaba como el típico jodedor
o mejor dicho una jodedora, yo sé perfectamente
que nunca se sentirá ofendido por estas letras,
pudiera continuar hablando hasta el final en femenino,
pero prefiero hacerlo como lo he venido haciendo, también
me comprenderá y sabrá que ese es un defecto
machista que llevo dentro. Es el tipo bien parecido, no
por gusto, las mujeres no dejan de exclamar que es un
desperdicio, estoy seguro, que de haber jugado en mi equipo,
le hubieran sobrado las buenas hembras, pero, juega en
el contrario y nunca lo ha negado, bueno, nunca a partir
de ahora que es libre de ser quien es y se encuentra protegido.
No se avergüenza por decirme que es "Gay",
esa palabra suena mucho más linda que "maricón",
cosas que tiene nuestra lengua, extremadamente dulce para
hablar con Dios y del amor, pero extremadamente cruel,
para tratar lo que no nos gusta, dice; que la única
ocasión en la que le han gritado maricón,
sucedió en una visita a Miami, se lo gritaron desde
un auto en marcha y en lugar de ofenderlo, se puso muy
contenta, ya la había olvidado, cosas que tiene
el muy cabrón o cabrona, a todo le busca el lado
que lo pueda hacer feliz.
Como
nunca le mostré el más mínimo síntoma
de desprecio, Humberto se sintió muy cómodo
en nuestras conversaciones, creo, que muchas de las cosas
que me contaba, lo haría, porque encontró
en mí al padre que le faltó en un momento
muy importante de su vida, al padre que no existió
para él y muchos que nacieron con eso que la gente
llama defecto. Ese mismo afecto y confianza lo mostraba
con mi esposa, en cada encuentro nos decía algo
nuevo de su vida, hasta que llegó el instante en
que le pregunté; ¿Tu no te ofenderías
si escribiera algo de tu vida? ¿Puedo usar tu nombre
o prefieres el anónimo? Me interesa escribir algo
sobre los gays de Cuba, su respuesta nos se hizo esperar,
<< ¿Cómo puedes creer hombre?, escribe
si omitir un solo detalle y usa mi nombre, yo soy libre,
feliz, y sé que muchos gays como yo, se sentirán
contentos, me refiero a los cubanos que estamos del lado
de acá.>>
Desde
pequeño descubrí que yo no era como los
otros muchachos, me refiero, a los que normalmente se
volvían locos por salir de la casa a jugar baseball,
siempre tuve una incontrolable atracción por las
cosas del hogar, me refiero a esas que les encanta a muchas
mujeres, limpiar, fregar, lavar, planchar, ver novelas
rosa, jugar a las casitas, pero rechacé los intentos
de mis primas en colocarme en el lugar del papá
o en el del Doctor, yo sentía la imperiosa necesidad
de ser como ellas aunque no lo expresara, no podía
hacerlo, no debía hacerlo, era una auto represión
con la cual habíamos nacido, pero esos eran mis
sentimientos, los de una niña como otra cualquiera.
Me atraía el olor de los varones y sentía
placer cuando me maltrataban por encontrarme débil,
por mis amaneramientos, mi manera de mirar y mover las
pestañas, mis gestos al hacer alguna señal
con las manos y los dedos, la forma en la que me sentaba
al cruzar las piernas. A escondidas en el cuarto de mis
primas, me entretenía probándome sus ropas,
comprobando el inmenso placer que me causaba ponerme sus
ropas interiores, esto, solo lo podía realizar,
cuando todos se encontraban ausentes y mi tía se
quedaba dormida. Contrario a los muchachos y en la medida
que iba creciendo, detestaba la música popular,
la que bailaban todos los machitos de mi época,
me atraía mucho la lírica, lo culto, la
poesía y entre esos grandes exponentes de nuestra
cultura, vivía las interpretaciones de Esther Borja,
Alicia Alonso me hizo nadar en el Lago de los Cisnes,
Luis Carbonell me estremecía con sus acuarelas
y después, sentí una indescriptible solidaridad
por esos artistas que eran lo que yo debía ser,
ellos me representaban en cada actuación, así
fui creciendo y en la medida que lo hacía, me sentía
más mujer, hasta que me convertí en lo que
llaman una verdadera señorita, que irreversiblemente,
no daría un solo paso atrás.
Infortunadamente
llegué al mundo en el lugar y tiempo equivocado,
yo era un objeto anacrónico en esa sociedad que
me condenaba a cada paso, desde siempre, a partir de haber
adquirido uso de razón y tener conciencia, a partir
de allí, creo que mi vida fue todo un calvario.
Disculpa que te sea tan sincero, puedes pensar que soy
un descarado, pero, si deseas escribir algo verdadero,
no puedo ocultarte muchos detalles>> Le pedí
que continuara sin reparos, su historia me interesaba
porque era común a muchos seres que he conocido
en esta ciudad, en Cuba, por mi condición de Oficial
de la Marina Mercante y por encontrarme la mayor parte
del tiempo ausente del país, nunca me relacioné
con ellos, hay que agregar también, esa fuerte
dosis de machismo que nos inculcaron desde pequeños
y el consabido rechazo a estos seres, no creo que haya
sido mi culpa, como tampoco lo justifico, pero así
vivimos allá y estas relaciones de hoy es algo
nuevo para mí, descubro un mundo muy distinto al
mío, donde la amistad, el amor, los sentimientos
humanos, la solidaridad y todo aquello que puede ensalzar
a las personas, se encuentra con mucha más fuerza
entre ellos, los homosexuales.
<<
Crecí y era muy simpático, no quiero decirte
que era tan bello, que muchos hombres me envidiaron y
muchas mujeres no pudieron retener suspiros cuando me
veían pasar, era un hermoso muchacho y lo sabía,
pero mi atracción por los hombres crecía
a cada momento, de nada sirvieron los esfuerzos que realizó
mi querida madre, para presentarme a todas las chicas
del barrio, las había visto en numerosas ocasiones,
pero para mí significaban lo mismo que una estatua
para un perro, eran solamente un lugar para mear, yo me
consideraba igual a ellas y con atractivos que en oportunidades
las superaba, solo, que nací con el cuerpo equivocado.
Un día, conocí a otro muchacho del cual
me sentí fuertemente atado, me enamoré a
primera vista de él, hasta que logré llamar
su atención, yo sabía que le gustaba, tenía
esa seguridad que solo conocemos los que poseemos un sexto
sentido, porque, nosotros también tenemos esa intuición
que poseen las mujeres. El momento llegó, esa primera
vez intercambiamos manoseos, besos que sentí me
llegaran profundos y disfrutara como nunca, luego, me
enseño su órgano y lo acaricié, no
paraba de observarlo con placer, pero ese día no
hicimos nada, no sé por cual razón se interrumpió
ese intercambio de caricias, pero las continuamos otro
día, hasta que me le entregué totalmente
y me convertí en su capricho, su objeto, su placer,
su amor, ¿quién pudiera saber?, pero nos
amamos en innumerables ocasiones, por mucho tiempo fuimos
pareja y nos llegamos a querer, pero ese amor se rompió
el día que él partió para el extranjero,
ese ha sido uno de los momentos más difíciles
de mi vida, sentí lo que puede sentir cualquier
mujer abandonada, bebí, lloré, sufrí,
pero no me pude engañar, nunca creí en sus
promesas, sabía que me olvidaría, eso sucede
con muchos que se marchan, lo olvidan todo, es como si
al cruzar esa frontera azul, lo borraran todo y comenzaran
otra vida, a mí, me ha sucedido lo mismo, lo he
borrado todo.
Mi
vida continuó siendo un castigo, gente de mi condición
sabe que es así, aunque la peor parte de ese calvario,
les haya tocado vivir a una generación antes de
la mía, un tiempo más tarde, contraje relaciones
con el que hoy es mi amigo, es gay igual que yo, pero
nunca he tenido una amistad como esa, sufrió los
mismos problemas que yo, era discriminado por su condición
y todos los esfuerzos que realizó su familia para
convertirlo en hombre fueron infructuosos, compartimos
nuestras vidas desde la juventud hasta hoy, en Cuba, cuando
andábamos por la calle y nos gritaban "mariconas',
el regresaba sobre sus pasos y la emprendía a golpes
con cualquiera, lo era, pero no le daba la gana que la
gente se lo gritara en plena calle, para satisfacer sus
morbosos deseos, siempre ha sido así, una noble
fiera. No hubo mas recogidas públicas de maricones,
pero no nos dejaban incorporarnos a la sociedad, yo simpatizaba
con algunos de los programas sociales de país,
con los mismos que utilizaron como trampas para engañar
al pueblo, yo pude ser revolucionario, ¿qué
tenía que ver mi inclinación sexual con
las ideas? Absolutamente nada, pero éramos y seremos
unos desgraciados condenados injustamente, en mi vida
he conocido a muchos de nosotros sumamente inteligentes,
personas capaces de emprender cualquier tarea social difícil,
sin embargo, siempre los mantuvieron marginados, es inconcebible
ese crimen cometido en nuestro país, pero se perdió
la oportunidad de poseer buenos médicos, arquitectos,
ingenieros, científicos, etc., por el solo delito
de ser maricones, esto te lo digo sin omitir puntos ni
comas, a todo lo más que un día pudimos
aspirar lo fue; puestos de peluqueras, costureras o modistos
como le dicen en Cuba, coreógrafos, etc., puestos,
que de acuerdo al criterio de los machos, estaban reservados
para los maricones.
Un
tiempo después de aquella hermosa amistad, mi amigo
del alma abandonó el país, sufría
lo que no eres capaz de imaginar, era marginado y maltratado
por la propia familia, ¿te imaginas eso?, que la
sangre de tu sangre te desprecie por ese defecto que tenemos,
eso lo llevamos dentro, muy dentro, donde nadie puede
llegar, mas profundo que el alma, para saber de estas
cosas hay que vivirlas, no sé por cual razón
te las cuento. Mi amigo se empató con un canadiense
de plata y antes de partir prometió sacarme de
este infierno, para serte sincero, no creí en su
promesa, lo mismo me habían dicho anteriormente
y quedé totalmente destrozado, tenía el
alma partida y vagaba, no podía hacerlo mucho,
pues nuestro campo era muy reducido y me dediqué
a olvidarlo, para ello, participé en incontables
orgías, conocí a mucha gente como yo, era
increíble, pero, nuestra comunidad era numerosa,
no servía de nada, todos éramos mudos, más
que eso, un poco cobardes, pero éramos demasiados,
lo suficiente para hacernos sentir en ese país,
como lo hacen los gays del lado de acá, pero, nada
nos motivaba a hacerlo, detrás de cada uno de nosotros
se encontraba latente la traición y la desconfianza,
siempre ha sido así y lo será, por eso,
solo nos interesaba el sexo, la lujuria, los bacanales,
las fiestas de perchero, que los machos nos gozaran y
luego nos abandonaran, nos estábamos corrompiendo
profundamente, nos convertíamos en morbosos sin
darnos cuenta, hasta que aquella vida me asqueara. Cuando
las esperanzas estaban perdidas y cuando menos lo esperaba,
me llegó una carta de invitación del canadiense
para visitar este país, estaba asombrado y no podía
creerlo, aquello había sido obra de mi amigo. Mi
primera reacción fue inesperada, no me interesaba
partir de la isla, me sentía adaptado a esa sucia
vida, me gustaba como a otros nadar en la mierda, me convertía
en un animal sin saberlo, creo, que casi todos lo somos
un poco sin darnos cuenta de ello. Mi amigo insistió
y uno de esos días que uno tiene atravesados, de
esos, donde la vida no tiene sentido ni valor, sin saber
la razón, me presenté en la embajada de
Canadá y heme aquí, no puedo negarte, que
en aquellos tiempos era mucho más fácil
que ahora, y ya ves, soy un hombre libre, bueno, no tan
hombre pero si libre.>> Tomó una pausa para
cambiar un disco y buscar una cerveza, tiene una colección
de música cubana que envidio y él lo sabe,
son cientos de discos de gente que ya no cantan, gente
que han muerto sin ver ni disfrutar la gloria, él
conocía ese gusto mío por lo nuestro y le
encantaba ponerme números, que siempre me arrancaban
alguna exclamación, luego, lo comentaba con mis
hijos.
Estando
en esos menesteres, me acordé de otro caso, igual
o parecido al de él, solo, que Armando llegó
casado con una canadiense a la que supo conquistar en
Cuba, lo hizo de buena lid, conociendo las debilidades
de las mujeres, las mismas que él sentía,
hasta que explotó como un siquitraque y no pudo
ocultarlo, me narró, lo difícil que resultaba
para él hacer el amor con una mujer, se sentía
traicionado y defraudado a la vez, cada acto, eran motivos
de asco, penetrarla y sentir el olor de su lubricación
le provocaban náuseas, no soportaba el roce de
ambos cuerpos, hasta que todo se convirtió en una
tortura y no pudo ocultarlo. La mujer canadiense tuvo
intenciones de ponerle una demanda, pero no pudo llevar
adelante a sus propósitos, ahora está viviendo
felizmente con otro gay centroamericano, que sufrió
experiencias parecidas en su país, ambos son felices
y forman una linda pareja.
Por
unos instantes pensé que desistiría continuar
su historia, pero me equivoqué, Humberto llegó
a su asiento y continuó, en el equipo podía
escucharse la voz del dúo de Clara y Mario, la
última vez que los oí, antes de que ella
muriera, se encontraban actuando en el Cabaret Nacional,
que estaba en San Rafael y Prado, siempre me encantaron,
eran la adoración de muchos homosexuales en Cuba,
tal vez por Mario.
<<
Aunque no lo creas, siempre pensé que yo estaba
errado, que mi camino no era aquel para el cual había
nacido, creí en muchas oportunidades que debía
tener hijos, ser padre debe ser la meta de cada hombre,
pero yo no lo era, en todo caso, me satisfacía
más pensar en ser madre, era lo adecuado para mi
forma de pensar y sentir, sin saberlo, estaba haciendo
uso de algo que siempre hicimos en la isla, nos auto-reprimíamos,
esa era la constante de nuestras vidas, la represión
y la auto-represión, el gobierno no necesitaba
jodernos mucho, ya lo estábamos por dentro, teníamos
podrida el alma, fue así, cuando en uno de esos
intentos locos por ser lo que yo no era, ni nunca he sido,
me empaté con una buena y bien rica hembra, me
la llevé para una casa en la playa, éramos
un grupo, donde nadie se metía en la vida de los
demás, nos llamábamos liberales, esa noche
le hice el amor, pero sentí asco de ella y de mí,
ese día comprendí definitivamente que yo
nací en un cuerpo equivocado, no tuve orgasmo y
al final oriné dentro de su vagina, para simular
que me había venido, pero ella no era estúpida
y se dio cuenta, después, me lavé el pene
mas de diez veces, con rabia, para que no quedara olor
de ella, luego, solo lo he utilizado para orinar, para
eso me lo pusieron.
Aquí
es diferente, me siento realizado, soy feliz y nadie me
ofende, si me da la gana de vestirme como mujer lo hago,
entro a lugares públicos y nadie me critica, todo
lo contrario, la gente lo ve todo con mucha naturalidad,
voy con mi amigo casi siempre y somos felices, vivimos,
trabajamos, disfrutamos de esta vida que es tan corta
y nadie nos condena, cuando miro para atrás, veo
que nada existe, que no ha existido pasado, que nunca
he vivido en otro lado, todo se me olvida y no tengo intenciones
de recuperarlo, de verdad, ¿no sé por qué
razón te cuento estas cosas? Tal vez necesitaba
sacarlas de adentro, las tenía escondidas desde
hace mucho tiempo y quería desahogarme con alguien,
disculpa la descarga. ¿Sabes una cosa? Siempre
detesté la música cubana, tal vez en ella
descargaba el odio que siento por ese sistema, hoy la
he conocido, la amo y disfruto de sus letras, no es nostalgia,
al contrario, siento que nada me ata a aquello, solo que
un día, conocí esas canciones que me trasladan
a un lugar que existió y he vivido, tienes que
quemarme el disco de Los Zafiros.>>
Humberto
quedó en venir por mi casa a terminar de contarme
su historia, el muy cabrón no llegó, no
me interesa en lo absoluto, yo sé que tendré
que esperar un poco, lo tendré de regreso por mi
casa dentro de unas semanas, hoy no trabajaba porque es
el día de los trabajadores, gay o no, él
es uno de los que celebran este día en todo Canadá,
es sencillamente, uno de esos seres que nunca le han causado
daño a este país, ni ha sido un peso para
este pueblo, se gana la vida honradamente y en sus tiempos
libres, disfruta de la vida como hubiera deseado hacerlo
en su tierra natal sin ser condenado, sin ser calificado
como el traidor que nunca fue, porque Humberto solamente
ha sido lo que es y no se arrepiente de serlo.
He
repetido la película muchas veces, la tengo grabada
en un cassette, pero no hace falta que la ponga, a cada
rato la ponen por diferentes canales, no sé por
cual razón la repito, pero lo hago, luego, al final
de ella, termino encabronado conmigo mismo, no es el mismo
sentimiento que sienten mis hijos ni el propio Humberto,
hay cosas que no se trasmiten con la misma intensidad
las diferentes generaciones, hoy, los homosexuales respiran
un poco mas tranquilos que los de mi generación
y la de Humberto, nadie sabe que pasará después,
todo es tan cambiante en ese país, lo que hoy es
legal mañana es causa para ir a una prisión,
otra cárcel dentro de ella, porque aquello nunca
ha dejado de ser lo que es, si disfruto mucho de algo
en esa película, algo que nunca imaginé
fueran capaces de llevar tan lejos, la victoria ideológica
del homosexual sobre el joven comunista, no hacen falta
los argumentos filosóficos, no es necesaria la
muestra de la excesiva cultura del gay, que sobresale
en todo momento por encima de la del joven comunista,
no hace falta nada de eso, es suficiente con el abrazo
que el comunista le dio al homosexual, con eso basta.
No lo comprenden los turistas ni los extranjeros, quizás
fue un detalle que se le escapó a la censura del
gobierno, debe ser algo muy atrevido de parte de los realizadores,
creo que lo fue mucho, hoy, no hay chocolate ni fresas,
no hay espacio para ese romance ideológico entre
dos posiciones totalmente opuestas, todo es muy utópico,
muy maravilloso para optar por un Oscar, pero muy cruel
para aquellos que lo vivieron, el gay se irá de
Cuba y en la isla quedará aquel que solo lo abrazó
en una película, envejecido, flaco, desdentado,
con la piel curtida por el sol y los trabajos voluntarios,
con el estómago vacío, sin poder entrar
a un hotel, sin dólares para poder comprar. ¿Humberto?
Estará el lado de acá, todos los años
se sumarán muchos igual que él, que en un
arranque de nostalgia amarán nuestra música,
la misma que allá detestaron, pero no serán
motivos suficientes para hacerlos regresar |