Fara Armenteros
Para
los cubanos, principalmente los jóvenes, buscar
un sitio donde tener sus relaciones sexuales se ha convertido
en una especie de dolor de cabeza sin calmantes para aliviarlo.
Los
graves problemas habitacionales existentes en la Cuba
de este tiempo son la causa de que ellos no dispongan
de suficiente privacidad en los lugares donde viven. En
cuanto a las instalaciones que ofrecen servicio de albergue
temporal, llamadas popularmente "posadas", tienden
a desaparecer.
Años
atrás, en la capital del país existían
alrededor de cien posadas, moteles o "albergues INIT"
como también se les llamó. Actualmente,
en la guía telefónica de la Empresa de Telecomunicaciones
de Cuba S.A. (ETECSA) sólo aparecen registradas
26 instalaciones de ese tipo, de las cuales se ha podido
comprobar que han sido clausuradas cinco, el estado físico
de las que aún funcionan ofrecen una mala imagen
y el servicio de las mismas es insatisfactorio.
Es
muy probable que este problema no se refleje en el plan
económico de ningún organismo estatal o
que ni siquiera haya estadísticas sobre el tema,
pero la realidad es que afecta a la sociedad cubana.
La
tarifa de las posadas es de cinco pesos por tres horas.
"Cuando hay cola se le ofrece un fulita (un dólar
estadounidense) al posadero que seguramente te da acceso
inmediato y te busca un cuarto", revela Michel, uno
de los jóvenes encuestados.
Michel
añadió: "Se dice que los propios empleados
de las posadas aportan los insumos para mantener en servicio
a esos centros".
Con
la aparición de algunas pequeñas empresas
por cuenta propia también hay personas que habilitaron
en sus casas habitaciones para alquilarlas a parejas.
Cobran por hora o por noche, según el caso.
El
propio Michel manifiesta que esas posadas por cuenta propia
son muy eficientes: "La higiene de esos lugares es
óptima, algunas habitaciones cuentan con aire acondicionado,
tienen refrigerador y hasta televisor y equipo de video
(VCR)".
Su
costo es de cinco dólares por noche, aunque también
alquilan por tres horas.
"Las
hay menos caras, que cobran entre 60 y 80 pesos por una
estancia de tres horas. Su servicio es igualmente inmejorable
y aunque no disponen de aire acondicionado tienen ventiladores.
La higiene es impecable", aseguró la fuente.
Una
investigación al respecto arrojó que algunos
de los dueños de estas viviendas particulares que
dan el servicio de alojamiento temporal cuentan con licencia
de cuentapropistas, pero otros lo hacen "a cuenta
y riesgo".
Al
preguntarle a Michel qué hacen las personas que
no tienen recursos económicos para acceder a estos
lugares o a las instalaciones estatales, su respuesta
fue: "Escaleras y pasillos de edificios o los parques
-que están oscuros y la gente teme atravesarlos
por la noche- es allí donde la gente que carece
de recursos encuentra la posibilidad de hacer el amor"
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