Por:
Julio César Gálvez
La historia se repite una vez como comedia y otra como tragedia,
pero a través del tiempo, la verdad y el amor siempre
han terminado por triunfar, como dijera Mahatma Gandhi.
Este es el caso de la verdadera historia del destacado cuarteto
vocal Los Zafiros.
Muchas son las leyendas tejidas alrededor de su creación
y sobre cada uno de sus fundadores. Versiones diversas y
hasta una película, "Locura Azul", donde
la verdad –distorsionaba completo- están narradas
según los intereses particulares de cada cual. Establecer
la verdad es necesario por el bien de la historia, de todos;
por los que viven, por la memoria y la tranquilidad de los
que ya no están entre nosotros y a quienes pedimos
permiso para adentrarnos en sus vidas.
"Paseando
por el barrio de Cayo Hueso.
Caminando
por las calles,
Del
pueblecito natal,
Con
su ritmo espiritual,
Ella
va luciendo el talle,
Con
la bata remangá'.
Sonando
sus chancleticas,
Los
hombres le van detrás,
A
la linda mulatica"...
La contagiosa letra va de boca en boca por todo el populoso
barrio de Cayo Hueso. Todos conocen el autor de la pieza
musical. Muchos lo visitan en su casa, otros lo saludan
en la calle al pasar. En su música vibra el palpitar
del pueblo.
"Hicieron
una parodia de Los Zafiros en la película. Le faltaron
el respeto al pueblo cubano. Hay cosas que no se ajustan
a la verdad", expresa Néstor Milí Olivera,
hijo del creador y director del popular cuarteto.
Todo el que vive en el capitalino barrio de Cayo Hueso,
conoce la historia. La verdadera historia de Néstor
Milí Bustillo y su duro batallar diario con Kike,
Miguelito, Ignacio y El Chino, para lograr organizar, acoplar
y hacer funcionar como un todo a Los Zafiros. "Hacía
mucho tiempo que tenía la idea de un cuarteto vocal,
acompañados por una guitarra, para evitarse los problemas
que había en esos momentos con la falta de cuerdas
para los pianos. Mi padre me decía que así
tendría trabajo siempre", asevera Milí
hijo. Corre la década de los años 60. Ya Néstor
Milí Bustillo era un destacado compositor, con más
de 50 números grabados en diversas partes del mundo.
La orquesta Aragón, Beny Moré, Celia Cruz,
Mercedita Valdés, Caridad Cuervo, Los Hermanos Bermúdez
y Carlos Argentino, entre otros muchos destacados intérpretes,
cantan sus obras.
"El
verdadero Moderno", toda una gran creación en
voz de la cubana universal, Celia Cruz, con acompañante
de la Sonora Matancera y "A mi Padre", inmortalizada
por Beny Moré, "El Bárbaro del Ritmo",
recorren toda América Latina.
Las ideas bullen como un torrente en la mente de Néstor
Milí. Trabaja intensamente en toda hora como si el
tiempo no le alcanzara. Nuevos números musicales.
Nuevos conceptos. Nuevas formas. Muchos se acercan en busca
de ayuda y consejo. Nunca le vira la espalda a nadie. Nunca
dice que no. Siempre está presto a brindar la mano
amiga y generosa a cualquiera.
"Miguel
Cancio se apropió de la paternidad de Los Zafiros
en la película. Sólo vino a Cuba con su hijo
para inventar una historia falsa",dice Odalina Olivera,
la persona que mejor conoce la historia de Los Zafiros,
pues ella es la viuda de Néstor Milí Bustillo.
Un buen día tocan a la puerta de la casa de Milí,
Valle 102 esquina a San Francisco, en Centro Habana. Eran
Kike y Miguelito. "Vienen recomendados por la "Niñona",
una pianista repertorista que vivía aquí en
la misma cuadra, en Valle 111, donde Kike y Miguelito hacían
sus primeras cositas, pero a ella le gustaba trabajar con
voces femeninas. Les habló de la experiencia que
tenía Milí con grupos musicales y se llegaron
acá", cuenta el destacado bailarín Rolando
Espinosa, integrante de la pareja de baile cubana más
famosa de todos los tiempos: Anisia y Rolando.
De inmediato conversaron sobre sus ideas, sus anhelos, sus
intereses. Se ponen de acuerdo y comienzan a trabajar de
inmediato. Faltan dos voces para completar el cuarteto.
Todos andan en la búsqueda. "Mi padre tenía
un gran amigo, Armando Dulfo, que era dueño de una
barbería que estaba en la calle Oquendo. Ellos conversaban
sobre muchas cosas, pero sobre todo de música, pues
Armando era guitarrista, cantaba y componía también.
Mi padre se sentó para que Armando lo pelara sin
prestarle mucha atención a un joven que rasgaba una
guitarra sentado enfrente de él. De pronto empezó
a cantar "Mi oración".
Parecía una
cosa celestial. Me parece estarlo escuchando. De inmediato
mi padre le preguntó al barbero amigo quien era ese
joven, y Armando, que lo conocía, se lo presentó.
Así se conocieron Néstor Milí Bustillo
e Ignacio Elejalde", rememora Milí hijo. Ignacio
Elejalde había regresado de Europa, donde estuviera
actuando por un tiempo. En esos momentos estaba sin hacer
nada y los planes de formar un cuarteto le agradaron. Al
otro día llegó a casa de Milí acompañado
por otro joven, diciendo que era su primo; con el tiempo
se supo la verdad, no tenían ningún parentesco.
Eran amigos. Ignacio ese día fue acompañado
por El Chino.
Se completaba el cuarteto. "Horas y horas
de intenso trabajo. De día y de noche. Milí
hacía las composiciones, los arreglos musicales,
la armonización de las voces, los movimientos en
la escena, destaca Rolando el bailarín. Recuerdo
que Linda, la esposa de Milí, cocinaba, lo que tuviera,
para que ellos comieran y seguir trabajando. Es una falta
de respeto que la película oculte todo eso".
¡Pero coño, si no salían de aquí!.
"La primera vez que ensayaron, tal parecía que
hubieran cantado siempre juntos. Estos nos impresionó
a todos los que estábamos en la casa. Muchos se paraban
en la acera para escucharlos pues las voces salían
por las ventanas del cuartico de trabajo, el cuarteto estaba
hechos a la medida de la idea que tenía Milí.
A todos los presentes se les salieron las lágrimas",
asevera Linda Olivera.
Debutan Los Zafiros.
"Una
noche debutaron en "Juntos a las 9", un programa
televisivo que dirigía Manolo Rifat. Fue su primera
actuación en televisión y en grande, acompañados
a la guitarra por Oscar Aguirre y la dirección de
Milí. Para esa noche fue Milí Bustillo el
que vendió su sortija de zafiro azul para comprarles
su primer traje, ese de cuadros con el que aparecen en muchas
fotografías. De ahí el nombre del cuarteto
que originalmente se llamó Los Zafiros de Milí;
no es cierto, como dice la cinta que fuera Miguelito quien
le puso nombre al grupo", recuerda Linda. Los Zafiros,
fueron sin discusión alguna, el mejor cuarteto vocal
cubano de todos los tiempos. Voces bien acopladas, bellos
timbres melódicos, con un estilo único y original,
que iban de la conga al calipso, de la rumba al bolero y
a la balada con un acento de cubanía original. Era
el trabajo diario de Milí, el que los dirigía,
y exigía, el que los obligaba a estudiar a ser mejores
cada día. Sin embargo, "Locura Azul" no
refleja nada de esto. Milí es ignorado en la película.
Tal parece que Miguel Cancio es un superdotado de la naturaleza,
capaz de hacerlo todo bien el solo, a pesar de su juvenil
inexperiencia.
Comienza el despegue. Graban su primer disco, en la nacionalizada
empresa disquera Panart, teniendo como director de su primer
LP a Néstor Milí Bustillo, quien sólo
incluye de su autoría "La Caminadora".
Aumenta la popularidad del cuarteto. Graban su segundo disco,
también bajo la dirección de Milí Bustillo.
La fama llega y con ella los problemas. El alcohol, la vida
disipada. Comienzan las discrepancias entre ellos. "Entre
1963 y 1964, recuerda Rolando Espinosa, Milí decidió
apartarse del cuarteto por los problemas de salud que tenía
y las indisciplinas y borracheras de los muchachos, las
discusiones entre los cantantes. Eso fue antes del viaje
a Francia para actuar en el Olimpia de París y una
gira por varios países de Europa. Se creían
los dueños del mundo". "Antes de 1964 se
aparecieron en la casa Kike, Miguelito, Ignacio y El Chino,
para proponerle a mi padre hacer un juramento escrito, que
dejara constancia de la amistad y la gratitud de todos y
entre todos, que dijera que sólo la muerte los separaría.
Mi padre, que era religioso y conocedor de que su vida estaba
limitada, no quiso comprometerlos en un final anticipado.
Les explicó que no era necesario hacer eso. Le dio
sus argumentos y razones, pero ellos insistieron y se hizo
el documento que firmaron todos, que años más
tarde se extravió", rememora Néstor Milí
hijo, quien fuera testigo de los hechos.
¿Omitió
Miguel Cancio lo del documento en la película, por
olvido o por algún interés particular?. ¿Por
qué pasó por alto un hecho tan relevante?.
El ascenso de Los Zafiros fue vertiginoso, al igual que
su caída. El éxito los arroyó. Jugaron
con sus vidas. Compañías y amigos dudosos.
No supieron aprovechar las enseñanzas de Milí,
que tras su fallecimiento el 8 de octubre de 1967, deja
un vacío en la composición cubana popular.
¿Por qué pasó por alto el fallecimiento
de Milí Bustillo en la cinta "Locura Azul"?.
¿Por qué plantea que Ignacio Elejalde dejó
este mundo a los 37 años de edad, cuando en realidad
lo hizo a los 41?. Muchas cosas cambió Miguel Cancio
en el guión de la cinta, firmada en la Isla para
su posterior exhibición en los Estados Unidos y el
resto del mundo, en co-patrocinio entre HMC Productions,
que paradójicamentedirige Hugo Cancio, hijo de Miguel,
y la empresa cubana RTV Comercial, y que tantas protestas
levantó entre la comunidad hispana de Miami; otras
las omitió; desconoció totalmente al hombre
que lo ayudó en la vida, y hasta le brindó
su casa y su comida. Se olvidó de todo y de todos.
De sus ancestros y del respeto a los demás. Sólo
su conciencia lo perdonará.
Otros
apuntes:
Por Rubén
Padrón Astorga
No
obstante, sus cortos textos son elocuentes. En La caminadora
la mujer sale impetuosa a mostrar sus encantos, exageradamente,
como si se tratara de un acontecimiento. Se la observa a
cierta distancia pero sin llegar a ser inaccesible. Es tiempo
de acercamientos, de comunión, por eso la frase "caminando
va" se alarga indefinidamente con el paso de ella.
Por primera vez el ambiente se hace respirable y el espectáculo
agradable a la vista. La contemplación del universo
es placer. En la caminadora, el fondo vocal que sostiene
el texto no para nunca y reproduce con su sonido…
el de una locomotora. El tren puede ser símbolo de
fuga, de ruptura, pero también es letanía
contemplativa. La joven que camina lo hace para ser absorbida
por las miradas, no para huir de ellas; no para escapar
sino para trazar un camino. El trazo de caminos es la cuestión
vital.
Hermosa
Habana es su ejemplo más significativo de nostalgia.
Pero la nostalgia no la lleva el cuarteto a sus espaldas.
Más parece un atributo de La Habana que de la canción
misma, una marca que deja la ciudad en cuantos la piensan,
en cuantos le dedican su canto "como gemir de violines".
La frase "gemir de violines" es más nostálgica
que todas sus canciones juntas y, sin que pase por alto,
los violines sólo le tocan a la Habana.
En
cambio, Mis sentimientos desborda tristeza. Se trata de
un bolero y, quién lo duda, los boleros se inventaron
para cantar tristezas. Solo que hay que ver de qué
tristezas se está hablando. Mis sentimientos es tal
vez el único éxito en que Los Zafiros se trasladan
al pasado a recordar la ruptura de una relación amorosa.
El que canta no se siente joven. Con su experiencia vislumbra
el final y no puede concretar rumbo cierto. Rumbo cierto,
final, experiencia, son términos de desentono en
los Zafiros, de desacople en su aparato temático.
En ellos no hay rumbo cierto sino esperanzas, no hay experiencia
sino lozanía, no saben de finales sino de futuros.
Por un extraño giro esta canción enfoca el
pasado que se han dado en ignorar. Las excepciones que confirman
reglas casi siempre salvan las discontinuidades de discursos
tan lineales como el de Los Zafiros. Cantarle al pasado
que se detesta, revivir el desamparo, son fórmulas
de épocas más sedadas, de menos enfrentamiento;
de épocas enfermizas, si se quiere. Las barricadas
no se levantan para contemplar lo que hay tras ellas, sino
para negarlo. A los Zafiros les pica la curiosidad, alzan
la cabeza y el fogonazo los alcanza.
En
cambio, Herido de sombra, otro bolero, también le
canta a la ruptura, pero a la ruptura como antítesis
de la felicidad que se busca. Esta es época de uniones
a las que se confía la futura convivencia y Herido
de sombra es una reprimenda a todo lo que la impida, sin
que por ningún lugar haya tristeza.
La
exhortación al amor, muy jovial pero rotunda, es
el nexo entre las canciones de Los Zafiros. Herido de sombra
y He venido son las rupturas más sobresalientes,
pero el resto de sus grandes éxitos son temas que
no admiten negativas, en los que el amor es el destino inevitable.
Llama la atención particularmente en ellas las continuas
vocalizaciones, que se entrelazan con los textos. Bellecita,
Y sabes bien, Puchunguita ven y Rumba como quiera son cantos
a la posibilidad. No le piden a las cosas que cambien sino
que se lo imponen. Le exigen al amor que se arquee a sus
deseos, que se haga eterno; a la mujer que les ame, como
en Un nombre de mujer que en un grito interminable llama
al amor desentendido.
En
Rumba como quiera, su gran declaración renovadora,
dicen: "… baila la rumba mulata, pero báilala
hasta afuera, porque esta rumba se baila, mi mulata como
quiera…" y luego "… baila la rumba
como quiera, baila la rumba a tu manera…".
Bailar
mal, como quiera, es algo que el Señor Choteo nunca
permitiría. En Cuba no saber bailar se tolera aunque
para los que saben parezca antihigiénico, pero bailar
comoquiera es algo que nuestro sentido del ridículo
no perdona. Los Zafiros, cubanos auténticos, creían
lo contrario.
Es
cierto que Los Zafiros nunca fueron un acontecimiento mundial,
aunque reprodujeran un sentimiento que la humanidad incubó
por más de una década. Pero no sólo
dejaron un delicioso testimonio de su época sino
que hicieron converger como pocos, en un mismo acontecimiento
cultural, la pluralidad de gustos generacionales y musicales
de los cubanos.
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