Por
Maria Argelia Vizcainos
Si
de existir pudiera una pornografía musical, hemos
de situarnos ante la Guaracha para dar con lo más
erótico que un pueblo pueda expresar en palabras
(Natalio Galán, Cuba y sus sones).
Una melodía alegre con letra de ambiente popular,
de carácter satírico, burlona, pícara,
irónica, crítica hasta la difamación
es la Guaracha. Se la escucha en La Habana desde abril de
1583, cuando Torrequemada y el Gobernador Gabriel De Luján
competían por el poder político. Los guitarristas
en las calles y las plazas públicas la cantaban expresando
su crítica a la situación vigente, con el
estribillo que decía: "Que Dios te perdone Gobernador".
Pero desde luego, no tenía la misma tonada rítmica
que las que se conocieron en el siglo XX.
De
la plaza pública pasó al circo y de ahí
a mediados del siglo XIX al teatro de Bufos, aunque una
crónica de 1598 ya hablaba de una comedia representada
en La Habana la noche de San Juan titulada "Los buenos
en cielo y los malos en la tierra". Como baile no aparece
hasta 1788 junto a una serie de danzas nacionales (Contradanza,
Fandango, paso Purichinela). Nos dice Carpentier que en
1762, con la toma de La Habana por los ingleses vino a ponerse
de manifiesto "esta incipiente cubanidad" (...)
"En las calles circulaban décimas, llenas ya
de auténtico CHOTEO criollo... ". El cronista
Buena Ventura Ferrer nos cuenta que en 1798 los bailes públicos
en La Habana comenzaban con un Minuet, que era el "baile
serio", y después se bailaban las Contradanzas,
que era la última moda, pero en los intermedios se
bailaban Zapateos, Congós, Boleros y Guarachas, "por
no dejar el cuerpo quieto".
De
acuerdo al acucioso investigador Natalio Galán el
nombre "Guaracha" significa "Bailador"
en lengua Guanche de Islas Canarias. Pichardo dijo que era
una voz india, y Zayas creyó que esta se originó
en Andalucía. Pero con esto sólo determinan
el nombre porque la Guaracha es tan mestiza como el Son.
Entre
sus variantes se encuentra la Mulata (que en la actualidad
casi nadie menciona), en el que el tema único es
la mulata cubana, de narración extensa, contándose
una anécdota sin el estribillo alternado. La variante
Guajira, que habla de la mujer campesina cubana, es escrita
a 2 X 4 y de carácter más ingenuo, diferenciándose
de nuestra Guajira de Salón de la música campesina
que es escrita a 6 x 8.
En
1813 la Guaracha todavía era bailable, y alcanza
su mayor popularidad con su modalidad del Sungambelo, ("De
los Sungambelos / que he visto en La Habana / ninguno me
gusta/ como el de tu hermana") que incluye el "Montuno"
al final, de esta forma se anticipa al Son de a principio
del siglo XX, por eso su decadencia en los años de
1920, por estar mezclada al Son Oriental cuando se habaneriza.
Al respecto Angeliers León en su libro Del canto
y del tiempo (1974) nos dice que
...
la guaracha pierde su estructura anterior de coplas y estribillos,
surgiendo la forma de una sección de canto y otra
coreadas; pierde la alternancia y se asimila a las formas
de la canción binaria.
Orovio
aclara en su diccionario que
...
rítmicamente presenta una serie de combinaciones
(6 x8 con 2 x 4).
El
Son del siglo XX siempre nos trae el baile, pues no le falta
el "Montuno", con bastante música repetitiva
para "echar un pie". El Son se divide entre "largo"
y "montuno", el "largo" es la parte
inicial de forma recitada y pausada donde se escucha una
sola voz; el "montuno" es ese alternar del solista
con el coro, donde el ritmo se hace más acelerado,
como el estilo responsorio heredado de los areytos o de
las misas católicas. Para Galán y también
yo lo creía así, la diferencia entre el Son
y la Guaracha consiste, aparte de la carencia de ésta
última del "Montuno", es que siempre nos
trae la narración de algo simpático, con burla,
sobre todo con doble sentido, sin decir malas palabras,
y aunque siendo de baile menos procaz que la Rumba, es así
la canción más erótica de nuestro cancionero.
Por
eso la Guaracha, aunque callejera se prestaba para la escena,
y el Son para los salones de baile, los Clubes y las academias.
Lo que pasa que ahora a toda la música cubana le
llaman "Salsa", pero los buenos bailadores saben
diferenciar el Guaguancó del Mambo, el Danzonete
del Danzón, el Chachachá del Son Montuno,
la Guaracha del Son. De ahí que no se pueda bailar
igual una Guaracha cantada por Celia Cruz y un Son Montuno
de Beny Moré.
En
una entrevista que hiciera el excelente investigador francés
Laurent Valois a Compay Segundo a principio de 2002, el
veterano cantante cubano le contó que en Santiago
de Cuba alrededor de los años 10 (1910) no habían
soneros destacados, (me dice el profesor Valois que parece
que esos todavía estaban confinados en las zonas
rurales alrededor de Mayarí, Guantánamo, etc.),
y que según Compay el primero que tocó sones
por Santiago con cierta regularidad y cierto impacto fue
Miguel Matamoros en los 20. Anteriormente, lo que había
por Santiago eran cantantes trovadorescos al estilo de Sindo
Garay, con unos repertorios a base de "serenata, bolero
y guaracha". Y me recalca Valois:
De
modo que la guaracha era para esa época, al menos
en Oriente, un género totalmente separado del son.
Todo
esto coincide con las investigaciones de Natalio Galán
y que tantos escritores omiten, pienso que por no conocer
su documentado libro Cuba y sus Sones.
Definitivamente
quedan cabos sueltos. Pero para mí, como bailadora,
para poder diferenciar al momento de bailar la Guaracha
del Son, recomiendo escuchar su tempo, que en la Guaracha
está muy unido, o sea, el ritmo rápido junto
a la melodía igual, no así el Son que ritmo
y melodía tienen tiempos diferentes. Todo esto porque
la Guaracha en el siglo XX dejó de dividirse entre
Guajira y Mulata, y algunas tenían Montuno como en
su etapa Sungambelo y como ha tenido el Son oriental, de
ahí su confusión.
Igualmente
el Son tenía letras picarescas, por eso mi admirado
profesor Valois me insiste que la afirmación para
la Guaracha, hoy en día, es que es un Son tocado
a cierta velocidad. Quizás nos ayude técnicamente
la afirmación que hizo Eduardo "Tiburón"
Morales, vocalista y fundador de la famosa orquesta cubana
Son 14, al periodista venezolano Jesús M. Corral,
en una entrevista efectuada en mayo, 2000 y titulada "Son
14: Cuba no tiene como pagarle a Puerto Rico", de que
la guaracha
...
casi siempre es un coro que llena el compás, sin
síncopa pensante como el son, puras frases largas.
En el son hay que utilizar lo ritmático, montarse
en ese ritmo.
Es
evidente que del siglo XIX al XX las letras de guarachas
que hablaban de negritas y mulatas como la de Ñico
Saquito "El Muñequito", que el escritor
madrileño Lázaro Morell ha dicho que era un
"Muñequito Racista", supongo que por desconocer
la idiosincracia del cubano de pueblo, como Saquito, y por
creer que la canción se prohibió porque discriminaba
a la mujer de la raza de color, sin embargo, canciones como
esas se prohibían por atentar contra la moral y las
buenas costumbres de la época porque el doble sentido
que se aplicaba a sus letras se consideraba muy fuerte para
las personas decentes. Por eso se creó la Comisión
de Etica Radial con un fuerte código que se aplicaba
para la programación de radio y televisión,
y que prohibieron canciones y programas, como nos dice el
Dr. Cristóbal Díaz Ayala en Del Areyto y la
Nueva Trova:
Tarajano
suspende programas como la Ranchuelera o la Guantanamera,
o prohibe de un cantazo ciento setenta y tres canciones
por contener frases "groseras o sugestivas": "Devuélveme
el coco", "A romper el coco", "El caballo
y la montura", "El Yoyo", "Ponme la
mano Caridad".
En
la actualidad muchos cantantes, especialmente los dedicados
a la "Salsa Romántica" (que no es otra
que lo que se llamó en las décadas de 1940-50-60-70
un bolero-son o un bolero-rítmico), se imaginan que
han creado algo nuevo, y el público adulto nos quejamos
cuando oímos "Ven, devórame otra vez"
de Palmer Hernández, "Voy a escarbar tu cuerpo"
de Mario Díaz, "Desnúdate mujer"
de V. Pulignano, verdaderas creaciones que en tiempos de
tangas y minifaldas, donde la pornografía es casi
legal y natural, no es nada comparada a los siglos anteriores
que era una afrenta a la sociedad cuando se cantaba: "La
mulata Celestina / le ha cogido miedo a al mar porque una
vez fue a nadar / y la mordió una guabina".
O este: "Si me pides el pescao te lo doy", o mejor,
"Una mulatica me pidió / un camaroncito pa'enchilar
/ ese se lo mando yo / cuando se vaya a bañar".
La
Guaracha practicamente fue reprimida y perseguida, no sólo
por su procacidad, también porque se usaba para criticar
a los gobernantes de turno, otro punto que tuvo en su contra
para obligarla a desaparecer tal cual como era, por eso
quizás tuvo que entretejerse con el Son Oriental
que era más aceptado. El que quería seguir
cultivando guarachas legítimas tenía que hacerlo
para fiestas particulares o para el teatro bufo.
Teniendo
en cuenta todo lo expuesto podemos llegar a la conclusión
que los que llaman "Guaracha" a la "Salsa"
(modalidad moderna del Son o de los ritmos cubanos combinados
con el Son) están confundidos, así que conociendo
las diferencias entre ambos — que no son muchas pero
sí bien importantes para el bailador — podrá
comprender mejor que el origen de la llamada internacionalmente
"Salsa" viene del ritmo Son y no de la Guaracha
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