Edel
José García
Cuando
Leticia Gómez llegó a la capital cubana
su apariencia era poco llamativa para los turistas extranjeros.
Los diecisiete años de la jovencita parecían
muchos para su figura de apenas noventa libras de peso,
sus párpados caídos no bastaban para ocultar
la picardía de sus ojos verdes y su ropa, extremadamente
corta, exhibía lo suficiente para complacer a las
miradas lascivas.
Leticia,
campesina de Camajuaní, pueblo situado en la provincia
de Villa Clara, se enroló en la peligrosa actividad
de brindar servicios sexuales a extranjeros hospedados
en hoteles de Ciudad de La Habana.
Excepto
algunas multas, logró esquivar el asedio policiaco
contra las jineteras, como llaman a las chicas que ejercen
este tipo de prostitución. También evadió
a los proxenetas, los atracadores y otros peligros propios
de "la profesión".
La
guajirita de Camajuaní rentó un sitio y
aunque era caro ella consideró que valía
la pena pues el "negocio" iba bien. Además,
resolvió el problema más difícil
de la actualidad: cambió la dirección de
Camajuaní para La Habana, por lo que ya no la podrán
desterrar de la capital del país.
En
sentido general, a Leticia la vida le ha sido relativamente
fácil desde que comenzó a ejercer la prostitución
hace tres años. Además, no ha contraído
ninguna enfermedad venérea.
La
joven expresa que sólo ha enfrentado pequeños
percances: "Algún mexicano que no quiere pagarme
o algún europeo que ha tratado de chantajearme
con la policía para que le reduzca el pago de mis
honorarios. Son cuestiones normales".
Ahora
Leticia se presenta elegante, desenvuelta y su físico
es excelente. Ya dejó de ser aquella guajirita
delgaducha y tímida. Conversa con los policías
uniformados y reconoce a los encubiertos. Aprendió
a pagar con dólares el "permiso" para
"jinetear" en hoteles, discotecas y demás
instalaciones turísticas, sin contratiempos ni
operativos sorpresivos.
La
última noticia referente a Leticia es que comparecerá
en un juicio, pero no como acusada, sino como testigo
de la fiscalía contra varios custodios de hoteles
vinculados a robos de objetos propiedad de esa entidad.
"Algunos
de los acusadores y acusados vivían gracias a los
dólares que nosotras (las jineteras) les dábamos
para que cerraran los ojos cuando entrábamos al
hotel en compañía del extranjero",
reveló Leticia, que también dijo haberse
iniciado en la prostitución para no morir de hambre.
|