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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |
Hablemos de Racismo Parte V

Por Miguel A. García Puñales

Centro de Información y Documentación de Estudios Cubanos

Cada matrimonio mixto facilitó una descendencia con alguna mejora social, como lo demuestran los datos socio-demográficos. Si a eso añadimos la declarada política de “blanqueamiento” de la población en los primeros años de la república –con casi un millón de inmigrantes españoles en menos de 20 años, para una población residente inicial de poco menos de millón y medio de habitantes- tendremos un mosaico, donde las diferencias de la pigmentación de la piel van desapareciendo paulatinamente, por la más expedita de las vías: la mezcla, que partiendo de concepciones racistas, -incorporada también por los discriminados- perdura hasta nuestros días.

De la misma forma que ciertas actitudes de desprecio por el trabajo achacadas tradicionalmente a la raza negra, han de buscarse en la degradante práctica de la esclavitud y su secuela urbana, -la que Don Fernando Ortiz describiera en sus estudios como “el negro curro”-, tampoco estas son actitudes que identifiquen a una raza, mas que por la mayoritaria pertenencia de esta raza a los estratos marginales.

Desde los tiempos clásicos se conoce de la baja productividad y rechazo al trabajo por los hombres que no pueden ejercerlo de forma libre. En ese aspecto la “revolución” ha igualado a todas las razas, asunto este que no llegan a entender a derechas muchos de los inversionistas extranjeros en Cuba a los que se les suele oír quejándose de la baja productividad del cubano.

Lo que en numerosas naciones de asocia a prácticas vinculantes a un entorno racial, no son más que actitudes derivadas de la marginalidad impuesta por la misma sociedad, con una alta carga de exclusión social, aderezadas por supuesto con las peculiaridades del grupo discriminado.

Tal ha sido el caso históricamente conocido de los gitanos y otros pueblos nómadas y de las grandes masas de emigrantes modernos que osan asentarse en entornos no sólo económicos sino sobre todo socialmente más estratificados.

En este punto tendríamos que recordar, que por ejemplo las manifestaciones evidentes de racismo anteriores a 1959 no eran, -por citar un ejemplo cercano- ni siquiera similares a las adoptadas en los estados del sur de los Estados Unidos, donde la segregación racial era legal; ni mucho menos parecidas a las del sistema adoptado en Sudáfrica. De tal manera que las prácticas racistas en nuestra patria, eran a todas luces, prácticas fuera de la ley, encubiertas en muchos casos tras vericuetos legales como la constitución de asociaciones elitistas que permitían actas de fundaciones que tuvieran en cuenta el color de la piel.

Sin embargo, nuestro problema actual, aunque con orígenes remotos, depende mucho más de las circunstancias contemporáneas que de la memoria social del devenir histórico.

La tendencia de la población isleña a encontrar una salida a su trágica situación por la vía de la huída del territorio nacional, -que de una manera u otra hemos cristalizado todos los que hoy día nos encontramos en el exilio-, ha hecho aparecer una nueva tendencia; el rastreo de cualquier vínculo ancestral que permita la vinculación personal a familiares o antepasados ajenos a nuestra actual configuración étnica. Es el nuevo mestizaje, la nueva forma de escapar del barracón.

Nos percatamos entonces de la aparición de verdaderas patologías sociales; la Etnofobia Intra étnica y su contraria la Xenofilia Interétnica, ambas expresiones bien reales del profundo proceso de deformación sociopática de la población cubana y que pretendemos alertar desde estas páginas.

III- ¿Qué hacer?

La tercera conclusión a la que se llegó en el Congreso citado con anterioridad, expresaba; - Para su extinción (del racismo) se necesitan vías educativas también específicas.

Ese es un punto con el que no discrepo, pero del que sería fácil hacerlo en dependencia de las precisiones de forma, si a tal punto se hubiese llegado en la discusión.

Todos damos por sentado que las vías educativas constituyen al menos en teoría, la forma idónea de modificar conductas sociales; sin olvidar que absolutamente todas las formas de comportamiento de la sociedad pasan inexcusablemente por la actitud individual.

¿Cómo instrumentar un programa educativo en el ámbito nacional de eliminación de actitudes excluyentes?

Que quede claro que digo excluyentes y no racistas por cuanto es imposible la supresión de manifestaciones de discriminación racial si esta supresión no está inserta en una actitud social de no-exclusión a minorías de cualquier tipo.

No se puede educar a un pueblo en sólo un segmento de tolerancia. No se puede educar enseñando el respeto y la tolerancia selectivas, no se puede educar allí donde no exista un conocimiento profundo de las magnitudes de los problemas y donde no existan las herramientas sociales para abordarlos.

Volvemos entonces a la conclusión segunda, el imperio de la ley. Difícil tema por cuanto legislar a nivel de detalle en actitudes sociales no parecería complejo si las leyes no tuvieran por necesidad que expresarse a través de códigos de aplicación casuística.

En algunas naciones que han confrontado problemas similares –y digo sólo similares- de discriminación racial, se han adoptado medidas legales copia lejana de las cuales parecen ser las nuevas disposiciones de gobierno de Cuba y a las cuales nos referiremos, hablo de la discriminación positiva.

El jueves 13 de febrero de 2003 un despacho de prensa del corresponsal de la BBC en La Habana, abordaba el tema de la discriminación racial, la situación de marginalidad y las medidas adoptadas por el gobierno cubano. Entre estas se hace referencia a “... Estos planes han beneficiado fundamentalmente a los jóvenes negros, que combinando esta vía con el trabajo en la educación o la seguridad social se aseguran los estudios superiores sin pruebas de ingreso...”. Evidentemente se adoptan criterios de discriminación positiva... sólo que aparentemente.

Me permito comentar lo de aparente antes de abordar de forma breve las diferentes experiencias foráneas que privilegian a determinados estamentos sociales con el fin de eliminar su condición de excluidos.

Digo aparente porque en medio de esta campaña no sólo han logrado simular que el problema de la discriminación racial recae sólo sobre un segmento de la población, desentendiéndose como estado de su política excluyente, -obteniendo de paso hasta las alabanzas de algunos sectores de la oposición interna- sino que además dirige esa masa juvenil hacia dos sectores en crisis -para nada vinculados a las áreas emergentes de la economía- y en los que siempre ha tenido el gobierno dificultades para formar técnicos y profesionales; el sector educacional y los servicios de Seguridad Social.

Para los que no conozcan el tema debemos aclarar que el despacho de la BBC, se está refiriendo evidentemente a los Cursos Emergentes de Formación de Profesores y a las Escuelas Formadoras de Técnicos en Trabajo Social. Ambos con sistemas de continuidad de estudios superiores en los CPT, -es decir Cursos para Trabajadores-, que nunca han requerido pruebas de ingreso.

Los cursos de formación emergente de maestros y profesores son de vieja práctica en el actual sistema educativo cubano, lo relativamente nuevo son los cursos masivos para trabajadores sociales, cuyos lejanos ecos comenzaron allá por 1989; cuando en la Reunión Nacional del Médico de Familia, la dirección de Trabajo Social del MINSAP cubano, se empeñó en reproducir el esquema del médico y la enfermera de familia, es decir, el Trabajador Social de la Familia.

Algo así como “tu bodega, tu farmacia, tu hospital, tu jefe de sector policial, tu médico, tu enfermera, tu trabajador social”, etc. Técnicamente se denomina Sectorialización de los controles sociales.

En 1997, sólo haciendo uso de los mecanismos de control de la sectorialización se pudo aplicar en un consultorio del médico de familia de Ciudad de la Habana un Estudio de Funcionalidad Familiar, -sin necesidad de autorización por parte de las familias estudiadas-, mediante el simple procedimiento de casar las fichas médicas, sociales y policiales de la muestra seleccionada.

Puro marketing, “formarán a miles de jóvenes como profesores de enseñanza media en tiempo record”. La versión anterior de esta campaña en los años sesenta y setenta permitió la formación de profesores con una duración máxima de nueve meses de estudios. La formación de técnicos en el área de Trabajo Social es inimaginable, ¿Podrá calcular alguien para qué servirán miles de trabajadores sociales sin las infraestructuras pertinentes?

No obstante llegado el momento, si interesa podrán aplicarse a conveniencia los principios de la discriminación selectiva. Ya se anuncia la creación de centros universitarios hasta el nivel municipal. No bastan las experiencias de las masificaciones imposibles llevadas a efecto con anterioridad.

Los profesores universitarios no se fabrican cual churros y sólo es posible extender hasta ese nivel la enseñanza superior a costa de la calidad, logrando egresados con perfiles cada vez más bajos, para luego fomentar la insatisfacción laboral al no poder garantizar un empleo acorde a la titulación formal y lo que es peor, situando a ese egresado en condiciones claras de desventaja con otros profesionales, estos sí formados en instituciones de educación superior con claustros acordes al nivel y tipo de enseñanza. Es decir una forma simple de encubrir la exclusión real.

En otra parte del despacho de la BBC se hace referencia expresamente a la prioridad dada por el estado a los ciudadanos de la raza negra para su ingreso en las “universidades municipales”. En noticia mucho más reciente los despachos reportan la promoción de Esteban Lazo a la dirección del aparato ideológico y de propaganda del gobierno. Toda una campaña de lavado de imagen, de cara al exterior, pero sobre todo de cara a la población negra de la Isla y por extensión a una parte de la población mestiza.

Sin embargo la aplicación consecuente de la discriminación positiva, -con sus luces y sombras-, transcurre por otros derroteros.

Los fundamentos teóricos y la aplicación práctica de esta tendencia sociológica han tenido sus raíces en los Estados Unidos. Fue la consecuencia lógica al comprobarse la insuficiencia de las garantías legales, el apoyo financiero y la información como vía práctica para la eliminación de la exclusión de determinados segmentos sociales.

La aplicación social de lo que fue llamado acción afirmativa tuvo su mayor garante en los tribunales americanos que velaban por el cumplimiento de determinadas cuotas de participación de minorías raciales en los beneficios de la competencia social. Los ojos del mundo se volvieron entonces hacia la nación americana como un modelo a seguir, justo cuando el modelo comenzaba a dar signos importantes de agotamiento.

Las naciones europeas, inmersas en viejos y nuevos problemas de exclusiones sociales, no sólo raciales, sino religiosos y culturales siguieron con especial interés estos signos de agotamiento del sistema que comenzaba a sentar precedentes legales de justicia invertida. Por lo que entre los principales analistas del sistema comienza a plantearse la necesidad de legislar cláusulas de vigencia de tales políticas.

Por tanto extrapolar a una hipotética Cuba, -bajo condiciones democráticas- sistemas de discriminaciones positivas sin estudios fundamentados, puede ser un error que produzca nuevas contradicciones. Trataré de explicar este punto de vista.

El primer problema que enfrentarán los gobiernos democráticos en Cuba, sobre todo en una fase de transición, será que al tomar decisiones estarán motivados -al menos en los primeros tiempos- por la solución de conflictos perentorios de la población.

Carentes de una estructura consolidada por la práctica democrática en el tiempo, se deberá andar con pies de plomo para no legislar de forma emergente medidas de corte populista que en la práctica no reflejen ni las verdaderas condiciones ni las necesidades reales del país y por tanto de las minorías en exclusión. Ante todo porque en la situación actual de la nación, la exclusión social reviste características masivas.

Absolutamente todos los partidos políticos y las estructuras de gobierno de los estados democráticos con un mínimo de desarrollo, cuentan con think tanks establecidos y con experiencia en el diagnóstico y evaluación de las muy diferentes realidades sociales.

La visión esquemática de asuntos complejos analizados empíricamente y en el ámbito de especulaciones filosóficas puede llevar a un callejón sin salida.

Algunas modelaciones contemporáneas aplicadas por occidente en diferentes entornos complejos, parecen arrojar resultados mínimamente satisfactorios, ya que en términos de sociedad no es posible esperar resultados de ciencias exactas.

Las técnicas de cubismo social en las corrientes contemporáneas de sociología aplicada no permiten la interpretación unívoca o biunívoca de tan complejo problema, tal y como se refleja en la mayor parte de los abordajes que sobre el tema se han efectuado por el común de los analistas del tema que hoy tratamos.

La mayor parte de los estudios consultados, abordan preferentemente el fondo histórico del problema, algunos lo combinan tímidamente con elementos psicoculturales, otros con muy elementales datos demográficos y los menos con el factor económico. Ya he señalado en otra parte de este ensayo las dificultades para poder disponer de los datos necesarios para ello.

En un por ciento abrumador de los casos ni siquiera nos estamos refiriendo a estudios o investigaciones propiamente dichos sino mas bien a artículos de opinión que abordan más la óptica política o histórica, casi siempre desde la visión de un analista heurístico.

Urge por tanto el desarrollo y compilación de investigaciones que nos permitan un diagnóstico múltiple del problema con propuestas concretas de solución en el tiempo.

CONTINUA


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