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La educación en Cuba: Pilar de la represión. Parte II

Por Graciella Cruz-Taura

Un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en el que se comparaban diversos sistemas latinoamericanos, mostró que los alumnos cubanos de tercer y cuarto grado tenían los más altos niveles de rendimiento en habilidades matemáticas y de lenguaje.

En sus primeras páginas, el documento del congreso Pedagogía’99 hace referencia a las dificultades que se han originado producto de la pérdida de la ayuda soviética y también menciona los problemas causados por la hostilidad norteamericana, sin embargo, niega el fracaso de la ética educacional revolucionaria. Pedagogía’99 omite cualquier comentario sobre la falta de productividad de la fuerza laboral y la disminución de las admisiones a la educación superior, aunque sí menciona fallas en el acceso al estudio de la tecnología médica, uno de los pocos sectores viables de la economía. (Otros dos sectores viables son la agricultura y el turismo, ambos con menor nivel de preparación requerida).

Pedagogía’99 destaca por su sofisticado contenido teórico, particularmente en lo referido al entrenamiento de maestros. El documento afirma que después de 1991, todos los maestros han completado la enseñanza secundaria antes de ingresar en un programa de magisterio de cinco años de duración. Los maestros emergentes que aún están dentro del sistema deben completar estudios para obtener un grado académico superior. Se autoriza también la ausencia sabática de los maestros con el objeto de facilitarles el trabajo de post-grado.

Los congresos de Pedagogía ilustran la manera en la que Cuba sigue haciendo publicidad de su sistema educativo tanto en foros internacionales como en publicaciones pedagógicas. También se vale de visitas dirigidas con “acceso limitado a archivos y a ambientes académicos.” Sólo se pueden visitar determinadas escuelas con un pase especial para docentes e investigadores, aunque nunca se aclara el por qué el acceso es limitado. El Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Vladimir Ilich Lenin en La Habana es exhibida ostentosamente por la calidad de su educación; se le enseña a los visitantes el competitivo examen de admisión.

En consecuencia, la mayoría de analistas sigue considerando el sistema educativo cubano como uno de los éxitos de la Revolución. Veamos un ejemplo reciente. Un estudio publicado por el Banco Mundial comienza con el siguiente resumen:

La trayectoria de la educación cubana es ejemplar: instalaciones escolares y asistencia universales; alfabetismo de adultos casi universal; representación proporcional de la mujer en todos los niveles, incluida la educación superior; una sólida base científica, especialmente en química y en medicina; una consistente calidad pedagógica presente en aulas de clase ampliamente diseminadas; igualdad de oportunidades básicas en educación, incluso en áreas empobrecidas, tanto rurales como urbanas.

Las condiciones reales de Cuba durante el “Período Especial” han erosionado muchos de los aspectos que facilitaban esos logros educativos, a la vez que han acentuado sus debilidades. Aunque la educación sigue siendo promovida como uno de los grandes logros revolucionarios, junto con la asistencia médica colectiva, por un régimen que lleva cuarenta y cinco años en el poder, estos pilares de legitimidad parecen estar corroídos en su base.

Estado Actual de la Educación en Cuba

Los que siguieron la lectura del periódico oficial Granma durante el año 2002, tanto en su edición diaria como en la internacional, pueden llegar por sí mismos a varias conclusiones sobre el estado del sistema educativo cubano. A pesar de retrocesos recientes tales como la disminución del turismo internacional y las deudas que interrumpieron los cruciales envíos de petróleo venezolano por más de cuatro meses, el compromiso del gobierno para invertir en educación parece inmutable. Varios artículos de prensa han hecho énfasis en que Cuba tendría una proporción de 20 estudiantes por maestro en el 2003; no hemos podido comprobar si se ha logrado. Castro ha inspeccionado personalmente locales escolares que estaban siendo remodelados en La Habana con el propósito de ser utilizados a partir del año escolar 2002-2003.

Durante un discurso pronunciado en la graduación de 90 maestros, Castro felicitó a los graduandos por “recrear la historia de la campaña de alfabetización”. El 13 de agosto del 2002, fecha de su cumpleaños número 76, el dirigente cubano ofreció un largo discurso en el que ensalzaba las 746 construcciones escolares remodeladas y las 33 nuevas escuelas del área de La Habana.

En respuesta a la “aparente pérdida de la vocación docente entre los jóvenes”, Castro elogió los programas destinados a profesionales emergentes, diseñados para graduar estudiantes que han llegado solamente hasta el noveno grado. Mencionó que, para septiembre de 2002, otro grupo de 6.000 maestros de educación primaria se graduaría y un nuevo campus estaría listo, la Escuela Salvador Allende, con capacidad para preparar a 4.500 futuros maestros de educación secundaria originarios de las provincias del interior. El programa consiste en entrenar como maestros a la población desempleada a través de cursos de un año. “Aproximadamente 86.000 desempleados, de edades comprendidas entre 17 a 29 años, provenientes de toda la isla, serán incorporados en cursos de re-entrenamiento y recibirán un estipendio mensual”.

Las metas de Castro incluían añadir 5.000 maestros a los cursos de enseñanza secundaria para los últimos meses de 2003. La edad promedio de estos nuevos maestros es de 19 años.

El 16 de septiembre de 2002, inicio del año escolar, el municipio de El Cerro, en La Habana Vieja debía tener 5 nuevas escuelas, las cuales se añadirían a las 20 que estaban siendo sometidas a renovaciones. La Brigada Frank País de Santiago de Cuba continuaba trabajando para renovar una vivienda convertida en una de las nuevas escuelas en el vecindario; para ello contaban con la ayuda de trabajadores a los que se había sacado de sus tareas regulares. 50 empleados de 7 empresas estatales trabajaban en la remodelación de la Escuela Primaria Reinel Páez diseñada para 770 estudiantes. El jefe de obra era un secretario del Partido Comunista, quien comúnmente ejercía funciones en la vecina planta embotelladora de cerveza, La Polar. Los Comités de Defensa de la Revolución -CDR- habían decidido celebrar el 42 aniversario de su fundación reparando las escuelas del barrio correspondiente durante dos domingos de agosto.

A medianoche del 10 de junio de 2002, el gobernante Castro se presentó en la Escuela Reinel Páez para sorpresa de los trabajadores, los cuales se habían quedado laborando hasta altas horas, ayudados por los vecinos, el director de la escuela y los maestros. Algunos de ellos estaban “cubiertos de pies a cabeza de cemento y pintura”, según el reportero que reseñó el inesperado encuentro para Granma. Todos vitorearon al jefe revolucionario, quien, con particular interés, les preguntó sobre los avances que los estudiantes habían logrado en ortografía como resultado de los nuevos programas de computación.

Análisis de Noticias de la Prensa Cubana

La expresión “Batalla de Ideas”, constantemente mencionada en los artículos de Granma, es el eufemismo del régimen para denominar el combate por el control de las mentes que data de los primeros días revolucionarios. La educación ha servido para llevar la ideología revolucionaria al pueblo cubano tal como lo demostró la Campaña de Alfabetización a comienzos de la Revolución de 1959. La campaña pro-educación en Granma del verano de 2002 fue lanzada inmediatamente después de la recolección de firmas promovida por el Proyecto Varela, iniciativa del disidente Oswaldo Payá del grupo Movimiento Cristiano Liberación que, afincándose en un artículo de la Constitución, pedía una apertura en la Asamblea Popular, un primer paso hacia la pluralidad política. La campaña pro-educación tenía como objeto contraatacar y engavetar esta iniciativa amparada por la Constitución. Así, el sistema educativo ha sido efectivo, y continúa siéndolo, en el mantenimiento de la euforia por el triunfo del
socialismo que Castro fanáticamente siempre ha impulsado.

El artículo del Granma sobre El Cerro sirve para recordar la falta de mesura fiscal de las iniciativas revolucionarias. Alrededor de 22.000 trabajadores y microbrigadistas fueron reasignados al proyecto escolar de La Habana entre el 29 de junio y el 13 de agosto de 2002.

No se tomó en consideración el costoefectividad de desplazar empleados durante sus horas laborales de un trabajo, en el que teóricamente son competentes y productivos, a sitios de construcción en los que son aprendices. Aparentemente la seguridad de los edificios escolares no se tiene en cuenta; no hay referencia a inspectores de las construcciones. Además se realiza con ineficiencia la movilización de brigadas desde regiones distantes, lo que crea gastos adicionales de transporte y alojamiento.

La competencia administrativa merece también ser cuestionada, ante el caso de un trabajador de una planta cervecera al que se le encarga dirigir un proyecto de construcción. Pertenecer al Partido Comunista se considera más digno de reconocimiento que ser competente como constructor.

Si bien es cierto que hay una necesidad constante y creciente de buenos maestros en Cuba, es lógico poner en tela de juicio la calidad de instructores que han tenido sólo un año de entrenamiento. Muchas de las limitaciones del sistema en los primeros tiempos de la Revolución fueron atribuidas a cuerpos docentes poco calificados, lo que obligó al Ministerio de Educación a elevar los estándares. Después de 1991, ha exigido 5 años de entrenamiento universitario para todos los docentes. Este retroceso en la política del sistema educativo se atribuye a la necesidad de disminuir la proporción de estudiantes por maestro.

Si exceptuamos la pregunta que Castro profirió durante su discurso de agosto de 2002, no encontramos referencia alguna acerca de que los maestros han ido abandonando el área educativa. La proporción de 20 estudiantes por maestro es muy saludable, sin embargo, la experiencia comprueba que ofrecer una solución rápida de tipo cuantitativo tiene a largo plazo efectos cualitativamente negativos.

Castro ha afirmado que 86.000 jóvenes de La Habana, los cuales ni trabajaban ni eran estudiantes, habían sido inscritos en Escuelas de Superación Integral.¿Qué estaban haciendo tantos jóvenes, si el propio Estado afirma que no formaban parte de la fuerza laboral?¿Por qué no asistían a una escuela que es gratuita?¿Cuántos de estos estudiantes permanecerán en la escuela? ¿Puede esperarse que maestros inexpertos, muchos con solo 9 años de escolaridad y con un sueldo de aproximadamente 15 dólares al mes, realicen milagros académicos?

Granma no ha tocado el tema de la juventud desafecta, pero cierto artículo aparecido en Tribuna de La Habana proporciona algunas orientaciones. Un maestro de enseñanza media se quejó de que el 25 por ciento de los estudiantes que debían asistir durante los 45 días requeridos a la “escuela al campo” obligatoria, componente de trabajo agrícola del plan de estudios del Nivel Básico, presentaron certificados médicos que los excusaban. El maestro/comentarista preguntaba: ¿cómo es posible que un 25 por ciento de los jóvenes de entre 13 y 15 años en La Habana estén enfermos, teniendo en cuenta las estadísticas de salud en Cuba? Agregaba indignado que los padres visitaban los campamentos y retiraban a sus hijos con la excusa del “drama familiar de una muelita cariada” o el primer estornudo que anunciaba catarro.

El maestro culpaba a la sobreprotección paterna y aconsejaba repudiar tal tipo de conducta que impide el desarrollo del carácter.

En artículos de la revista católica Espacios, Julio Ramón Pita afirma que la proliferación de certificados médicos para eximirse de la “escuela al campo” se debe a las condiciones de dureza y promiscuidad a las que se enfrentan los adolescentes en los campamentos rurales. No sólo la alimentación, el alojamiento y el trabajo exigente bajo el sol veraniego son inadecuados, también se genera un ambiente de promiscuidad entre adolescentes que carecen del apoyo y el control familiar. Casi todos los que han vivido la experiencia dan testimonio de las condiciones incivilizadas de este experimento educativo.

El reportero de Espacios apunta que sería prudente recoger la opinión de los padres, darles la oportunidad de que sus aportes sean tenidos en cuenta, y agrega que la participación en los campamentos rurales debería ser voluntaria.

La mayoría de los jóvenes que el gobierno busca enrolar en programas de magisterio o enfermería de un año de duración proviene de la población que literalmente abandonó la escuela secundaria para evitar los campamentos rurales o de aquélla que regresó del campamento sin alternativas profesionales.

Las posibilidades de ingresar a los preuniversitarios son limitadas; solamente algunos de los que presentan el examen de admisión logran ingresar en escuelas élite. Sin embargo, en ellas no falta una buena representación de los hijos de miembros del Partido Comunista. En ausencia de valores familiares sólidos, quienes no poseen un entrenamiento académico excelente o no son cercanos a la nomenclatura componen esa parte de la población que tiene una alta probabilidad de buscar el dólar turista en la calle, y la porstitución se está convirtiendo en la vía más expédita para lograrlo.

Granma no ha publicado artículos sobre la falta de mantenimiento de los edificios escolares a lo largo de la isla o sobre reconstrucciones similares a las que se realizaban en La Habana, a pesar de que Castro mencionare que los esfuerzos se extenderían a otras provincias. De acuerdo con el pedagogo independiente Juan Carlos Núñez Martínez, sólo La Habana y otros pocos lugares, tales como Cienfuegos y Cárdenas –áreas de tráfico turístico elevado- han tenido el privilegio de recibir materiales de construcción. Núñez Martínez, proveniente del área de Bayamo-Manzanillo –como denomina sin reparos a la provincia Granma-, no ha observado iniciativas de reconstrucción similares en la región oriental de Cuba. Castro aseguró, durante su discurso ya mencionado del 13 de agosto de 2002, que las escuelas de La Habana habían atraído la atención porque los niños de Santiago de Cuba sabían dos veces más que los niños de la capital del país. Y afirmó según estudios (que esta escritora no ha podido ubicar) que los niños capitalinos sabían dos veces más que los niños de América Latina.

Robert Johnston, colaborador del semanario estadounidense Education Week, no comparte la opinión de Juan Carlos Núñez Martínez. Durante un viaje que realizó a Cuba en febrero de 2003 con motivo del Congreso Internacional Pedagogía’03, tuvo la oportunidad de recorrer la zona circundante a la Ciénaga de Zapata, un área pantanosa, sin atractivos turísticos, ubicada a aproximadamente 30 millas al sur de La Habana, y quedó satisfactoriamente impresionado con los planteles educativos rurales que pudo visitar. Entre ellas se encontraba la Escuela Claudio Argüelles, a la cual asisten 8 estudiantes. Es “una escuela de dos habitaciones construida con ladrillos de ceniza, que aunque no tiene energía eléctrica confiable, goza de una computadora, un aparato de televisión y un equipo de video que recibe energía durante cuatro horas al día de dos paneles solares”.

Después visitó la Escuela Primaria Iluminado Rodríguez, “una joya…un modelo para las escuelas primarias que el gobierno espera construir…pintura fresca, suelos de losas brillantes, y aulas espaciosas, cada una con una pequeña parcela de tierra para jardines o juegos”.

El director escolar regional guió la visita del periodista norteamericano.

Un pecado de omisión inquietante es el fallo de la prensa oficial cubana para indagar por qué cientos de escuelas de la capital necesitan reparaciones importantes, que incluso requieren la intervención de brigadas de trabajo. La falta de respeto por la propiedad pública y el vandalismo no constituyen temas para los escritos noticiosos sobre las escuelas donde se forman los nuevos hombres socialistas. Sólo los periodistas independientes informan sobre la falta de valores cívicos.

No tuve éxito en mi búsqueda de información en Granma sobre los institutos preuniversitarios dirigidos por el Ministerio de las Fuerzas Armadas (MINFAR) y el Ministerio del Interior (MININT). Es sabido que estas escuelas entrenan los cuadros de la seguridad estatal. El MINFAR patrocina una escuela en cada una de las 14 provincias, todas llamadas Escuelas Camilo Cienfuegos.

El MINFAR sí hace referencia a sus programas educativos en publicaciones tales como la revista Verde Olivo, pero el MININT es más reservado.

Continua


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